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Joan Herrera
Secretario general de ICV-EUiA

«Mi voto sobre la independencia depende de cómo vayan las cosas»

Desde el principio y sin fisuras, con Joan Herrera a la cabeza, ICV-EUiA se ha mostrado a favor del derecho a decidir de los catalanes como mecanismo para desbloquear la relación entre Catalunya y el Estado. Otra cosa es si su opción es la independencia, algo todavía por aclarar en una formación compartida por independentistas y federalistas.

Joan Herrera
Joan Herrera

¿Cuál es la hoja de ruta planteada por ICV-EUiA?
Nosotros planteamos dos cosas. Por un lado, el protagonismo del Parlament; es decir, el protagonismo no puede estar ni en el Govern, ni en un partido político, ni ahora en dos. Por lo tanto, necesitamos una comisión parlamentaria en la que participe todo el mundo, incluso los que están en contra. Además, necesitamos un pacto nacional a favor del derecho a decidir entre múltiples actores sociales, entendiendo que no es una cuestión de partidos, sino que tiene que haber un proceso de acompañamiento social, de forma que este proceso no solo sea de un Estado nuevo, sino de un país nuevo, en el que hablemos del marco de relaciones laborales, sociales, de la calidad democrática, etc. Si no lo hacemos así, las clases populares en Catalunya no van a vivir el proceso con entusiasmo. Es más, yo creo que hoy lo viven en parte con escepticismo, porque quien lo lidera no asocia el proceso a un escenario de conquista de derechos.

¿Qué calendario creen viable en este proceso?
Esta legislatura. Creo que es un poco infantil decir que tiene que ser necesariamente el año 2014 y, es más, creo que la fecha obedece al análisis por parte de Esquerra de que no aguantará el apoyo a CiU. Pero más relevante que la fecha son las etapas que hay que quemar y las mayorías que hay que consolidar, garantizando que se hace un proceso compartido para que no se haga realidad la máxima de Aznar, que dijo aquello de ‘antes de partir España, os vamos a partir el país’. Porque este país identitariamente es muy diverso.

¿Les generó contradicciones apoyar la Declaración de Soberanía junto a CiU?
Nos hubiesen generado contradicciones si la primera declaración se hubiese mantenido intacta. Para nosotros eran fundamentales dos requisitos: el protagonismo del Parlament, que se incorporó en la declaración, y este pacto nacional del derecho a decidir. Digamos que la contradicción es a posteriori, porque esto se aprueba el 23 de enero y todavía no hemos definido una hoja de ruta compartida.

¿No hay hoja de ruta?
Tengo muchas ganas de equivocarme, pero lo que veo es que no hay hoja de ruta y que hay un poco de improvisación. Las elecciones dejaron claro que los ciudadanos quieren ejercer el derecho a decidir, pero de una forma mucho más plural, con el protagonismo del Parlament y con el protagonismo de la ciudadanía.

¿Cuáles son los peligros de identificar el proceso con la acción de un Gobierno concreto?
El peligro de que el proceso se asocie a a CiU y ERC es que, en determinadas zonas de Catalunya, las clases populares vean con mucho escepticismo el proceso. Nosotros insistimos en que no hay que encarar el debate como un debate identitario, porque en Catalunya hay mucha gente que se siente solo catalana, hay gente que se siente más catalana que española, que es la mayoría y hay algunos que solo españoles. La cosa está muy cruzada. Además, la hegemonía de CiU puede hacer que al final el modelo de relaciones laborales sea el de Andorra y el modelo fiscal el de Irlanda.

Cuando se agote la posibilidad de la consulta, ¿qué escenario se abre? ¿Qué le parece la idea de convocar elecciones plebiscitarias?
Creemos que la consulta se va a poder hacer. Si al final resulta que no, pues ya hablaremos, pero no contemplamos otro escenario. Entre otras cosas porque las elecciones en lógica plebiscitaria están en otras claves. Yo no digo que el debate nacional no ocupe una centralidad. Aunque CiU lo utiliza como cortina de humo, el debate existe. Ahora, la gente no solo vota en esta clave y, por lo tanto, hay otros elementos, como el modelo de sociedad que queremos.

Pero no existen los instrumentos jurídicos para implementar el posible resultado de una consulta...
Estamos en un escenario desconocido. De lo que se trata es de ganar legitimidades y mayorías lo más amplias posibles. Junqueras decía que le valía con un 50% más uno, yo creo que te la juegas, porque en términos políticos, España no hace prisioneros. Me preocupa que fuercen mucho las cosas y que nos acabemos cargando cosas muy básicas, conseguidas por el catalanismo, que son muy importantes para el modelo de sociedad, como la inmersión lingüística.

Llegamos al día de la consulta. ¿Una sola pregunta o varias opciones?
Depende de cómo vaya la cosa. Porque una cosa es un escenario en el que te encuentras con la puerta cerrada a cal y canto por el Estado español, y otra cosa es que te abran un espacio para el acuerdo. Nuestra opinión la vamos a ir conformando dependiendo de cómo vayamos quemando las etapas. Lo que descartamos es el mantenimiento del statu quo. El día que haya que tomar la decisión sobre qué pregunta queremos y qué opción defenderemos, haremos un proceso de consulta interna entre militantes y simpatizantes, para que finalmente sea nuestro activo social quien decida cual es la opción que vamos a defender.

Vamos, que no me va a decir si votaría a favor de la independencia o no...
No te lo voy a decir, porque depende de cómo vayan las cosas.

¿Cree que el proceso catalán puede tener algún reflejo en Euskal Herria?
Eso no lo sé. Estamos en un momento de ruptura de los pactos de la transición, y no solo en el debate territorial. Todas las instituciones que emanan de la transición, la monarquía misma, están en crisis: el modelo judicial, las reglas del juego democrático, la democracia representativa que no da cauces para instrumentos de democracia participativa y deliberativa, etc. Por lo tanto, creo que el debate entre Catalunya y España, entre Euskadi y España, se suma a un debate que ya está en la sociedad española, porque está en crisis todo.