2016 MAR. 27 tacones: de la a a la z Tacones Irati Jimenez {{^data.noClicksRemaining}} Artikulu hau irakurtzeko erregistratu doan edo harpidetu Dagoeneko erregistratuta edo harpideduna? Saioa hasi ERREGISTRATU IRAKURTZEKO {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Klikik gabe gelditu zara Harpidetu {{/data.noClicksRemaining}} Rechazados por sectores del feminismo, reapropiados por otros, contestados como atentado a la salud, reivindicados desde lo alto de las carrozas de los desfiles del día del orgullo gay, codiciados, envidiados, odiados, amados. Los más bajos son casi indispensables para caminar con comodidad. Los más altos se discuten cuando los llevan las mujeres y se ocultan cuando son los hombres quienes los buscan. Se trata, sin duda, de uno de los elementos asociados a la moda más discutidos y debatidos del mundo. Hoy, nos subimos a unos tacones para hacer un recorrido alfabético por su historia, su significado y sus múltiples mutaciones e interpretaciones. Anuncio: Corría el año 1994 y Pirelli había decidido continuar con la ambiciosa campaña de publicidad a nivel mundial que había empezado el año anterior, cuando la marca de neumáticos fichó a Sharon Stone para un anuncio en el que robaba un coche. Lo hizo llamando a una de las fotógrafas más famosas del mundo, Annie Leibovitz, para que inmortalizara a Carl Lewis en posición de salida para correr. El atleta llevaba ganados ocho oros olímpicos de los diez que ganaría durante su carrera, pero en la pista nunca se le había visto así: con tacones rojos de aguja. El anuncio decía: «La potencia sin control no sirve de nada». Bottiers: A finales de la década de 1920, París se llenó de fabricantes de botas. Entre estos exclusivos bottiers, destacaban dos: Julienne, una de las pocas mujeres diseñadoras de calzado de la época, y Charles Hellstern, un zapatero que aparece mencionado en la obra de F. Scott Fitzgerald. En aquella época, todas las flappers –las mujeres liberales de pelo corto, vestidos con flecos y largas boquillas de humo que asociamos con los clubs de jazz– soñaban con un par de sus zapatos. Cuñas: En 1935, Benito Mussolini invadía Etiopía y, como resultado, la Liga de Naciones llamaba a sanciones económicas contra Italia, que se tradujeron en una severa escasez de acero de buena calidad. En Florencia, Salvatore Ferragamo, el diseñador de calzado más destacado de la década de 1930, se desesperaba ante la imposibilidad de fabricar zapatos de calidad con materiales tan escasos e inventaba una nueva versión del tacón de plataforma rellenando el espacio entre la suela y el tacón con capas de corcho de Cerdeña. El resultado, una suela muy ligera pese a su enorme volumen: la cuña. Entre sus fans, una actriz, cantante y bailarina que popularizó una mezcla de tendencias africanas y brasileñas denominada «Bahía» y que consiguió, con tocados y cuñas, parecer siempre más alta de lo que era. Se llamaba Carmen Miranda y medía 1,52 cm. Dos. Esos son los centímetros que debería tener un tacón ideal para que el peso del cuerpo quedara repartido de igual manera entre la parte delantera y la trasera. Es la opinión de los médicos, quienes recomiendan dejar para ocasiones puntuales los zapatos totalmente planos, porque no proporcionan un arco adecuado al pie, y los tacones muy altos, que obligan a presionar en exceso el metatarso y concentran el peso del cuerpo en los dedos de los pies. Estribos: Además de ser un invento esencial en la historia militar de la humanidad, los estribos de las sillas de montar también han sido decisivos en la popularidad de los zapatos de tacón. Solo hace falta mirar las botas de cowboy o camperas para observar lo útiles que resultan para encajar el pie en el estribo de la silla. De hecho, a los tacones de aguja se les llama stiletto en inglés por Giacomo Pirandelli, barón de Styletto a quien se atribuye la fabricación de unos tacones que mejoraban