
¿Por qué merece la pena acudir a la Final Four de la FIBA Champions League del Bilbao Arena?
Hapoel Holon y Tenerife por un lado; Ludwigsburg y Baxi Manresa por el otro, este es el cóctel de equipos que protagonizan la fase final del torneo de clubes de la FIBA y que se disputará este viernes y domingo en Miribilla. Hay motivos para que un campeonato no tan conocido sea una grata sorpresa.
«Es una lástima que no pueda acudir al Bilbao Arena, porque si pudiera, no me perdería la Final Four de la BCL porque promete ser un espectáculo muy divertido y de pronóstico muy abierto». Aunque sea poco dado a las sentencias, esta de aquí es obra de Juan Carlos Gallego Serrano –más conocido en el mundo del baloncesto por su apodo: «Cheatum6», entrenador de baloncesto de base y colaborador de webs especializadas como «Basketme» y autor de la inconclusa aunque genial «Crónicas Lituanas», y que ha tenido la amabilidad de hacer en NAIZ el análisis no solo a la Final Four de la FIBA BCL que se celebra en el Bilbao Arena de Miribilla entre el viernes 6 y el domingo 8.
«Lástima que Manresa llegue con tantos problemas en sus bases, siendo como es un equipo de Pedro Martínez, que siempre empieza por su entrenador y pasa en primer lugar por el puesto de base. Si no tuvieran estos problemas físicos, Baxi Manresa sería mi favorito, pero ahora, sin descartar al equipo catalán, ni el Lenovo Tenerife de Txus Vidorreta, que intuyo que será el equipo al que anime la gente de Bilbo, el Hapoel Holon israelí o el MHP Riesen Ludwigsburg de John Patrick tienen todas las opciones abiertas para ganar la que, en mi opinión es, sin duda, el torneo más divertido del baloncesto de clubes en Europa», añade Juan Carlos Gallego.
No es nuevo el cisma que existe entre la Euroliga y la FIBA desde finales del Siglo XX. Buena parte de los clubes más fuertes del continente, y otros emergentes como Saski Baskonia, quisieron romper con aquella suerte de burocracia anquilosada que suponía la Federación Internacional de Baloncesto, con los vicios heredados de la segunda mitad del Siglo XX, con un «pope» a nivel organizativo como Borislav Stankovic, secretario general de la FIBA entre 1976 y 2002.
Los propios clubes crearon la Euroliga, una Euroliga que disputará la Final Four en Belgrado los días 19 y 21 de este mes, con Anadolu Efes y Olympiacos por un lado, y los «clásicos» de la Liga ACB Real Madrid y Barcelona por el otro. Asimismo, también subsiste la Eurocup, que vivirá su final el próximo día 11 entre la Virtus de Bolonia y el Bursaspor turco en tierras italianas.
La FIBA ha deambulado durante muchos años a la deriva, malviviendo de los torneos de selecciones y con frecuentes encontronazos con la Euroliga por la saturación del calendario, las cesiones de los jugadores para las selecciones en sus famosas «ventanas» o la cíclica rumorología que sondea la «inminente» creación de una «División Europea de la NBA», momento en el que la Euroliga reclama su presencia a la NBA y ésta, como miembro de la FIBA, afirma su interés por extender sus fronteras mientras que, con la otra manos, refuerza la G-League o sus contactos en China, por ejemplo.
Un millón para el mejor
De un tiempo a esta parte, en todo caso, la FIBA Basketball Champions League es un torneo que, pese a reconocerse entre el público como «el tercero en discordia» tras la Euroliga y la Eurocup, está adquiriendo fuerza, al punto de recibir en su seno a equipos que han ganado la Eurocup –Lietuvos Rytas– y hasta han llegado a jugar alguna Final Four de la Euroliga –Unicaja–, u otros «animadores» como Bamberg o Hapoel Jerusalén, atraídos por una competición en la que no hay equipos de gran presupuesto –como pueden ser Virtus Bolonia, Partizan de Belgrado o Valencia Basket– y el ganador tiene garantizado un millón de euros contantes y sonantes. Sin salir de Euskal Herria, Bilbao Basket, que fuera finalista de la Eurocup de 2013 y que disputara la Euroliga de 2011, en la campaña 2020/21 decidió apostar por la FIBA BCL. «Quizá por ello, la FIBA haya apostado por Bilbo como sede de su Final Four, en cuanto que equipo que decide acudir con ellos y tiene visos de ser un club emergente a medio plazo», opina Gallego.
«El reclamo del dinero para los equipos está bien. Clubes como Lietuvos Rytas han podido hacer frente a deudas muy peliagudas por haber decidido dejar la Eurocup por irse a la BCL y equipos de Letonia y demás, cuyos presupuestos no van más allá del millón y medio de euros, les supone más atractiva una BCL que una Eurocup, en la que saben que difícilmente optarán a ganar el título –y el consiguiente billete a la Euroliga de la próxima campaña– y tendrán un calendario mucho más cargado de partidos y viajes», añade Gallego, que sin embargo, ve otro punto fuerte a la BCL de Miribilla.
