2016 IRA. 04 ARQUITECTURA Caja Cerámica IñIGO GARCIA ODIAGA {{^data.noClicksRemaining}} Artikulu hau irakurtzeko erregistratu doan edo harpidetu Dagoeneko erregistratuta edo harpideduna? Saioa hasi ERREGISTRATU IRAKURTZEKO {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Klikik gabe gelditu zara Harpidetu {{/data.noClicksRemaining}} El Terra Cotta Studio es la última obra del estudio de arquitectura vietnamita Espacio Tropical. Construido por encargo del artista y ceramista Le Duc Ha, el edificio es un cubo perfecto de siete metros de lado, que aparece como un objeto texturado sobre los campos de arroz del paisaje horizontal de Vietnam. El solar está ubicado al lado de un río en las afueras de la ciudad costera de Hoi An, en la región central del país. El edificio está dedicado a la creación de esculturas de arcilla y cerámica, así como a albergar los espacios de galería, en los que el artista puede mostrar su trabajo al público. La construcción se divide así en dos espacios, uno inferior que alberga el taller y otro superior en el que se guarda y clasifica la obra terminada. Las inundaciones, que afectan cíclicamente a la región, fueron determinantes para cerrar el diseño final del edificio. El espacio superior del bloque, más seguro, se dedicó por esta razón a zona expositiva de las obras terminadas, de modo que quedase garantizado que estas permanecen a salvo si el río se desborda y fluye hacia el interior de la edificación. La fachada perforada exterior es la envolvente calada que da soporte a una estructura ligera a base de marcos de bambú local, que es utilizada tanto como escaparate de la obra del artista, como almacén de secado de los productos cerámicos. Ese gran espacio está diseñado, además, gracias a la presencia de dos grandes bancos, como un lugar dedicado a descansar, relajarse y tomar el té, un acto necesario en las relaciones comerciales y sociales de la región. Todo este espacio se formaliza sobre una plataforma de hormigón armado, que separa este espacio más público y representativo del área del taller, más privada e íntima. La capa más externa del estudio es una piel de arcilla de ladrillos macizos, que recupera la imagen de los hornos tradicionales de cocción de cerámica de la región. En cierto modo, la construcción a base de ladrillo que caracteriza el estudio también recuerda la arquitectura monumental de la cultura Champa, muy presente en la zona y que tuvo su apogeo entre los siglos IV y VII. Las celosías caladas de la envolvente permiten el paso del viento a través de sus agujeros intercalados, posibilitando una ventilación natural que ayuda a mantener un clima interior adecuado mediante una tecnología de bajo coste. Esta fachada dista bastante de ser un cierre hermético o una membrana impenetrable. Es más bien, una piel porosa que permite al artista sentir el viento, el frío del río y el sonido de la naturaleza que lo rodea. De este modo, el entorno rural tropical que rodea el edificio se filtra hacia el interior, al mismo tiempo que es capaz de construir una cierta privacidad para el artista. El interior del estudio está totalmente ordenado por la estructura de madera, que mediante módulos de 60 centímetros divide en cuadrados todo el espacio, integrando estantes en los que reposan las obras de arte que están en ejecución. Una escalera apoyada en esa estantería conduce al piso superior, incorporando el taller y el espacio expositivo. A través de ese recorrido el visitante del taller puede disfrutar de las vistas sobre las orillas de los ríos, los huertos cercanos y conectar ese paisaje con la obra del artista Le Duc Ha. En la planta baja, el centro geométrico del edificio está ocupado por una gran mesa giratoria en la que trabaja el artista. Un óculo en el piso superior conecta directamente ese lugar casi sagrado de la creación artística con la luz y el cielo. Toda esta escenografía formal pretende cautivar con un cierto misticismo el trabajo del artista, presentando las obras en un constante diálogo con la luz cenital que baña el taller, desde el amanecer hasta el crepúsculo, como si la luz y las musas fuesen una misma cosa. En el piso superior, en el espacio almacén que a modo de galería de arte expone las obras que están ya a la venta, la sensación espacial es totalmente diferente a la del estudio. Allí los visitantes pueden sentir el paso del tiempo sobre las obras de arte de terracota gracias al movimiento de la luz del sol que inunda todo el espacio. Aun así, este espacio también permite una cierta perversión, la de observar al artista que trabaja en la intimidad de su taller de la planta baja, espiándolo a través del vacío circular central, haciendo público el momento de la creación que por contra la arquitectura ha buscado sacralizar.