Ainara Lertxundi
GARAren edizio taldeko kidea / Miembro del equipo de edición de GARA
La avenida Aqsa de la Ciudad de Gaza visiblemente dañada tras los ataques aéreos. (Mohammed ABED / AFP)
La avenida Aqsa de la Ciudad de Gaza visiblemente dañada tras los ataques aéreos. (Mohammed ABED / AFP)

Testimonios desde Gaza: «Pensé que no vería más el sol», «seguir viva es cuestión de suerte»

Maram Faraj y Hala Shoman son dos jóvenes gazatíes. Ambas forman parte del proyecto We Are Not Numbers. Desde la Franja de Gaza, sumidas en bombardeos, han compartido con NAIZ cómo están viviendo esta nueva agresión israelí y escalada bélica.

Desde la Franja de Gaza, Maram Faraj y Hala Shoman responden al cuestionario enviado por NAIZ. Ambas forman parte del equipo de We Are Not Numbers. Más que una web, recopila las voces de jóvenes gazatíes, sus vivencias, sus sueños, temores y proyectos de vida. Durante la presente agresión, su cuenta de Twitter se hah convertido en una herramienta fundamental para dotar de contenido a frías cifras de muertos y heridos.

Otros dos escritores de We Are Not Numbers que accedieron a participar en la entrevista, aún no han podido enviar sus respuestas por los bombardeos. Tanto Faraj como Shoman aseguran que nunca habían vivido ataques aéreos de tanta intensidad, ni siquiera en ofensivas anteriores.

Maram Faraj: «Víctima y rehén en mi propia tierra»

Graduada en Literatura Inglesa y Educación por la Universidad de Al Azhar de Gaza, Maram Faraj ama la escritura, la literatura y la historia de Europa. Su lema, «trabaja hasta que no sea necesario que te presentes porque tus actos hablan por ti misma».

Este es su testimonio:

«12 de mayo de 2021. Pensé que jamás volvería a ver la luz del sol. A primeras horas de la mañana, estaba durmiendo junto a mi familia cuando escuchamos una enorme explosión, nunca había escuchado una explosión semejante en toda mi vida. Juraría que esos 15 minutos mucho más violentas que otros bombardeos a los que Israel nos tiene acostumbrados.

Empecé a llorar mientras rezaba, me puse mi hijab y traté de conciliar el sueño. Pensé que no sobreviviríamos. Metí todas mis cosas en una maleta por si teníamos la oportunidad de salir de casa y de sobrevivir. Pero no podía ni siquiera mover mis manos ni tan siquiera era capaz de moverme para ir al baño. Empecé a notar un sospechoso silencio, pensé que el bombardeo ya se había acabado y gracias a Ala, así fue. Había acabado. Me quedé dormida durante seis horas, hasta que mi amigo Omar, que vive en Egipto, me llamó para saber si estaba bien. Me dijo que había leído que estaban bombardeando a civiles de forma aleatoria y que pensó que yo podría ser una víctimas más. No supe qué responderle. Sentí sus palabras como una puñalada en el pecho. Efectivamente, soy una víctima en mi propio país, una rehén en mi propia tierra, no puedo vivir normalmente como cualquier otra persona en otro lugar del mundo.

13 de mayo

Ese día mataron a 69 gazatíes, incluyendo a toda una familia. Fueron brutalmente masacrados hasta el punto de que era difícil identificar sus cadáveres. Decidí que tenía que hacer algo por gente. Me presenté como voluntaria para donar sangre para las personas heridas. Tenía miedo de ir al hospital por las escenas que me iba a encontrar. Tenía miedo de que las imágenes de los charcos de sangre se quedaran grabadas en mi retina y mi memoria para siempre. Me aterraba la idea de acabar siendo una víctima más, una herida más. Pero mi madre me dio la fuerza y coraje necesario. Ella es una médico jubilada de 67 años. Ella se ofreció como enfermera voluntaria a jornada completa, ella al menos tiene la posibilidad de salvar vidas. Es por ella y su ejemplo que he recuperado la fortaleza y que me siento capaz de hacer algo por mi pueblo. Siento cierto éxtasis al pensar que mi sangre correrá por las venas de las personas heridas. Me siento como una superheroína que está ahí dedicada a darlo todo sin importar el qué ni a quién».

