2015 URR. 04 DEPORTIVAS DE CULTO cultura sneaker «¿Quién se ha vestido mejor los pies por toda la ciudad?», se preguntaba ufano el rapero sevillano ToteKing en su canción «Botines». Corría el año 92 y los botines a los que se refería eran las zapatillas deportivas o «sneakers», todo un icono de una cultura urbana heredada del hip hop, que se ha hecho tan global como los jeans. De nuestros pies han pasado a lucirse en los museos y a las pasarelas. Ya lo dice ToteKing: «Si tienes, las pagas; si no, las mangas». Amaia Ereñaga {{^data.noClicksRemaining}} Artikulu hau irakurtzeko erregistratu doan edo harpidetu Dagoeneko erregistratuta edo harpideduna? Saioa hasi ERREGISTRATU IRAKURTZEKO {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Klikik gabe gelditu zara Harpidetu {{/data.noClicksRemaining}} Sophia Ching es una joven diseñadora e ilustradora neoyorquina: «Al crecer en Nueva York, la cultura sneaker es parte de mi vida cotidiana. Cuando conoces a alguien nuevo, lo primero en que te fijas es en sus zapatillas. Miramos a la gente partiendo de las zapatillas y hacia arriba. Comprarlas, coleccionarlas y compararlas es algo que hago desde siempre con mis amigos». El impacto de un calzado diseñado inicialmente para hacer deporte ha llegado a tal punto que se ha convertido en obsesión, fanatismo, moda, negocio y cultura urbana planetaria. Porque genera mucho, pero mucho dinero: solo en EEUU, el negocio mueve 50.000 millones de dólares al año en ventas, con la firma Nike a la cabeza. Y señores, tomen nota: ni se les ocurra ir a la Gran Manzana con unas zapatillas de marca desconocida compradas en el mercadillo. Nick Girlando, neoyorquino, dieciséis años coleccionando zapatillas de deporte: «Si están colocadas en los estantes de una tienda, no las quiero. Lo nuestro es el arte de buscar y localizar, un sneaker es una persona astuta y creativa». Tal vez sea así en el caso de Nick Girlando, pero permítanos que dudemos de que sea una actitud generalizada entre los afines a esta cultura urbana. Pongamos, por ejemplo, lo que ha pasado con las Adidas Yeezy Boots de Kanye West. Han sido lo más de lo más, hasta el punto de que Adidas creó una aplicación ex profeso para su lanzamiento, que tuvo lugar en febrero pasado. La app, llamada “Confirmed-in”, permitió a los compradores reservar sus zapatillas en las fábricas y las tiendas de la marca en Chicago, Los Ángeles y Nueva York. Eso sí, había que tener un teléfono inteligente, la posibilidad de cogerse un día libre en el trabajo y hacer cola para recogerlas, además de contar con 315 dólares en el bolsillo. Todo ello para poder calzarse las zapatillas del rapero y marido de celebrity, que por algo es el consorte de la reina de realitys Kim Kardashian. Kanye West ni siquiera las había diseñado, solo había cedido su nombre y Louis Vouitton se encargó del diseño, pero, pese a todo, las Adidas Yeezy Boots se agotaron en una semana y ahora se han convertido en algo así como en unos diamantes andarines: su precio se ha disparado hasta los 18.000 euros en los mercadillos en línea. El rapero es solo uno de los muchos nombres famosos que han impulsado esta cultura urbana, pero no el primero. Algunos datos: el primer grupo de rap que firmó un modelo fue Run-DMC en el año 1986; una de las primeras marcas de alta costura en estrenarse en este sector fue Chanel en 1997 –su modelo Pump Fury, diseñado para Rebook en 1997 al final no salió a la venta debido a su precio excesivo de 6.300 euros–, y diseñadores de renombre, como Lanvin o Jimmy Choo, se han atrevido a crear para marcas tan conocidas como Adidas, Converse, Nike, Puma o Reebock. Hasta el artista y enfant terrible –y multimillonario– Damian Hirst tiene sus propias zapatillas. En la temporada primavera-verano de este año pudimos ver cómo Converse se unía a la Fundación Andy Warhol para crear una colección con motivos de las clásicas sopas Campbell, mientras que Keds apostaba por la reina de instagram, la cantante Taylor Swift, quien ha sido imagen e inspiración para una nueva línea de zapatillas. Es, y que nos perdonen sus seguidores, consumismo en estado puro. Elizabet Semmelhack, curator del museo Bata Shoe de Toronto y comisaria de la exposición del Museo de Brooklyn: «Obviamente no hay ninguna definición en el diccionario, pero sí creo que un sneaker es alguien que va más allá del ‘me gusta, quiero comprarlo’ y quiere saber los porqués y los cómos que hay para que una determinada zapatilla de deporte llegue a