«La Basketball Champions League de la FIBA, al menos este año, le ha comido la tostada a la Eurocup, y más tras el fiasco del Partizan de Zeljko Obradovic, al que se vendió como un equipo que ni de lejos era tan bueno. He visto los tres torneos continentales de clubes y, de largo, la BCL es el más divertido. La Euroliga se vende como la mejor de su historia, parece haberse olvidado de su idea de modernizar el baloncesto en Europa y está regresando a lo que fue el juego a aquellos años 90 que a tantas personas nos desenganchó del basket, si acaso momentáneamente», afirma.
Modelos de baloncesto
«No es tanto por los marcadores, sino porque se vuelve a jugar con esquemas de juego cerrados, sistemas en los que no hay espacio a la improvisación a pesar de disponer de jugadores con talento para ello; todo ello unido a arbitrajes que permiten que al jugador que corta sin balón se le puede agarrar y entorpecer de forma ilegal sin que se pite nada, lo cual traba mucho más el juego y acaba volviendo el juego monótono con un jugador con balón y otros cuatro estáticos», se queja Gallego, que añade que «además, esas no son buenas defensas, sino simplemente rudas, y poco más».
«El último experimento de equipo que jugaba por conceptos –el famoso «juego libre organizado» que precisa de la complicidad del entrenador con el jugador, otorgándole libertad para que este demostrara su entendimiento del juego tomando la mejor decisión cada vez– en la Euroliga fue el austríaco Martin Schiller en Zalgiris Kaunas, que es el peor sitio hoy día donde un entrenador innovador puede caer. Y Schiller aguantó un año en Lituania porque sus propios jugadores impidieron que lo cesaran, cosa que este año ha sucedido antes de cumplirse cinco jornadas; y, ¿para qué?, para traer a un entrenador de la "vieja escuela" como Jure Zdovc y acabar la Euroliga en último lugar», añade, al tiempo que se pregunta que «¿cómo es posible que un hombre de más de 70 años como Aíto García Reneses –que anda de año sabático y cuya sapiencia ha sabido aprovechar Israel González en el Alba Berlín–, sea el técnico más moderno de la Euroliga?»
En ese sentido, "Cheatum6" afirma que quien vaya a Miribilla «podrá ver un equipo típico de Pedro Martínez, creado a partir del juego de pases y con jugadores que se mueven constantemente sin balón y con una exactitud de momento en sus movimientos que denota lo trabajado que está. El Lenovo Tenerife de Vidorreta tiene desde hace años el juego entre Marcelinho Huertas y Shermadini, pero además luego gana mucho espacio con dos tiradores continuamente abiertos y en movimiento, jugadores listos como Doornekamp o Sastre. El Ludwigsburg es un equipo que asemeja a un equipo de la NCAA. John Patrick es muy duro y muchos de los fichajes que hace a principios de pretemporada acaban saliendo antes de un mes, pero los que aguantan su ritmo, imponen al rival una presión defensiva los 40 minutos, con defensas de dos contra uno constantes a toda pista, en un equipo que solo tiene un pívot sano en estos momentos, habiendo llegado formar plantillas otros años con una media de altura de 1,87 metros».

«El Hapoel Holon es quizá el equipo más "convencional", por así decir, pero su capacidad agonística los ha llevado hasta Bilbo, remontándole 15 puntos en el partido de vuelta a Strasbourg. En resumen, junto con el Cluj-Napoca rumano, equipo que perdió en el desempate de los cuartos de final ante Ludwigsburg, estos cuatro representan un torneo con mucha mayor riqueza en el juego. Cada cual a su estilo, son equipos a los que no les importan tirar a canasta en cuatro segundos, siempre y cuando vean que tienen una ventaja; son equipos a los que no les importa corrrer y arriesgar. Ello conlleva errores, pero son errores que suceden por ser valientes, algo que el espectador neutral debiera valorar, y mucho más cuando entran en rachas de anotación», culmina.
Nuevos y viejos jugadores
Empezando por los equipos ACB, que son los más conocidos para el aficionado medio, Lenovo Tenerife no es ninguna sorpresa. Es más, el seguidor de Bilbao Basket que acude a Miribilla reconocerá no solo a Txus Vidorreta y Marcelinho Huertas, sino que también a Sergio Rodríguez, Emir Sulejmanovic, Dejan Todorovic o Tobias Borg, todos ellos con pasado en el club bilbaino.
«Los referentes de Tenerife son claros, cuando todo empieza con el pick'n roll entre Huertas y Shermadini, pero Vidorreta ha elevado un punto la capacidad de juego de Sulejmanovic, consiguiendo que pueda meter hasta triples con fluidez, y ha conseguido hacer de Fran Guerra o Sergio Rodríguez jugadores ACB y ahora ha conseguido recuperar físicamente a Todorovic después de un par de años horribles con lesiones. Su forma de jugar es el mismo cada año, pero su calidad de ejecución hace que siga sacando rendimiento. Y aunque no me atreva a llamarlos favoritos, quizá su experiencia les sirva, ya que quizá esa falta de experiencia a la hora jugarse títulos sea el mayor escollo al que se enfrenten estos equipos», opina Juan Carlos Gallego.
