Beñat Zarrabeitia
Los jugadores de Estados Unidos e Irán, en el Mundial de 1998.
Los jugadores de Estados Unidos e Irán, en 1998 en el estadio de Gerland en Lyon, en el duelo definido como «el partido de la paz».
NAIZ

EEUU-Irán: Fútbol y geopolítica se funden en el gran duelo entre dos enemigos íntimos

Pese a que EEUU e Irán no cuentan con relaciones diplomáticas, únicamente las mantienen de forma interpuesta a través de las Embajadas de Suiza en Teherán y la de Pakistán en Washington, ambos países volverán a enfrentarse en un campo de fútbol por tercera vez en menos de un cuarto de siglo. Un encuentro decisivo y en el que, además del apartado deportivo, el trasfondo geopolítico tiene un peso evidente. De hecho, durante las jornadas previas, la tensión entre delegaciones ha crecido de forma notable. Según explicó en Twitter el corresponsal de la cadena ESPN Jeff Carlisle, las cuentas del equipo norteamericano modificaron la bandera de Irán «deliberadamente», con el objetivo de «expresar el apoyo a los manifestantes» en el país asiático. Asimismo, indicó que dicho gesto «fue consultado a expertos en temas iraníes» y que «no se informó a Berharlter y los jugadores». La modificación únicamente se efectuó en las imágenes difundidas en las redes sociales, ya que en la web del Team USA se ha mantenido la enseña oficial de la República Islámica de Irán. No obstante, lo sucedido ha provocado un importante malestar en Teherán, desde cuya agencia oficial IRNA se daba cuenta de la intención del conjunto iraní de solicitar a la FIFA la exclusión del equipo de los yanks por tratarse de «un caso de discriminación».

La tensión también se hizo presente durante la rueda de prensa oficial que ofrecieron el capitán estadounidense Tyler Adams y su técnico Gregg Berhalter. Ambos fueron cuestionados sobre el affaire de la bandera, ante los que el entrenador pidió «disculpas» y señaló el «desconocimiento» existente dentro del vestuario en relación con la decisión comunicativa de su federación. La conferencia, además, estuvo marcada por las preguntas de los periodistas iraníes sobre el racismo «sistémico» existente en EEUU, la situación de las fronteras estadounidenses, el auge de la inflación o el visado que se exige a los ciudadanos iraníes para entrar en el país de las barras y estrellas. Lo sucedido, que mostró el aplomo de Adams a sus 23 años, generó un gran impacto mediático y la propia CNN elaboró una pieza de alrededor de tres minutos. Asimismo, cabe recordar que antes de los partidos ante Inglaterra y Gales, Carlos Queiroz, el preparador del conjunto persa, fue interpelado sobre las protestas que se viven en el país asiático tras la detención y muerte a golpes de la joven Masha Amini.

El capitán estadounidense Tyler Adams y su técnico Gregg Berhalter. (Patrick T. FALLON/AFP)

Un ambiente que parece estar muy alejado del vivido el 21 de junio de 1998 en el antiguo estadio de Gerland en Lyon. Entonces, el duelo entre ambos conjuntos fue definido como «el partido de la paz», en lo que supuso el primer enfrentamiento futbolístico entre EEUU e Irán. Antes del encuentro se realizó una protesta feminista, mientras que dentro del recinto se establecieron grandes medidas de seguridad con la policía francesa y agentes de seguridad del país persa retirando pancartas con el gobierno de Teherán y cargando contra los exiliados. Un total de 30.000 iraníes, llegados desde diversos puntos de Europa, presenciaron un partido histórico en directo. El que no pudo acudir, pese a mostrar su intención, fue el entonces presidente estadounidense Bill Clinton, cuya hija Chelsea era conocida en aquella época por ser una gran aficionada al soccer.

En 1998, cargas policiales en las gradas, regalos de flores y foto conjunta en el verde

Antes de comenzar, los jugadores del conjunto persa entregaron un ramo de flores a cada jugador norteamericano y su cuerpo técnico, antes de que los 22 protagonistas iniciales posasen conjuntamente en una foto de fuerte carga simbólica. Por parte del elenco asiático, formaron Abedzadeh, Khakpour, Mohammadkhani, Zarincheh, Pasazadeh, Mahdavikia, Bagheri, Estili, Daei y Azizi, con las incorporaciones de Mansourian, Peyravani y Sadavi en la segunda mitad. Por su parte, en el equipo estadounidense se alinearon Keller –que luego jugaría en el Rayo–, Hejduk, Pope, Dooley, Regis, Tab Ramos, Cobi Jones, Claudio Reyna –cuyo hijo forma parte de la plantilla de EEUU actualmente–, Wegerle, Max-Moore y McBride, mientras que Stewart, Preki y Maisonneuve entraron de refresco. En un encuentro con el suizo, el Estado neutral por excelencia, Urs Meier como árbitro, los asiáticos fueron superiores e hicieron méritos para obtener la victoria. Estili y Azizi marcaron los tantos iraníes, el equipo estadounidense envió tres balones a los palos, invalidando el postrero gol anotado por McBride. El sueño asiático acabó en la siguiente jornada tras perder ante Alemania. Año y medio después de la cita gala, el 16 de enero de 2000, ambos conjuntos disputarían un partido amistoso en Rose Bowl de Pasadena en Los Ángeles, saldado con empate a uno.