alcanzar el estatus de icono». ¿Porque, cómo empezó esto? Nadie lo pone en duda: el lugar de nacimiento de esta obsesión mundial es Nueva York. Lo que nosotros conocemos como zapatilla, en inglés se llama sneaker, una contracción de la frase «speak up on someone», algo así como «acercarse sigilosamente a alguien». Es un término inventado en EEUU por la US Rubber Company en el año 1892, cuando creó las primeras zapatillas de caucho vulcanizado, que se llamaban así esencialmente porque no hacían ruido al pisar, además de ser cómodas y prácticas para el deporte. ¿Y el momento concreto del que podríamos definir como el Big Band de esta cultura urbana? En 1917 se registró la patente de la primera zapatilla antideslizante y Marquis Converse –el creador de la Converse Rubber Shoe Company– sacó luego las primeras de forma masiva al mercado, pero no fue hasta 1985 cuando explotó el fenómeno gracias al baloncesto y al hip hop. Para Semmelhack, las Air Jordan I que «presiden» el principio de este reportaje fueron el «punto de inflexión» de la cultura sneaker. La «culpa» la tuvo la estrella Michael Jordan, convertido en un gurú con aquel modelo creado para él por Nike, del que ha habido 29 versiones distintas desde entonces. A día de hoy, las Air Jordan siguen siendo las más vendidas del mercado. Y eso que la NBA multó en su día a Jordan porque la combinación de negro y rojo de sus zapatillas violaba las normas de color de la liga; una multa que, muy astutamente, Nike aprovechó para publicitarlas identificándolas con la idea de rebeldía. En una ciudad de Nueva York donde, por efecto del hip hop y el baloncesto callejero, las zapatillas eran un elemento de identificación de a qué «tribu» pertenecías, uno podía no tener dinero para comprarse la equipación de las superestrellas de la NBA, pero sí para las zapatillas «molonas» que calzaban. «Michael Jordan con Nike y Rum DMC con Adidas, esas fueron las uniones que convirtieron a las sneakers en un producto para el gran público», explica la curator. Calvan Fowler, director del documental «The Jordan Heads»: «Mi madre es la culpable de que me gusten las zapatillas de deporte. Recuerdo que ella solía ir a trabajar llevando puestas unas Nike que estaban machacadas. Me fui haciendo mayor y no podía darme el lujo de comprar los modelos caros, pero ahora tengo sesenta pares». Comprar para conservar el objeto y no necesariamente para lucirlo –hay algunos sneakers que, cuando les gusta un modelo para usarlo, compran dos pares del mismo– es tal vez algo característico de un coleccionista de pro, da igual el objeto que atesore, sean zapatillas o joyas. Esta fiebre llega a tal punto que existe todo un mundo dedicado a este cultura, con páginas web, encuentros en forma de ferias multitudinarias y hasta sus manuales, en los que se explica cómo ser un «buen sneaker». Un vicio caro, sin embargo, del que actualmente ya no se habla solo como una tendencia o una mera afición, sino como un estilo de vida... aunque cueste un poco entenderlo. Se puede pensar que entre aquel calzado cómodo que usaba la madre de Calvan Fowler para ir a trabajar a las cajas de zapatillas que apila su hijo en casa hay un mundo. Pero tal vez tenga razón Fowler en que ambas generaciones no están tan alejadas, porque este calzado, pese a su corta vida, siempre ha identificado a las distintas tribus urbanas en ese país que ejerce un verdadero culto al deporte. Con ellas se han calzado los deportistas, los bailongos de discoteca, los rockeros o hasta los punks. Un ejemplo: jean azul, chaqueta de cuero y zapatillas de caña alta Converse All Star es el uniforme de roqueros primigenios como Elvis Presley, pero esas mismas zapatillas siguen apareciendo calzando a figuras más recientes como el desaparecido Kurt Cobain o los Ramones, solo por poner dos ejemplos. De todo esto ha tratado “The rise of the sneaker culture” (El auge de la cultura de las zapatillas), la exposición organizada por el museo del zapato Bata Shoe Museum de Toronto (Canadá) que cierra hoy sus puertas en el museo neoyorquino de Brooklyn. Una muestra que explora la historia social y el significado cultural de esta prenda deportiva que ahora viste a miles de millones de personas en todo el mundo. Cerca de 150 pares recorren la evolución de esta prenda desde sus comienzos hasta su rol actual como símbolo de estatus e icono urbano. Por cierto, los testimonios están recabados entre miembros de esta tribu urbana durante la celebración de la exposición.