el rendimiento del jinete durante las maniobras ecuestres. Fetichismo: «Son mejores que el sexo y duran más» dijo Madonna, preguntada sobre sus zapatos de tacón de Manolo Blahnik. Gina: Los zapatos Gina llevan décadas en el mercado, siempre asociados a la más alta calidad de fabricación y al glamour. Un gran ejemplo de ello es uno de los modelos icónicos de la marca, fabricado en 1962, que incluye una rueda al final del tacón. Se llaman Gina porque su diseñador, el zapatero turco Mehmet Kurdash era fan de la actriz italiana Gina Lollobrigida. Hollywood. Las alzas que usaba Humphrey Bogart, las botas de tacón de aguja que Julia Roberts se subía con un imperdible en “Pretty Woman”, los zapatos de charol rojos y de tres centímetros de tacón con los que Judy Garland volvía a casa en “El mago de Oz”, el modelo de más de dos metros con el que un grupo de drag queens recorría el páramo australiano en “Priscilla, reina del desierto” o los modelos de las «chicas cla-cla» obsesionadas por la moda que desesperaban a Anne Hathaway en “El diablo viste de Prada”... El cine está lleno de tacones inolvidables. Izquierdo: ¿O derecho? Antes del siglo XX daba igual. Un par de zapatos se componía de dos piezas exactamente iguales. Junto (a los tacones): «Todo el mundo busca la felicidad. Y no se dan cuenta de que está ahí, junto a los tacones de sus zapatos». La cita es de Bertold Brecht. Kobi Levi: Conocido por haber creado piezas exclusivas para Lady Gaga, entre otras celebridades, Kobi Levi es un diseñador de zapatos caracterizado por diseños excéntricos y con un toque de humor que imitan tirachinas, toboganes, patos silvestres o el icónico aspecto de «la ambición rubia» (Madonna), por mencionar algunos. Uno de sus modelos más conocidos imita un par de zapatos que han pisado un chicle. Luis XV: Ancho en los extremos y estrecho en la parte central, con una altura no superior a los diez centímetros. Así es el tacón Luis XV, un diseño a modo de reloj de arena que toma su nombre del «Bienamado», quien fuera rey de Francia y de Navarra entre 1715 y 1774. Se dice que su antecesor en el cargo fue el primer hombre que utilizó tacones altos con el fin de disimular su baja estatura. Llopis, Ana María. En 2006, la presidenta del Grupo Día escribió un artículo reclamando soluciones imaginativas para que las mujeres no fuesen discriminadas en la dirección de las grandes empresas y corporaciones. Lo llamó “Orquestando la imparcialidad en los consejos”, porque se inspiró en el ejemplo de la Orquesta de Boston, que consiguió eliminar el sesgo de género al poner un biombo en las pruebas de selección, manteniendo así el anonimato de sus aspirantes, a quienes se pedía que se quitaran los zapatos para que el sonido no delatara su género. Merceditas: Nacieron como un zapato para niñas, pero en los años 20 del siglo XX se popularizaron también entre las adultas. Tienen punta redondeada, como las manoletinas o las bailarinas, pero son de tacón y se traban con una tira por encima del empeine. Fue uno de los modelos que hizo famoso a Manolo Blahnik, el diseñador canario de zapatos que ha triunfado en todo el mundo y cuyos diseños se conocen como manolos. Carrie Bradshaw, la protagonista de la serie “Sexo en Nueva York”, era tan fan suya que gastaba más de 400 dólares por par y estallaba en gritos al ver por primera vez sus merceditas: «¡Pensaba que eran una leyenda urbana!». Blahnik, uno de los responsables de la reemergencia de los tacones de aguja a partir de los años 80, es un firme defensor de los tacones de alturas imposibles. Suya es la frase de «Ponte tacones altos y cambiarás». No: Las lecturas feministas de mediados del siglo XX sobre los tacones altos, entre ellas la de Simone de Beauvoir, los rechazaron con contundencia, criticando que reducían la movilidad de las mujeres y eran un símbolo de su subyugación del que ellas mismas no eran conscientes. Aunque esas críticas