Iraia OIARZABAL

ACN, un negocio legal y tentador con tintes de estafa

«Imagine ganar dinero una y otra vez haciendo algo una sola vez». Mensajes como este son los que lanza la multinacional de telecomunicaciones ACN para atraer personas a su estructura multinivel. Trabajadores que deben pagar casi 400 euros para entrar en un negocio «fácil» pero que obliga a extender la red entre amigos y familiares para lograr esos jugosos «beneficios».

>Un trabajo flexible, a primera vista sencillo y con posibilidad de obtener elevados ingresos. Esto es lo que la multinacional ACN ofrece a las personas que acuden a sus convocatorias, de las que tienen conocimiento a través del boca a boca entre personas de confianza que ya forman parte de la empresa de origen estadounidense que se presenta a sí misma como multinivel. Un negocio tentador que no deja de generar dudas dada la dificultad de obtener esos beneficios, más si cabe cuando es preciso aportar una elevada cantidad de dinero -casi 400 euros- para ingresar en él.

Aunque esta empresa de telecomunicaciones opera dentro de la legalidad -en el Estado español está inscrita en la Comisión del Mercado de las Comunicaciones y de la Asociación de Empresas de Venta directa- su funcionamiento presenta serias lagunas éticas. Una persona que conoce de cerca sus movimientos, dado que intentaron «captarlo» hasta en tres ocasiones, explica a GARA su experiencia en lo que califica como un negocio «sectario».

Su primer contacto con ACN se produjo en setiembre de 2012, cuando fue citado en un hotel de Donostia para acudir a una charla en la que le sería presentado un «interesente negocio». «Primero un conocido me planteó por teléfono que había un producto nuevo que igual me podría interesar. Además, me insistieron en que les interesaba que yo estuviera allí para dar mi opinión sobre qué me parecía». Destaca que desde un primer momento la información era escasa y se limitaban a utilizar términos muy genéricos sin concretar en que consistía el negocio.

 

Una vez en el hotel, describe la reunión como una «americanada» donde proponen la opción de ser un representante independiente que factura directamente servicios de telefonía, internet, gas etc. Para ello, previamente es preciso pagar una cantidad de dinero. En este caso concreto, se le solicitó abonar 399 euros + IVA para entrar como trabajador de ACN. «¿Dónde se paga por empezar a trabajar?», es la primera duda que le asalta. Todo ello se explica en un vídeo al que se puede acceder en internet y donde se muestran las bondades del negocio a través de afirmaciones como: «Piense en el tiempo que la gente pasa hablando por teléfono, viendo la tele, navegando por internet, encendiendo la luz o el gas... ahora imagine que gana dinero cada vez que alguien hace una cosa de esas. Su vida sería muy diferente, ¿verdad?».

Escalar niveles

Para hacer más convincente el producto, esta fuente relata cómo durante la charla «varias personas que se supone que llevan ya unos años en ACN te explican que existen diferentes niveles en la empresa. Según cuánto amplías tu red y qué objetivos consigues vas subiendo. Se supone que son personas que han escalado bastante en esos objetivos y que te exponen lo buena empresa que es ACN, qué fácil se gana dinero y que lo único que hay que hacer es llevar la facturación de tus conocidos y llevarte un porcentaje con ello».

Sin embargo, la miga del negocio no se encuentra en la facturación de servicios de telecomunicación, por lo cual se recibe una comisión de entre el 0,25% y el 7% del importe de la factura en función del nivel -de entre los siete que tiene la empresa- en el que te encuentras, por lo que se entiende que es preciso un gran número de facturas para alcanzar grandes ganancias.

Ante estos tímidos beneficios, ACN centra la atención en otro aspecto por el que los representantes independientes pueden llegar a obtener bonificaciones: la «captación» de amigos y familiares que paguen otros 400 euros para entrar en la red. De esta manera, el representante puede escalar en la jerarquía y obtener más porcentaje de sus clientes.

«Se hablaba del dinero que se gana en pocos meses, desde 1.000 a 4.000 euros. Al final, te plantean una historia que en el corto-medio plazo te permite lograr dinero y que a través de tus amigos y conocidos consigues unos objetivo mínimos. Te intentan demostrar que esa inversión la vas a recuperar enganchando a otras cuatro personas y con los 400 euros que éstas aportan (1.600 en total). Claro que los recuperas, y ahí está el juego», expone.

Exenta de responsabilidades

En definitiva, el objetivo no es vender el producto a cuantos más clientes y aumentar así los beneficios, sino el «reclutamiento» de nuevos representantes independientes, para lo que invitan a centrarse en familiares y allegados, con el riesgo que ello conlleva al no garantizarse en ningún caso la recuperación de lo invertido. Tal y como consta en el contrato, el negocio es totalmente legal, pero, ¿es correcto?.

Atendiendo al contrato de representante independiente (RI), desde el primer punto ACN se declara exenta de cualquier responsabilidad relacionada con los beneficios del socio. Así, dicta que «el éxito profesional depende únicamente del esfuerzo individual» y que «no tiene garantizada la percepción de ingresos, beneficios o éxito profesional». Se trata de una cláusula que figura en varias ocasiones a lo largo del contrato, con lo que no cabe duda de que toda responsabilidad recae sobre el trabajador, independientemente de lo que se le haya prometido.

Promesas fuera de contrato que «se las lleva el viento

Con el problema encima de la mesa, cabe preguntarse por la magnitud del mismo y si, por ejemplo, ha llegado a manos de asociaciones de consumidores. Desde la asociación vasca EKA-OCUV, afirman no haber recibido reclamaciones relacionadas con «estafas piramidales», aunque indirectamente tienen constancia de que se están dando casos de este tipo, «en muchas ocasiones aprovechando la coyuntura de crisis». Señalan que cuando algún afectado decide denunciar, lo hace a través de abogados o de la Policía «debido a la vergüenza de reconocer públicamente lo que le ha pasado».

Rubén Sánchez, portavoz de Facua, confirma que a sus manos han llegado numerosas quejas y consultas relacionadas con ACN. Afirma que se trata de un terreno pantanoso ya que como asociación de consumidores cuentan con poco margen de maniobra. «No tenemos elementos suficientes como para poder afirmar que hay fraude. No tenemos pruebas ni documentación. El problema de todos los negocios que tienen este tipo de estructura es que cuando se engaña -si se engaña- se hace verbalmente en charlas», advierte. Es decir, que la empresa es legal y cuando se está prometiendo de manera engañosa una garantía de beneficios no se está haciendo sobre un contrato, por lo que queda limitada la capacidad de actuación.

Por ello, lanza un mensaje claro: «Cualquier promesa de beneficio, si no es a través de un contrato laboral, no hay que creérsela. Las palabras se las lleva el viento». Y añade que, si como en este caso, cualquier beneficio depende de tu capacidad como comercial o de que convenzas a más personas para que entren en el negocio, «nunca hay garantías».