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MIRADA AL MUNDO

El oscuro origen del brillo de labios


Mujeres y niños de corta edad son esclavos de los productos cosméticos en India. En minas a cielo abierto, con mano de obra barata, se extrae la mica, un codiciado cristal que se utiliza, entre otros usos, para dar brillo a los lápices de labios, sombras de ojos, pintura de uñas y maquillajes. Si algo tienen en común casi todos los pintalabios comercializados en el mundo, independientemente de su marca, de su precio o del fabricante, es el empleo de mica, un mineral del que India es el principal productor mundial. Un recurso como este, que debería llevar la riqueza a las zonas de donde se extrae, acarrea la desgracia a miles de niños que deben trabajar como esclavos en minas al aire libre.

Con la cara manchada de tierra y el pelo enmarañado de sudor, Lalita Kumari, un niño de ocho años, pasa el rastrillo por el suelo en busca de los pedazos de mica. Vive en el empobrecido estado de Jharkhand, donde se encuentran los mejores depósitos de mica en láminas del mundo. Aprovechando un descanso en un impresionante valle de arena, relata que hace ese trabajo desde la edad de cuatro años. «Quiero ir a la escuela, pero nunca hay suficiente para comer en casa, así que tengo que venir aquí a trabajar». Al igual que cientos de niños, Lalita Kumari ayuda a su familia a evitar el hambre, recogiendo mica, a menudo bajo un sol abrasador.

Explotación infantil. India produce el 60% de la mica mundial, la mayor parte procedente de Jharkhand pero, desde que en 1980 una ley destinada a proteger los bosques obligó a la mayoría de las minas a abandonar gradualmente sus actividades, una parte de la industria ha pasado a la clandestinidad. Hoy en día ocupa a 20.000 mineros a pequeña escala, sin tierras y analfabetos, a merced de una tropa de agentes, intermediarios y exportadores sin escrúpulos, lo que alimenta una intrincada red de abusos, trabajo infantil, destrucción del medio ambiente y endeudamiento personal con las mafias.

La mica imparte un aspecto brillante al polvo, las máscara de pestañas y los lápices de labios. Todas las grandes marcas lo utilizan, pero la complejidad de las cadenas de suministro hace que sea prácticamente imposible determinar su origen exacto, según señalan algunas ONG que trabajan con la infancia.

En 2009, el grupo químico y farmacéutico alemán Merck fue acusado de elaborar su producción cosmética a base de mica recogida por niños y luego venderla a grandes marcas como L'Oreal o Revlon.

A partir de esa denuncia, los laboratorios Merck implementaron medidas, según señalaron, para asegurarse de que «toda la mica usada en la fabricación de nuestros pigmentos ha sido recogida de forma legal y sin utilización de trabajo infantil».

Los defensores de los derechos del niño creen, sin embargo, que el control de todo ello en las zonas remotas de India es imposible y que, por lo tanto, es imposible garantizar la ausencia de trabajo infantil.

«Creo que las empresas están pasándose la pelota», afirma Bhuvan Ribhu, miembro de la ONG Bachpan Bachao Andolan, cuyo fundador, Kailash Satyarthi, recibió el Premio Nobel de la Paz en 2014 por su lucha contra el trabajo infantil. «Debe ser una responsabilidad compartida por todos los que recogen la mica en esta región asegurar que todos los niños vayan a la escuela», señala Ribhu.

La agencia AFP realizó una encuesta entre los grandes grupos cosméticos para saber de qué forma certifican que sus proveedores cumplen con las normas legales establecidas. En los casos que respondieron, como el portavoz de la firma L’Oreal, se refugiaron en las garantías de la empresa intermediaria. «Merck, nuestro principal proveedor en India, utiliza minas de mica legales y proporciona garantías jurídicas en toda su cadena de suministro». Revlon, otra empresa de cosméticos conocida que también depende del suministro de Merck, no respondió a varias solicitudes realizadas por AFP.

A pesar de que el trabajo infantil está prohibido en India, son miles de niños los que están sometidos a explotación en todo el país. En el caso de la recogida de mica, el duro trabajo hace que sufran laceraciones y heridas en las manos, mientras que el polvo del mineral entra en los ojos y el pecho, causando, a la larga, graves afecciones pulmonares.