2016 MAI. 29 IRITZIA Guerrillero por los derechos DAVID BROOKS {{^data.noClicksRemaining}} Artikulu hau irakurtzeko erregistratu doan edo harpidetu Dagoeneko erregistratuta edo harpideduna? Saioa hasi ERREGISTRATU IRAKURTZEKO {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Klikik gabe gelditu zara Harpidetu {{/data.noClicksRemaining}} Michael Ratner –abogado constitucionalista, experto en derecho internacional y en derechos humanos, que falleció hace escasos días en Nueva York a los 72 años de edad– fue un maestro en emplear la ley como arma en las luchas políticas por la justicia social y en la defensa de los derechos y libertades fundamentales. Presidente emérito del Centro para Derechos Constitucionales, se integró en el equipo de abogados defensores de Julian Assange y Wikileaks, y fue fundador del grupo internacional de abogados que trabajó para representar a los detenidos en Guantánamo. Anteriormente fue presidente del Gremio Nacional de Abogados, asesor legal del presidente Jean-Bertrand Aristide de Haití y fundador de Palestine Legal, entidad dedicada a defender a activistas destinados a la causa de los derechos del pueblo palestino. Ratner retaba a los más poderosos en los tribunales en nombre de los más vulnerables: «lo hacía por una cuestión de principios». Aunque perdió numerosos casos, sus derrotas tenían cierto halo triunfal porque cumplía con el propósito de exhibir las violaciones de leyes y derechos humanos por parte de las autoridades, mientras les obligaba a justificar sus posiciones inmorales e ilegales en sus propios tribunales. A la vez, se lograba elevar el perfil público de estos casos, al no permitir que se ocultaran los hechos, para, junto con otras organizaciones y movimientos, exigir justicia. A veces también ganaba. Su victoria más notable se sitúa en 2004, cuando la Corte Suprema dictaminó que los detenidos de Guantánamo sí tenían derecho a cuestionar la legalidad de su detención como «combatientes enemigos» ante la Justicia estadounidense, un fallo sin precedentes. Anteriormente Ratner participó en distintas demandas: contra el presidente Ronald Reagan por financiar a los contrarrevolucionarios en Nicaragua; contra el presidente George Bush padre por la invasión ilegal de Irak; frente al secretario de Defensa Donald Rumsfeld por autorizar el uso de torturas... Su primer caso de perfil alto fue contra el Gobierno del Estado de Nueva York para obligarlo a encausar a los policías que habían matado a los presos en el famoso motín de Attica (1971). Tajante crítico de las injusticias cometidas por los distintos gobiernos estadounidenses dentro y fuera del país, nunca sucumbió al veneno del cinismo. En 2011, en una entrevista concedida al periódico “La Jornada” con motivo del décimo aniversario del 11-S, Ratner señaló: «El carácter mismo del país ha cambiado con la gente común aceptando las violaciones del gobierno a sus libertades, al derecho internacional, así como a nuestra propia Constitución, al admitir también que el Gobierno ahora puede espiar a cualquiera sin autorización judicial… Todo con la justificación oficial de la ‘guerra contra el terrorismo’. Jamás hubiera anticipado todo esto antes del 11-S… Culpo a George W. Bush por impulsar todo eso, pero también culpo a Barack Obama por continuarlo». Ratner fue uno de los luchadores más prominentes contra «todo eso», además de un destacado defensor del derecho a la disidencia que vivió en primera persona. En los años 60, en su época de estudiante en la que coincidió con la activista afroamericana Angela Davis, fue alumno de Herbert Marcuse. Corría el año 1968, cuando estudiaba leyes en la Universidad de Columbia y fue testigo y víctima de la represión contra el movimiento estudiantil. Durante los últimos años, Ratner solía comentar que lo que le daba esperanza eran las constantes expresiones masivas de disidencia, tanto dentro como fuera de Estados Unidos, así como los efectos de las filtraciones al público por parte de Wikileaks y los Snowden, que de repente, al revelar información secreta oficial, hicieron temblar a gobiernos del mundo, incluido el estadounidense, que hasta entonces habían gozado no solo de opacidad, sino de impunidad al llevar a cabo maniobras y políticas que, según Ratner, son patentemente ilegales, incluida la detención arbitraria, el asesinato por drone, tortura, secuestro y espionaje masivo de sociedades. Ratner salía a la calle no solo para disfrutar de su ciudad adoptada y su querido Greenwich Village, sino también para participar en las grandes manifestaciones sociales contra las guerras, por la defensa de las libertades civiles y los derechos fundamentales. La última vez que lo vi fue en un acto de solidaridad con la Coalición de Trabajadores de Immokalee. Como siempre, se le notaba feliz de estar rodeado de su gente, fueran los disidentes estadounidenses o jornaleros mexicanos y haitianos, palestinos y judíos rebeldes, entre tantos otros. El legado de Ratner son sus miles de alumnos y colegas, además de los pueblos, incluido el suyo, quienes, lo sepan o no, se beneficiaron de este velador por sus derechos y libertades. Ratner fue un guerrillero por los derechos. Los de todos nosotros. Michael Ratner fue uno de los abogados más temidos por aquellos que abusan del poder, anulan los derechos, suprimen la disidencia o violan los derechos humanos; desde presidentes estadounidenses hasta dictadores y agencias de inteligencia.