no han desaparecido –recientemente, la autora Barbijaputa afirmaba que los tacones altos eran incompatibles con el feminismo–, textos más recientes hacen hincapié en la importancia de criticar la obligatoriedad o la prohibición de su uso para que las mujeres y los hombres tomen decisiones sobre su vestimenta con plena e igual libertad. Online: Así es como realizan la mayoría de sus transacciones los fabricantes de ciertas marcas de tacones. Los sevillanos masaltos.com dicen que sus ventas se han disparado desde la llegada de la venta por internet y que venden hasta el 90% de sus productos en la red. Los envían envueltos en cajas blancas para no desvelar el interior. ¿El porqué de tanto misterio? Que fabrican tacones para hombres. La clase de alzas que lucen famosos como Nicolas Sarkozy o José María Aznar pueden subir la estatura de un hombre hasta diez centímetros con modelos pensados específicamente para que el aspecto exterior no desvele la verdadera altura de quien los calza. Podología, Asociación de: Teatral, unisex, futurista, artificiosa... la estética del rock glam que triunfó en los años 70 se caracterizó, entre otras cosas, por poner de moda enormes plataformas que provocaron lo que los médicos de la época llamaron «el síndrome del hueso roto». En 1972, la Asociación de Podología de Nueva York las calificó como «extremadamente peligrosas». Aunque se habían fabricado antes y siguieron después, las plataformas son uno de los grandes iconos de estilo de esa década, en la que triunfaron tanto en el estilo Biba como en botas de gogó, zuecos o zapatos de inspiración tanto hippy como futurista. Quant, Mary: Se le atribuye, aunque en disputa con el modisto francés Courrèges, la invención de la minifalda, una prenda cuya popularidad disparó la de las medias y los zapatos que, de pronto, adquirieron mayor importancia. Entre los suyos, destacan los modelos inspirados en el calzado infantil y los modelos con tacón grueso, como el «cubano». A Quant, conocida por usar elementos naif como las margaritas, se la relaciona con la modelo Twiggy. Mucho más delgada y pequeña que las mujeres que triunfaban en la moda y el cine en los 50, Twiggy es considerada la primera supermodelo, un icono de los 60 y la reina del estilo swinging London abanderado por Mary Quant. RuPaul: «Ahora mismo, mido 1’95. Pero, con mi pelo, mis tacones y mi actitud puedo atravesar el techo, cariño». RuPaul, drag queen, modelo, actriz y compositora que se hizo famosa cantando “Don’t go breaking my heart” con Elton John y presentadora actualmente del reality show de talentos llamado “Ru Paul’s Drag Race”. Suelas: Cualquiera diría que son el elemento menos estético y llamativo de unos zapatos de tacón y, sin embargo, el diseñador Christian Louboutin ha convertido sus suelas de color rojo no solo en marca de la casa sino en uno de los elementos más judicializados de la industria zapatera mundial. En Europa y Estados Unidos, Louboutin se ha enfrentado a Zara, Yves Saint Laurent y Adams Footwear, entre otros, para evitar que nadie comercialice zapatos con suelas rojas como las suyas. Hasta ahora, la mayoría de tribunales le han dado la razón. «Desde que uso sus zapatos conozco París», le dijo una vez una clienta. «Los tacones me permiten tomarme el tiempo necesario para fijarme en su arquitectura». Thompson, Enma: La actriz inglesa recogió su Globo de Oro como Mejor Actriz en 2014 descalza. Con unos zapatos de tacón rojos en la mano, afirmó que eran de ese color por la sangre que había derramado al llevarlos. Se convirtió así en portavoz improvisada de la lucha de las actrices de Hollywood contra las severas directrices de vestuario de algunas galas y entregas de premios. Entre ellos, el Festival de Cannes que, en 2015, se enfrentó a duras críticas cuando se conoció que algunas actrices habían sido expulsadas de la alfombra roja por llevar zapato plano y no cumplir las normas