Iñaki Zaratiegi
Los Crumb compartieron primero su amor por el cómic underground y después una vida como pareja sentimental y artística. Acabaron protagonizando sus propias historias, irónicamente autobiográficas.
Fotografías: Teddy Wolff

Robert y Aline Crumb, iconos contraculturales

Considerado como autor clave del nuevo cómic surgido en el underground contracultural de los sesenta, Robert Crumb compartió relación afectiva y oficio con la también dibujante Aline Kominsky, fallecida el año pasado. Fueron un dúo lúcidamente imaginativo e independiente.

Al cómic le costó ser aceptado como ‘noveno arte’, pero sigue sorprendiendo por original y atrevido. Entre sus protagonistas más influyentes sobresalen los pioneros de la explosión contracultural del siglo pasado. La escena usamericana en particular aportó un rebelde grupo de dibujantes.

Robert Dennis Crumb (Filadelfia, 1943) fue uno de los precursores de los tebeos provocadores, sexuales y hasta pornográficos, y a la vez cultos y progresistas, que revolucionaron el medio comiquero y la cultura en general. Con más de cuarenta años en activo, su firma es desde hace tiempo un rentable producto comercial, aunque ha mantenido su particular independencia.

En esta pasada primavera ha visto la luz la autobiografía ‘Memorias de R. Crumb, remembranzas y otras chanzas’, elaborada por el también dibujante Peter Poplaski y publicada en Libros del Kultrum. Es la reedición de ‘R. Crumb. Recuerdos y opiniones’ (Global Rhythm, 2008). Poplaski adelantó en 1998 el análisis ‘The R. Crumb Coffee Table Art Book’.

Los Crumb compartieron primero su amor por el cómic underground y después una vida como pareja sentimental y artística. Acabaron protagonizando sus propias historias, irónicamente autobiográficas.

El libro es un equilibrio entre texto y dibujo con más de 50 fotografías personales y 300 ilustraciones. Más un CD de melodías interpretadas por Robert al banjo y guitarra, con sus distintas formaciones instrumentales de sonidos tradicionales. Tras su colorismo y desparpajo, realiza personales análisis sobre la existencia humana.

El influyente dibujante se casó en 1978 con Aline Goldsmith (Nueva York, 1948), convertida por decisión propia en Aline Kominsky-Crumb por los apellidos de su primer marido y el de Robert. Fue también una precursora del cómic underground, pintora y editora; falleció el pasado noviembre.

Ha querido la casualidad editorial que la reedición de las memorias de Crumb haya coincidido con la publicación de la muestra integral en solitario de su mujer ‘Querido Callo. Comida, sexo, muerte, felicidad, amor, dolor’ (editorial Reservoir Books). Es la primera traducción y edición en lengua no inglesa de su trabajo ‘Love That Bunch’, de 2018.

Bajo ese seudónimo de Callo, sus dibujos, mayormente en blanco y negro, tienen unos trazos más difíciles de seguir y son tiras de índole muy personal y autorreflexivo. Poco le ayudó ser mujer en un gremio muy masculinizado. Y la sombra de su influyente marido ha sido siempre muy alargada. Su producción fue además mucho más reducida que la de Crumb. No ha tenido en consecuencia ni su reconocimiento ni éxito comercial. Pero fue una original pionera del cómic autobiográfico y autocrítico, en clave de irónico libertarismo femenino

CUENTOS DE HADAS

Robert fue uno de los cinco hijos de un militar de carrera y una madre adicta a los tranquilizantes y «completamente chalada», según el propio dibujante. Una familia desestructurada de ambiente católico conservador. Su amor por las historietas le viene de joven, cuando husmeaba en tiendas destartaladas preguntando por nuevos ‘libros de risa’, como entonces los llamaban. Su hermano mayor, Charles, suicidado en 1992, le empujó a dibujar para los fanzines que publicaban artesanalmente.

 

Retrato de Aline y Robert, realizado por el propio Crumb y fechado en diciembre de 2021.

Robert es radical sobre su infancia. «No entendíamos que vivíamos en una cultura comercial de bienes de consumo. Todo lo que había a nuestro alrededor se había comprado y vendido. Como estadounidenses de clase plató de cine en el que los valores conscientes que se nos inoculaban solo eran una parte de la película (…) vivimos cercados por la ilusión, cuentos de hadas concebidos por profesionales (…) los media crean mundos de fantasía y cuando tratamos de vivir en ellos no entendemos por qué no funciona. Una promesa que nunca se cumple».

Y añade: «Fuimos la primera generación del televisor, crecida en un mundo moldeado por zafios programas, películas, tebeos, canciones populares y anuncios publicitarios. Mi cerebro es un formidable vertedero donde se acumula esa bazofia y de ahí sale principalmente mi trabajo».