El de Qatar será el tercer envite futbolístico entre dos países enfrentados desde hace más de cuatro décadas. Durante buena parte del siglo XX, EEUU apoyó el régimen del Sah de Persia, que gobernó entre 1941 y 1979, hasta la llegada al poder de los Ayatolás, con los que Irán se convirtió en una República Islámica. La escalada de tensión entre ambos Estados se multiplicó con la conocida como «Crisis de los rehenes», que se desencadenó tras la toma de la embajada estadounidense en Teherán y el apresamiento de 52 personas, en una captura que se prolongó durante más de 14 meses y que acabó con Argelia ejerciendo como mediador. Un hecho que provocó la ruptura de relaciones entre EEUU e Irán y tuvo una importancia capital en el desarrollo de las elecciones en las que Ronald Reagan derrotó a Jimmy Carter y accedió a la Casa Blanca. Lo sucedido, especialmente el rescate de 6 diplomáticos refugiados en el domicilio del embajador de Canadá y su esposa. Algo que fue recogido por Ben Affleck en «Argo», el filme que dirigió en 2012, y que se hizo con el Óscar y el Globo de Oro a la mejor película.

Las fricciones entre ambos Estados se han repetido en numerosas ocasiones. Prueba de ello son los conflictos generados por el desarrollo del programa nuclear iraní, las sanciones mutuas o la escalada alcanzada durante el mandato de Donald Trump que contó con la muerte del General Qasem Soleimani, a principios de 2020 tras un bombardeo estadounidense, como punto álgido. Era la segunda figura más importante de Irán.

El camino abierto por Eskandarian

Apodado «el alambre de espino» por su contundencia y capacidad para evitar el avance de los rivales, Andranik Eskandarian fue uno de los mejores jugadores iraníes de los setenta. De origen armenio, nació en Teherán y fue campeón de la Copa de Asia con la selección persa en 1976. Desarrolló parte de su carrera en el Ararat, un equipo que cuenta con una política deportiva similar a la del Athletic, pero contando únicamente con futbolistas de origen armenio. Tras ser campeón de liga y copa con el Taj -ahora denominado Esteghal-, se marchó a la NASL para jugar en el Cosmos de Nueva York. Uno de los equipos de moda, en el que coincidió con mitos como Beckenbauer, Carlos Alberto, Chinaglia o Nesskens, además de otros jugadores importantes como el belga Frankie Van der Elst o el paraguayo Romerito. Tras dejar el estadio de los Giants, el Cosmos pasó a jugar en estadios indoor, dentro de una competición en la que Eskandarian disputó tres campañas. Obtuvo la nacionalidad estadounidense en 1984, abrió dos tiendas de deporte en New Jersey y su hijo Alecko llegó a jugar con los yanks hace dos décadas.

Su compañero Hassan Nazari, defensa que igualmente formó parte de la plantilla que ganó el título continental en 1976, también se marchó a EEUU paa jugar en los Dallas Americans y los Richardson Rockets de la Southwest Independent Soccer League, un torneo disputado a finales de los ochenta para ocupar el vacío dejado por la NASL. Tras su retirada, se instaló en Texas y realizó una importante contribución al fútbol base estadounidense, ya que como entrenador infantil ganó los trofeos nacionales con las promociones de 1987, 1988 y 1992. Como técnico, tuvo una importancia capital en el desarrollo de jugadores como Clint Dempsey, Nick García, Lee Nguyen u Omar González, que posteriormente debutarían la selección absoluta. Otros de los futbolistas que llegaron a jugar en la NASL fueron Parviz Ghelichkhani, que fichó por los San José Earthquakes o Iraj Daneifard que se enfundó la elástica de los Tulsa Roughnecks. Ambos fueron parte del elenco persa que disputó el Mundial de 1978, donde lograron un meritorio empate ante Escocia, pero cayeron ante Países Bajos y Perú.

Con la creación de la Major League Soccer en 1995, meses después de la copa del mundo celebrada en EEUU, se produjo la segunda oleada de jugadores iraníes en el fútbol norteamericano. El primero en llegar fue Arash Nouarouz, que militó en el Los Ángeles Galaxy y posteriormente llegaría Mohammad Khakpour para jugar en los New York Metrostars. Con el nuevo siglo, fue el turno de Khodadad Azizi en los San José Earthquakes y Steven Beitasour, el más duradero con una prolífica carrera en San José, Vancouver, Toronto, LA FC o Colorado.