de etiqueta del selectísimo evento. Quizá sea cuestión de clase: nadie en el festival vetó a Isabella Rossellini cuando llevó zapato plano para apoyar a sus compañeras. Unisex: Los relacionamos con las mujeres, pero los tacones están presentes en todo tipo de zapatos de hombres, mujeres y unisex. Botas camperas, zapatos de claqué o de flamenco, botas goth, antiguos modelos «de ópera» de estilo aristocrático, plataformas de estilo deportivo, botines eduardianos… todos llevan tacón y los usan tanto los hombres como las mujeres. Vivier, Roger: En la década de 1950, Roger Vivier era el diseñador de alta costura francesa. Pocas personas podían comprar sus exclusivos zapatos hechos a mano, que se vendían a precios desorbitados. Colaboró con Christian Dior durante diez años y diseñó para él extravagantes modelos de telas preciosas como el satén y la seda con abalorios tan exclusivos como los diamantes. Apostó siempre por la innovación y creó todo tipo de tacones: el de coma, ligeramente curvado hacia afuera; el choc, un desarrollo de ingeniería curvado hacia dentro formando un arco que partía del arco mismo del zapato; el tacón bola o el tacón alto con la forma en base de copa. Cuenta la leyenda que una clienta se quejó de que sus carísimos zapatos de salón con abalorios eran incómodos y que Vivier contestó: «¡Pero, es que usted ha caminado con ellos!». Westwood, Vivienne: La diseñadora de moda británica, quien se ha inspirado en el punk, el underground y el new wave para crear sorprendentes e inesperados diseños, es la autora de los zapatos de tacón más famosos de la década de 1990. Tenían 25 centímetros y, en la Semana de la Moda de París de 1993, Naomi Campbell no pudo mantenerse sobre ellos en la pasarela sin protagonizar una espectacular caída. La historia, sin embargo, le dio la oportunidad de reírse de sí misma y mostrar su espectacular dominio de la pasarela veinte años después: en 2013, se calzó los zapatos azules de lazos blancos de nuevo en televisión y consiguió caminar sin caerse. No eran los originales, que permanecen en el Victoria & Albert Hall Museum de Londres. Westwood, por su parte, mantiene su estatus como gran nombre de la moda y de los zapatos de las últimas décadas junto con otros como Christian Louboutin, Jimmy Choo, Prada o Manolo Blahnik. X, rayos: El Royal National Orthopaedic Hospital de Stanmore, en el Reino Unido, usa un aparato de rayos equis en tres dimensiones para diagnosticar lesiones en los pies y puede que esa tecnología sirva en el futuro, no solo para tratar posibles daños producidos por un uso continuado de calzado poco apropiado o malas posturas al caminar, sino para fabricar zapatos más cómodos y mejores. Yanturni, Pietro: En la entrada del local que tenía el zapatero italiano Pietro Yanturni en la Plaçe Vendome de París a principios del siglo XX, se leía: «Los zapatos más caros del mundo». Y nada más entrar se veían unos botines de tacón hechos con 500 plumas de ave, cuya confección había costado medio año de trabajo. Yanturni creó el tacón Pinet, una versión refinada del Luis XV y era famoso por usar exquisitos materiales antiguos difíciles de encontrar. Sus clientas debían esperar años por un par de zapatos y caminar descalzas en su estudio durante horas para que Yanturni estudiara sus pies a la perfección e hiciera réplicas perfectas que aseguraran un encaje impecable. Incluso las hormas de los zapatos que usaba para que estos no perdieran la forma eran exquisitas, hechas de madera de antiguos violines. Ziga, Itziar: En su primer libro, la escritora y activista feminista Itziar Ziga hace una encendida reivindicación de la feminidad «extrema, radical, subversiva, espectacular, insurgente, explosiva, paródica, sucia…». Basada en doce entrevistas a otras tantas mujeres, “Devenir perra” está dedicada a su madre, «que venía a buscarme al colegio erguida en sus tacones nueve centímetros parabellum».