HUIDAS

En 1962 no aguantó más la mala relación de sus padres y se trasladó a Cleveland, trabajó elaborando tarjetas de felicitación y en 1964 se casó con Dana Morgan. La vida de pareja le abrumó, entró en el LSD y la marihuana y huyó en 1967 ‘para unirse a los hippies’, con su mujer embarazada. Jesse Crumb nació en la primavera de 1968.

Robert colaboró en publicaciones underground y dio el salto al San Francisco de la contracultura donde editó ‘Zap Comix’, pionera del cómic alternativo, que se desmarcaba radicalmente de lo infantil y el estilo superhéroes para habitar un mundo alternativo con el sexo como vehículo central. La publicación fue encuentro de nuevos dibujantes y Crumb creó una serie de personajes hoy ya clásicos: Mr Natural, Gato Fritz, Angelfood, Mr. Snoid...

Página del libro “A Short History Of America”.

El crítico Robert Hughes escribió que «el material de Crumb proviene de una honda consciencia del absurdo de la vida humana. A cierto nivel psicológico dejan de existir los héroes, los villanos, no hay heroínas e incluso las víctimas resultan cómicas».

ALÉJATE DE LAS FIESTAS

Crumb vivió altibajos familiares y nuevas huidas, en 1973 su relación naufragó definitivamente y no vio a su hijo durante siete años, aunque con el tiempo éste se convirtió en su estrecho colaborador. Falleció en accidente tráfico en el año 2018.

Robert fundó en los ochenta la revista ‘Weirdo’ y fue traspasando la frontera underground para convertirse en autor reconocido y fenómeno comercial. Conoció a Charles Bukowski, quien le aconsejó: «Eres bueno, chaval. ¡Aléjate de las fiestas!». Crumb confesó que tenía razón: ‘Lo último a lo que aspiro es a sentirme constantemente agasajado o citado como un puto famosillo (…) no quita que siempre deseara obtener reconocimiento para mi obra, pero prefiero mantenerme al margen, anónimo’.

Ambos colaboraron en ‘Tráeme tu amor’ y el dibujante ha tenido otras escapadas ligadas a la literatura: ilustró la biografía ‘Kafka’, de David Zane Mairowitz, o la novela ‘La banda de la tenaza’, de Edward Abbey. Su obra ha sido adaptada al cine, pero reniega de esa iniciativa. Más satisfacción le ha reportado verse reflejado en obras teatrales. El realizador Terry Zwigoff dirigió en 1995 el documental familiar ‘Crumb’.

VIEJA CHIMPANCÉ

También Aline Kominsky-Crumb tuvo una infancia no fácil: un padre alcohólico y violento y una madre a la que sintió ausente. Vivió la explosión hippie, se embarazó a los 18 años sin saber bien de quien, no pudo abortar porque era ilegal, dio al bebé en adopción y lo ocultó todo a su madre. Su padre murió casi a la vez y Aline, con 20 años, confesó haberse casado para escapar de la madre viuda.

Portada de la recién editada antología de Kominsky.

Como dibujante tenía un trazo que ha sido tildado de ‘feísta’ y en alguna ocasión se sinceró: «Los cómics de Robert estaban influenciados por un estilo antiguo y él fue muy hábil. Eran algo a lo que yo no podía aspirar y todavía me siento así. Es como otro reino. Podría hacerlo más artístico, lindos dibujos lineales con muchos patrones y sombreado menos torturado, si me pusiera a ello».

Había debutado en 1972 con la tira ‘Goldie, a Neurotic Woman’ y fundó la revista ‘Wimmen’s Comix’, con Trina Robbins. Fueron el primer dibujo femenino autobiográfico y la primera publicación de cómics creada por mujeres en EEUU. Aline abandonaría la revista para crear junto a Diane Noomin, ‘Twisted Sisters’, donde dio rienda suelta a su espíritu libre que se reflejó, por ejemplo, en la ironía sobre las amas de casa ‘Sex Crazed Housewife’. Después fue editora de la comentada ‘Weirdo’ y se dedicó sobre todo a la pintura. En 1981, la pareja de dibujantes tuvo una hija: Sophia Violet Crumb-Kominsky.

Aunque con estilos diferentes, el matrimonio trabajó en comandita dibujando sin pudor contradicciones, intimidades, peleas o reconciliaciones. Esos tebeos compartidos se recopilaron en ‘Drawn Together’ (‘¡Háblame de amor!’, La Cúpula, 2012).

