2025 URR. 05 PSICOLOGÍA Ironía (Getty) Igor Fernández {{^data.noClicksRemaining}} Artikulu hau irakurtzeko erregistratu doan edo harpidetu Dagoeneko erregistratuta edo harpideduna? Saioa hasi ERREGISTRATU IRAKURTZEKO {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Klikik gabe gelditu zara Harpidetu {{/data.noClicksRemaining}} Expresión que da a entender algo contrario o diferente de lo que se dice, generalmente como burla disimulada”. En otras palabras, la ironía dice sin decir, o dice varias cosas a la vez. Como en toda comunicación, hay un nivel explícito y otro implícito, uno evidente y otro subyacente. En lo evidente está lo concreto de lo dicho, pero en el implícito está lo emocional, lo realmente relevante para la persona que habla. Hay contextos en los que el uso de la ironía es una forma de jugar, de estimular o ‘picar’ a un otro con el que se tiene complicidad, con quien se mantiene un pacto tácito de que no importa las bromas que se hagan, que nunca habrá una intención hiriente real, sino solo un juego. Entonces, la ironía es una sokatira de toma y daca, que incluye la admiración por el ingenio del otro. En este sentido, la ironía que ambas partes entienden y usan cohesiona y hace de la relación algo seguro. En otros contextos en los que no existe este pacto inicial de seguridad, juego y admiración, el uso de la ironía tiene mayor potencial de romper la relación, o de que alguna de las partes se sienta agredida o engañada; independientemente de la intención de la otra. A veces, esa intención es agresiva, y otras no. A veces es como tirar la piedra y esconder la mano, y a veces lo que se tira no pretende ser una piedra sino una pelota que devolver. Dirimirlo implica, por un lado, conocer suficientemente a quien usa la ironía. Y es que una burla, de nuevo, no tiene por qué conllevar la agresión o la humillación, todo depende de la intención. En relaciones poco establecidas, usar la ironía tiene sus riesgos, precisamente por no saber cómo lo recibirá la otra persona, cuál es el nivel de juego al que está acostumbrada o cuales son sus límites internos sobre este tema o el otro. Suele ser recomendable esperar a conocer algo de esto antes de empezar a jugar a la burla. En otras ocasiones, siempre hay quien usa la ironía como forma de comunicar algo que le molesta pero con el temor de hacerlo abiertamente, de ahí su vivencia como un comportamiento pasivo-agresivo. La ironía en este caso deja una puerta abierta a evitar la confrontación directa -que no necesariamente dramática-, jugando la baza de “era broma”, o escaquear la responsabilidad de la propia opinión, deseo o enfado, transformando, por ejemplo, un “quiero que tengas en cuenta mi trabajo” por un “si no vengo mañana, ni os enteráis, ¿eh?”. En este sentido, lo que parece una broma, oculta un dolor y un enfado del que es necesario hablar. Por supuesto que la ironía burlona tiene su poder, desactiva la respuesta directa y abierta, pero, a cambio, crea otro problema en las relaciones más frágiles, la desconfianza, la tensión y la distancia crecientes, que no se resuelven sino que se acumulan. El humor puede esconder muchas cosas pero, si nos esconde a nosotros, a nosotras, deja de ser un disfrute.