Agustín GOIKOETXEA
BILBO

El candidato Urkullu se estrena pidiendo «recuperar la fe»

Tras ser designado candidato a lehendakari por la Asamblea Nacional del partido, el presidente del EBB defiende que el proyecto jeltzale «ha funcionado durante 30 años» y es lo mejor «para la liberación nacional».

Momento de la Asamblea Nacional del PNV en la que han designado como candidato a lehendakari a Iñigo Urkullu. (Luis JAUREGIALTZO/ARGAZKI PRESS)
Momento de la Asamblea Nacional del PNV en la que han designado como candidato a lehendakari a Iñigo Urkullu. (Luis JAUREGIALTZO/ARGAZKI PRESS)

Día solemne el de ayer para el PNV, que cerró así su plácido proceso interno de elección de candidatos al Parlamento de Gasteiz por Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, así como a la presidencia de la Cámara autonómica y a Lehendakaritza. Su Asamblea Nacional, reunida en el Teatro Campos Elíseos de Bilbo, refrendó por unanimidad las propuestas realizadas por las asambleas territoriales y proclamó oficialmente a Iñigo Urkullu Renteria como aspirante a lehendakari.

La Bombonera de Bertendona, como popularmente se conoce al teatro centenario reformado integralmente, acogió a una mayoría de cargos públicos y del partido de esta época y de las pretéritas en un acto rodeado de solemnidad y con una escenografía muy cuidada. El Campos estaba a rebosar, con representantes institucionales al frente como el alcalde de Bilbo, Iñaki Azkuna; el diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao; la presidenta de las Juntas Generales vizcainas, Ana Madariaga; el portavoz en el Congreso español por Bizkaia, Josu Erkoreka; y la eurodiputada Izaskun Bilbao, también vizcaina, a los que se unió el exlehendakari Juan José Ibarretxe.

Urkullu accedió al patio de butacas entre aplausos y acompañado de los miembros del Euzkadi Buru Batzar. Tras saludar a sus compañeros de partido y escuchar la proclamación de los resultados de la Asamblea de boca de Jon Iñaki Zarraga, inició un discurso de aceptación de la candidatura, en el que trató de imprimir ilusión a la parroquia jelkide intentando romper con el tono monocorde que marca habitualmente sus discursos.

Lo hizo el nuevo candidato y líder del PNV remontándose a su trayectoria militante y familiar vinculada a las siglas, con recuerdo a todos los lehendakaris, desde José Antonio Agirre hasta Juan José Ibarretxe, exceptuando al actual y rival por el PSE. «Me siento emocionado al ser llamado como un eslabón más de esta cadena. Emocionado y fortalecido -enfatizó- para responder a la confianza que acabáis de depositar en mi persona».

Restando importancia al poder acumulado en estos años al frente del partido, el de Alonsotegi dijo que, «a pesar de interpretaciones públicas, nadie es más que nadie», precisando que apuestan por un «liderazgo compartido». No faltó tampoco la referencia a la izquierda abertzale en esa primera parte de la intervención, al referirse a su cambio estratégico pero tratando de menospreciar décadas de lucha y compromiso de los independentistas de izquierdas.

Dejar atrás el «trienio negro»

A partir de ahí, Urkullu imprimió al discurso un tono más incisivo, partiendo del «trienio negro que nos ha tocado vivir», que achacó al pacto PSE-PP, con quienes ha alcanzado sistemáticamente acuerdo puntuales en la Cámara autonómica o en otras instituciones. Lo hizo desde el tema que pivota actualmente todo en medio mundo, la crisis económica. «Euskadi no es una isla -constató-. Nuestras defensas estaban mejor pertrechadas, pero la pérdida de valores tradicionales, la inacción y la falta de liderazgo, han hecho que también aquí hayamos perdido posiciones. Hoy somos más pobres que ayer».

«El pacto que desde 2001 venían fraguando el Partido Socialista y el Partido Popular, y que ejecutaron la misma noche del 1 de marzo de 2009, ha fracasado. La estrategia que compusieron juntos en España para Euskadi ha fracasado. España ha fracasado en Euskadi. Ahora -remarcó- Euskadi pide cambio». De ahí que Iñigo Urkullu incidiera ante militantes y simpatizantes jeltzales en la necesidad de «recobrar la fe en un proyecto que ha funcionado durante treinta años. Un proyecto aparcado con indolencia por quienes han preferido mirar hacia abajo en lugar de seguir mirando hacia arriba».

El candidato, propenso al diálogo exclusivo con PSOE y PP en la CAV o en La Moncloa, abogó por un acuerdo entre partidos. El objetivo, avanzó, «para renovar y proyectar nuestro autogobierno en un nuevo acuerdo constituyente», recordando que esa apuesta la mantendrá como lo hicieron en el pasado, con la vista puesta en «volver a creer en Euskadi, con soberanía y autogobierno, construyendo país-nación con un proceso estratégico medido. Soberanía y autogobierno -puntualizó- de esta nueva Europa ya en construcción en este mundo del siglo XXI». Urkullu llegó a arrogar a su partido centenario el ser «el mejor instrumento para la liberación nacional. Con quienes -precisó- comparten el proyecto y el espíritu de la construcción de Euskadi en el día a día».

Esa habilidad en el pacto es la que, según dijo el aspirante a lehendakari, les ha permitido desde la oposición al tándem López-Basagoiti «conseguir que avance el autogobierno». De cara al futuro, añadió que el PNV será capaz de «abrir un nuevo horizonte cuando la sociedad vasca nos ponga al frente de la principal institución de este país».

En el colofón a su discurso de investidura, insufló ánimos a sus seguidores, viéndose ya como inquilino de Ajuria Enea, y situando al PNV como la formación capaz de superar los retos. «Un partido curtido en la adversidad, apreciado cuando gobernaba y responsable cuando ha estado en la oposición», subrayó, antes de recordar a sus compañeros: «Que nadie olvide que como abertzales nos debemos a la sociedad vasca, a todos sus hombres y mujeres».