Robert destacaba en el prólogo que «en el planeta viven seis mil quinientos millones de habitantes y somos la única pareja hombre/mujer dibujando juntos». Aline comentaría: «Debemos de ser unos genios únicos o algo parecido. No olvides que tengo un espíritu particularmente masculino, obligado a vivir en un cuerpo de mujer. Somos como dos viejos chimpancés que juegan al ping pong con sus ideas». Instalados desde 1991 en el sur del Estado francés, Aline publicó sus memorias ilustradas ‘Need More Love: A Graphic Memoir’ en 2007.

GILIPOLLECES

Desde que a los 15 años descubrió a Charlie Fry y su orquesta, Crumb fue un coleccionista compulsivo de viejos vinilos de 78 rpm, que compaginó con su dedicación a la música tradicional con el banjo y la guitarra. Su relación con el rock se plasmó como dibujante en la portada del LP ‘Cheap Thrills’, de Big Brother & The Holding Company de Janis Joplin, y elaboró todo tipo de carátulas, recogidas en 2011 en la antología ‘R. Crumb. The Complete Record Cover Collection’.

La fama y el éxito que acumuló el mundo underground convirtió la contracultura en un lucrativo business. Robert escribió: «A medida que el imperio Crumb se expande más allá de mi control, paso más tiempo dedicado al negocio que dibujando. Soy una máquina de hacer dinero».

Portada de la reeditada biografía de Robert Crumb.

Y en su biografía, reflexiona: «La vida se ha vuelto demasiado complicada, me he quedado empantanado en un mar de tejemanejes económicos, obligaciones legales, ataduras empresariales… ¡Una ristra inacabable de gilipolleces! Quería una vida sencilla, realista, supongo que es el karma que me toca por querer ser famoso (…) odio los negocios y el contacto con el dinero, uno de los inventos más repulsivos de la especie humana. Odio la cultura mercantil en que todo se compra y se vende sin dejar piedra por mover». Crumb asumió que había pasado de «ser un P.G. (pringao gilipollas) a un I.C. (icono cultural)».

TRASEROMANÍAS

Para algunas opiniones, el trazo de Crumb es cruzado, fluido, con buen control del oficio y le convierte en uno de los grandes del cómic. Para otras, es irregular y poco trabajado. Humorístico y provocativo, con un punto de vista corrosivo y casi surrealista, fue pionero en desenmascarar la farsa del liberalismo y su espíritu destructor y ha permanecido siempre como autor reflexivo y autocrítico en lo personal.

Su obra ha marcado a valores posteriores del tebeo norteamericano, fue influencia mayor de la generación de las revistas ‘El Rollo enmascarado’ o ‘El Víbora’ y emblema seguramente para el incombustible ‘TMEO’ gasteiztarra. En el mercado estatal ha sido publicado sobre todo por Ediciones La Cúpula.

Uno de los reflexivos dibujos autobiográficos de Aline Kominsky en su serie “Mi casa soñada”.

Crumb rechazaba ser «un artista de postalita para la contracultura. No quería ‘integrarme’. Fue cuando dejé salir mis perversas fantasías sexuales. Era la única vía de escape de ‘el dibujante underground más amado de América’». Comenta que la ‘muy religiosa generación’ de sus padres fue la de unos “asesinos en serie” en la Segunda Guerra Mundial, de impulsos naturales ‘retorcidos y perversos’. Y que él, «en lugar de medirme contra otros hombres, canalizo esos impulsos a través del sexo (…) es por eso que deseo estuprar a hembras voluminosas; de ese modo libero mi agresividad».

Las mujeres entradas en carnes han sido su emblema y, al parecer, problema: «he sido un esclavo de los culos. El cimbreo de un gran culo redondo de mujer mientras camina me produce el mismo efecto que el capullo tiene sobre la abeja. ¡Verlo es quererlo! Es primario, mi sexualidad es indudablemente extravagante y excéntrica (…) siempre he aborrecido mi apetito sexual, que de joven no me daba tregua. Vivía acuciado por la frustrada manía de hacer con (y a) las mujeres cosas estrambóticas o censurables. Mi conciencia vivía en un conflicto permanente que no fui capaz de solventar. La vejez es el único alivio».

MUJER LIBRE

En el epílogo de ‘Querido Callo’, la académica y especialista en cómic Hillary Chute, también estadounidense, etiqueta el estilo de Aline de feísmo modernista, consustancial a su discurso, estéticamente valioso. Aline abandonó ‘Wimmen’s Comix’ porque se acusaba a su marido de machista, sexista, pornógrafo o misógino. Pero no menos sexuada y descarada fue su propia impronta y ambos dibujaron a cuatro manos sus experiencias íntimas. Su hija, que debutó en 2011 con ‘Sophie Crumb: Evolution of a Crazy Artist’, los emuló sincerándose en historias autobiográficas como ‘Aborto’, en colaboración con su madre.