Hala Shoman: «¿Por qué nadie actúa?»


Dentista y activista, desde 2012 ha trabajado como voluntaria en diferentes campos relacionados con el empoderamiento de la juventud, la salud y la prevención de la violencia de género. También trabajó como paramédico voluntaria durante la Gran Marcha del Retorno, que entre 2018 y 2019 dejó al menos 17 muertos y más de 1.400 heridos en Gaza.

«He vivido las tres últimas guerras, la de 2008, 2012 y 2014, pero no fueron como la actual. El nivel de agresión y la rapidez de la escalada bélica no tienen precedentes. Empezaron bombardeando torres residenciales, reduciéndolas a la nada como prometieron. Yo vivo en una de esas torres y podría tener el mismo destino que muchos otros gazatíes. Podría convertirme en uno de los cuerpos enterrados entre escombros como les ha ocurrido a amigos míos en otras matanzas a lo largo de la Franja. Es aterrorizante. Todo edificio es objetivo en Gaza, no podemos escapar a ningún lugar seguro. Aunque he vivido otros bombardeos, estos son diferente. Mi apartamento puede tambalearse violentamente, moverse como si fuera gelatina, incluso si el bombardeo es lejano, incluso si ocurre en el norte de la Franja. Se deja sentir una área muy grande alrededor del ‘objetivo’ bombardeado. Se percibe una sensación asfixiante y después todo explota.

Si alguna vez te has preguntado qué se siente durante un bombardeo, reúne a tus hijos y abrázalos La atmósfera ambiental será más acorde a la realidad. Luego, imagina el ruido de los aviones de guerra F16. Su sonido es único. Todo gazatí sabe distinguirlo muy bien. Luego, imagina una cosechadora que se acerca rápidamente hacia ti como si fueran perros sabueso. Sientes una fuerte presión como si estuvieras a 200 metros de profundidad en el océano. Abre los ojos y observa cómo tu casa y tú misma os sacudís violentamente como un toro furioso. Luego, se produce un sonido ensordecedor. Te tomas un tiempo, verificas que estás viva, miras a los niños. Están gritando y llorando por algo no que pueden entender. Te miran buscando respuestas, explicaciones, consuelo y seguridad. Tú los miras tratando de proporcionarles eso, pero tú mismo no estás seguro de qué hacer o qué decir. Este sería el caso si estuvieras cerca del barrio donde ocurre un ataque. Espero que usted no tenga que sentir eso. Los palestinos tenemos derecho a no sentirlo.

Es muy difícil y doloroso ver las imágenes de casas destruidas, de cuerpos entre los escombros, de niños heridos… No puedes desconectar o desprenderte de ninguna de esas imágenes, porque podrías ser uno de los muertos o heridos. El hecho de que siga viva es una cuestión de suerte. En cualquier momento puedes ser la próxima víctima, nadie está a salvo, ni es algo que puedas controlar, es cuestión de suerte.

Me gustaría preguntar a la comunidad internacional sobre sus tratados, convenciones y convicciones morales. ¿Por qué no nos tratan como a seres humanos? ¿No se nos considera seres humanos con derecho a tener una vida pacífica, libre de ocupación y de apartheid? ¿Por qué nadie apoya el derecho de los palestinos a la autodefensa?

Y lo que es más importante, sabemos que la comunidad internacional puede imponer sanciones políticas y económicas, boicotear e incluso aislar la ocupación si desea sinceramente poner fin a todas estas agresiones y violaciones del derecho internacional. ¿Por qué nadie actúa?».