Pese a la resaca de la primera noche de fiestas, tras una primera limpieza de las calles, todo ha quedado listo para que a las ocho en punto un año más toda Iruñea haya quedado paralizada en torno al acto que más caracteriza sus fiestas y por el que es mundialmente conocida, el encierro de los toros que se lidiarán por la tarde.

Finalizado el acto, los numerosos asistentes han participado de otra tradición obligada, la de reponer fuerzas con un chocolate con churros, para asistir después a la procesión de San Fermín, única ocasión en todo el año en la que la imagen del santo abandona su peana en la iglesia de San Lorenzo para ser saludado por el fervor de los iruindarras.

Es un rito imprescindible para muchos, tanto los que habitualmente viven en la ciudad como quienes residieron en ella y vuelven ocasionalmente pero valoran una tradición en la que se cumplimentan varias citas en las que los ciudadanos cantan jotas al santo, los conocidos «momenticos».

En la misa, el arzobispo de Iruñea y Tutera, Francisco Pérez ha deseado la «alegría» y la «paz» en estas fiestas y ha recordado a quienes no las pueden vivir en plenitud, ya sea por ausencia, por enfermedad o por sufrir las consecuencias de la crisis económica.

Finalizado el acto religioso, la calle ha vuelto a ser tomada por los iruindarras y foráneos, dispuestos a tomar el aperitivo, comer y acudir a la corrida de toros que por la tarde contará con los maestros Antonio Ferrera, Eduardo Gallo y Joselillo para lidiar a los toros que por la mañana han corrido el encierro.

A su término, las peñas marcarán de nuevo el camino para que los miles de visitantes se expandan por el Casco Viejo y participen en los numerosos espectáculos musicales gratuitos, después de la quema de la colección de fuegos artificiales, hoy a cargo de Pirotecnia de Altura, de Castellón.

NAIZ recoge toda la información de los sanfermines en su web especial y a través del blog de cinco intrépidos periodistas de GARA.