Portada de la serie de tiras de Aline, “Goldie: A Neurotic Woman”, del año 1972, considerado como el primer cómic autobiográfico femenino de la historia del tebeo.

Si la originalidad de su dibujo puede resultar difícil de leer, lo que hizo de Aline una destacada autora fue su sinceridad a bocajarro exponiendo detalles de su existencia como abusos paternos, drogadicción, sexo sin freno, masoquismo, cirugía plástica...

La citada Hillary Chute había escrito en la anterior recopilación de Kominsky ‘De qué sirve un Callo’ que Aline era «reveladora, divertida, irónica, íntima». Opina que «se niega a alejarse de sus propios deseos y reivindica su cosificación sexual como deseo activo». O que «el aparente autodesprecio hacia su mundo erótico se entendía porque considera la propia cosificación sexual como uno de sus pocos rasgos positivos».

La hija de la pareja, Sophie, que les dio en 2009 el nieto Eli, ha descrito a su progenitora como «una auténtica outsider dentro del underground, original y hecha a sí misma». Cree que su actitud provocadora «aportó al feminismo la libertad sexual, el derecho de ser anti políticamente correcta, hipersexual, a amar y también a ser azotada. Y eso es una parte enorme de lo que significa ser una mujer libre. No preocuparse por las normas o que te de igual ser aceptada por un grupo. Ella era una punk».

MASOQUISTA

La recopilación de las tiras gráficas de Aline se inicia con ‘El joven Callo. Una historia sin romance ni aventuras’, cómic explícito de 1976 sobre su descubrimiento del sexo en lo que hoy calificaríamos de pura violación.

En ‘¿De qué sirve un Callo?’, de 1980, da trece de sus aspectos negativos (no saber dibujar, ser zafia, beber demasiado, no ser buena hija ni nieta…) y dos positivos: su masoquismo como objeto sexual y el síndrome de compradora compulsiva. Una muestra de su particular personalidad y, según H. Chute, de la ‘inseguridad de ser mujer’.

 

Confesiones públicas de Robert Crumb sobre los “siete chacras” de su personalidad .

Precursora, en consecuencia, de los tebeos hardcore y del cómic autobiográfico, se ha analizado su influencia en nuevas comiqueras como la canadiense Julie Doucet, la norteamericana Alison Bechdel, la australiana Simon Hanselman y otras. Dibujantes que han normalizado la herencia contracultural, muestran diferentes maneras de entender la vida y la elección sexual y publican y exhiben sus obras en editoriales y tiendas abiertas al gran público.

EL MEJOR LAVAPLATOS

Tras haber conseguido exponer tardíamente en solitario en Nueva York en 2007 y profundizar en su mundo pictórico, Aline Crumb, considerada artista casi cutre, se coló poco antes de morir en el mundo fashion. La colección californiana Grover Rad elaboró una línea de ropa femenina con ilustraciones de ella y su hija sobre sus respectivas experiencias con el aborto. La originalidad tuvo eco en la prestigiosa publicación Vogue.

Crumb por su parte, que será octogenario a finales de mes, no ha renunciado a su crítica sobre lo que le rodea. Sobre todo, el mundo moderno: «Odio las multitudes en esas inmensas ciudades llenas de vehículos abominables, de estruendo, de ajetreo incesante y absurdo. Odio los coches y la arquitectura moderna; todo edificio construido después de 1955 debe ser derruido».

 

Influencias artísticas más importantes en su trayectoria creativa.

Repudia el dibujo realizado a través de la tecnología y revindica los lápices y la línea frente al pixel, como enfatizó en su encuentro bilbaino del Festival Ja! en 2013. Mantiene también una clara opinión sobre la dependencia de los creadores con el mercado, las modas y los medios. «La cultura comercial de los medios es un mecanismo frío y despiadado, diseñado para alimentar de dinero a los que la perpetúan, el mundo de las bellas artes y la industria del arte comercial se reducen a una cuestión de dinero (…) un artista serio no debería involucrarse demasiado a fondo en ninguna de las dos esferas; más le vale mantenerse en los márgenes».

Cuando preguntaron a Aline cómo era vivir con un ‘genio’ contestó: «lo que se siente de vivir con un genio es que Robert es el mejor lavaplatos que he conocido y es muy divertido hablar con él en el desayuno. Siempre se ríe de mis bromas y es mi mejor fan». Un día la tildaron de “parásita desprovista de talento” y respondió: «¡podría ser el título para mi próximo libro».