Enfrente está un Hapoel Holon entrenado por el exjugador Guy Goodes, un histórico del basket israelí y que tuvo un breve paso por el Lobos Cantabria de la ACB a finales del Siglo XX y principios del Tercer Milenio. Este duelo, que dará inicio a las 18.00 del viernes, será el que ponga en marcha esta Final Four.
«Este es otro equipo veterano con gente con muchas tablas, como Joe Ragland –un trotamundos con pasado en Murcia, Lokomotiv Kuban, Estrella Roja y tantos más sitios– o Guy Pniny –38 años, histórico hombre de rotación del Maccabi–. El alero Chris Johnson, con 32 años, es uno de sus referentes, con los escoltas Tyrus McGee, Adam Smith y el mentado Ragland, más el pívot Michale Kyser son sus referentes», indica Gallego, un equipo que roza los 80 puntos y 20 asistencias por partido.
La segunda semifinal comenzará a las 21.00 entre Manresa y Ludwigsburg. «La clave de este partido será ver cómo llegan los bases de Manresa. Sobre todo si Sylvain Francisco está bien, los de Pedro Martínez, con los Thomasson, Moneke, Vaulet, Valtonen, Yankuba Sima... podrán afrontar el partido tan físico que presumo que les va a proponer el Ludwigsburg. De otro modo, está por ver el resultado», insiste Juan Carlos Gallego, ya que el propio cuadro alemán viene con el físico tocado.

«La presión a toda pista es innegociable para el cuadro alemán, y eso es muy sacrificado pero atractivo de ver para el público, porque se ve cómo el rival se precipita, comete errores al ver que Ludwigsburg aprieta y muerde sin parar, buscando el dos contra uno defensivo, aunque ese desgaste físico les pase factura muchas veces en el ataque estático», advierte "Cheatum6".
Se supone que es un equipo con jóvenes jugadores, aunque tenga a todo un cuarentón como Tremmell Darden –ex de Unicaja, Real Madrid, Olympiacos, Besiktas, Zalgiris...–, su principal referente es el escolta Justin Simon, que promedia 14,6 y 7,5 rebotes esta BCL. «No comprendo cómo es que está en Ludwigsburg, procedente del Ratiopharm Ulm, y no haya algún equipo Euroliga llamando a su puerta», se sorprende Juan Carlos Gallego. Junto a Darden, el cuadro alemán cuenta con Jonah Radebaugh como escudero desde el exterior –14,5 puntos– y Ethan Happ en el juego interior.
De los cuatro equipos clasificados, Manresa es el único que supera los 80 puntos y 20 asistencias de promedio –Hapoel Holon y Tenerife calcan sus números en anotación y asistencias–, siendo el Ludwigsburg el menos exuberante en números. «El mayor mérito que les doy a los cuatro equipos es de dónde proceden muchos de sus jugadores, porque expone que el talento se puede encontrar y trabajar casi en cualquier parte», expone Gallego.

«Los de Tenerife son más conocidos, ¿pero y Manresa? Los Syilvain Francisco, Thomasson, Moneke... son jugadores que provenían de las segundas divisiones de Francia y otros países desperdigados por Europa. Y estoy convencido de que muchos de ellos no solo ya tienen a algún equipo de Euroliga, o incluso de la NBA como puede ser el caso de un Royce O'Neale, por poner un ejemplo, que ha dado el salto de Gran Canaria a Ludwigsburg y de Alemania a los Utah Jazz. Uno de los deberes que le achaco a la Euroliga y a la Eurocup es que se repiten los patrones: los mismos equipos, los mismos entrenadores, los mismos jugadores... el mismo patrón de juego, como si caminaran en un circuito cerrado y casi exclusivo. Ello produce que el espectador se aburra porque sabe más o menos lo que va a suceder; cómo se van a mover los jugadores, cómo van a reaccionar los entrenadores, qué equipos llegarán a las fases finales... La FIBA BCL hace de la necesidad virtud, pero demuestra que el baloncesto es mucho más rico y más complejo, y en definitiva mucho más divertido», subraya.
«No sé quién jugará la final –del domingo a las 20.00, indica Gallego a modo de corolario– y quién tendrá que ir a por el dinero que le corresponde al tercer clasificado –duelo que arrancará a las 17.00–, pero no me sorprendería nada que algunos de los jugadores que destaquen en esta Final Four, y en general los que han venido destacando en esta FIBA BCL en equipos como el Cluj, que para mí ha sido quien mejor ha preparado los partidos, Nymburk, Promiteas... los veamos en poco tiempo en la Eiuroliga y más de uno se pregunte "¿por qué estos jugadores no llegaron antes al máximo nivel?" Pues la respuesta parece clara: porque solo los equipos de la BCL se molestaron en buscarlos».
