2016 API. 17 CINE «Fuocoammare» MIKEL INSAUSTI {{^data.noClicksRemaining}} Artikulu hau irakurtzeko erregistratu doan edo harpidetu Dagoeneko erregistratuta edo harpideduna? Saioa hasi ERREGISTRATU IRAKURTZEKO {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Klikik gabe gelditu zara Harpidetu {{/data.noClicksRemaining}} Cuentan las crónicas que la última edición de la Berlinale estuvo marcada por el acuciante tema de la llegada masiva de refugiados a Europa y que esto hizo que se perfilara como clara ganadora del Oso de Oro el nuevo trabajo del documentalista Gianfranco Rosi “Fuocoammare”. El jurado, presidido por la actriz Meryl Streep, no tuvo ninguna duda al respecto. En cambio, entre la crítica y los enviados especiales se llegó a hablar de un premio coyuntural, e incluso de oportunismo, pues de no mediar la inmediatez del asunto, tal vez las bondades de la película galardonada no fueran tantas. La discusión en torno a “Fuocoammare” se centra en el punto de vista elegido por Gianfranco Rosi y eso que el cineasta lo defendió muy bien en la presentación a la prensa de su película junto a su principal protagonista, el niño Samuele Caruana. Sus detractores le achacan precisamente el haberse inclinado por la vida cotidiana de este pequeño habitante nativo de la isla de Lampedusa, mientras que los inmigrantes africanos se quedan sin voz, como víctimas colectivas de ese drama diario. El documentalista se defiende alegando que su intención era representar la mirada occidental hacia el problema, en cuanto que somos incapaces de ponerle un rostro a la tragedia humana y preferimos verla como una cuestión de mera estadística. Es lo que él llama el «ojo perezoso» y el niño representa metafóricamente la capacidad para abstraerse del horror y seguir, como niño que es, con sus juegos y sus despreocupados quehaceres, mientras va a la escuela o caza. También es justo admitir que el cine de Gianfranco Rosi suele resultar polémico en sí mismo desde que debutara dos décadas atrás con el documental sobre el Ganges “Beat Man” (1993), al que le siguió, tras su participación en un proyecto colectivo, “Below Sea Level” (2008), que le llevó hasta California para retratar a una comunidad asocial que sobrevivía en una antigua base militar ocupada. En su siguiente “El sicario, Room 164” (2010), el retrato ya se volvía más personal al entrevistarse en la habitación de un motel fronterizo con un buscado criminal a sueldo al servicio de los cárteles del narcotráfico. Ya más recientemente, llegaba su consagración internacional con “Sacro Gra” (2013), que le valió el León de Oro en la Mostra de Venecia. Es una obra muy definitoria de su estilo naturalista basado en la pura observación, a través del cual reflejaba de forma aleatoria a diferentes personajes reales que se mueven en el radio delimitado por un nudo de autopistas en la periferia romana. Su cuarto largometraje en solitario sigue el mismo método aplicado a una realidad de mayor impacto mediático, pero que el documentalista italiano no se toma con urgencia, sino con su habitual sentido de la cotidianidad. Para ello, estuvo más de un año en la isla de Lampedusa hasta reunir ochenta horas de material condensadas en un montaje final de una hora y cincuenta minutos. De esta forma, va surgiendo la filosofía existencial de las gentes de Lampedusa, que es una isla de pescadores con un reducido censo de seis mil almas. El título está sacado de una canción de marineros y las historias que la abuela le cuenta al pequeño protagonista son del mar. Allí siempre han sido solidarios con los refugiados por la sencilla razón de que sus tradiciones les llevan a aceptar todo lo que viene del mar, ya sea el alimento o el visitante. Se calcula que desde 1990, en que empezó el goteo de inmigrantes, han pasado unos 400.000, con más de 20.000 que perecieron en el intento de cruzar los 113 kilómetros que les separan del continente africano. Aunque “Fuocoammare” es una película sobre la vida, la muerte hace acto de presencia al final en toda su crudeza, ya que las duras imágenes de un grupo fallecido en la bodega de una embarcación sirven de cierre.