Pablo CABEZA BILBO

Los vinilos también estarán presentes en la Azoka de Durango

El disco compacto cuenta con singularidad estructural cuando es digipack, posee tres o cuatro cuerpos o se sale del tamaño habitual. En estos casos, aporta una visualización que lo separa de la devaluada versión de caja plasticosa. No obstante, para empaque y presencia está el vinilo con su tamaño, más aún en ediciones de doble carátula. La Azoka de Durango no se queda al margen del pequeño reflote y ofrece una humilde mano de vinilos.

Lleva años el vinilo agonizando, si es que en algún tiempo no estuvo más tieso que un viejo dinosaurio. No obstante, pequeños sellos independientes internacionales y estatales comenzaron hace cinco años con su recuperación efectiva. Ediciones de 100, 500, 1.000 o 2.000 ejemplares comienzan a ser habituales en buena parte de los discos que editan los sellos independientes. Al fenómeno se han unido desde hace un par de años las multinacionales, que se apuntan con presteza a todo lo que no sea copiable, y, como siempre, después de que la prueba de mercado la hayan hecho las discográficas independientes, apoyadas mediáticamente por la ilusión que le ponen al asunto las distintas publicaciones escritas, tendentes a magnificar lo cool.

Una edición en vinilo supone una gran oportunidad para que el arte anime a la compra. No cuidar el diseño es contraproducente. Una mala portada en compacto, aún es más horrible aumentada diez veces. Mientras que lo contrario, induce a pensar que el contenido tiene que ser igual de atractivo. La percepción de grandiosidad todavía aumenta más si la carátula es doble. Si el lomo del vinilo destaca en nuestra estantería.

El vinilo añade más luz a su propuesta si la edición incluye estrías a color. Una opción que muchas discográficas están utilizando con acierto. Algunos recurren a 50/100 discos en color y el resto de la tirada en negro. Los primeros suelen volar, aunque para que funcionen este tipo de fetiches juega mucho el estilo de la banda y la fidelidad de quienes les siguen. Hay sonoridades que se prestan más al coleccionismo, al capricho de lo exótico.

Hace unos meses el sello B-Core reeditaba en vinilo el «Anti-Todo» de Eskorbuto, pero en esta ocasión con un vinilo repleto de estampados de colores. Singularizarse cuesta un poco más, pero redunda en un mayor interés.

Coherente y hasta decisiva, como viene siendo costumbre en muchas ediciones, es incluir dentro del vinilo un cedé sin caja o un código para descargarlo digitalmente.

De otra parte, los conciertos y el correspondiente puesto de venta improvisado, resultan fundamentales para ir dando salida al material.

El resumen de todo esto es que el vinilo continúa su ascenso, pero en un mercado tan pequeño como el nuestro no es sencillo sacar las tiradas. El riesgo es alto y los beneficios escasos. Los costes de un cedé son bajos, si se añade la crisis actual, el ambiente resultante no es el más favorable.

En cuanto al sonido, matemáticamente está demostrado que el vinilo posee más calidad que el compacto normal, pero, obviamente, necesita de un nuevo invitado en casa: el tocadiscos. Y con este, aunque no necesariamente, un amplificador y unas cajas. Problema resuelto si el escuchante es veterano y todavía conserva el viejo sistema. o si en casa los aitas han mantenido su viejo artefacto. En cualquier caso, y también gracias a los dj's que han demandado tocadiscos de forma considerable, las unidades a la venta tienen un precio más o menos asequible. La mayoría de ellos ya integran un pequeño preamplificador interno que facilita la conexión directa al ordenador, lo que permite, de paso, su digitalización de manera sencilla.

Vinílos clásicos

En otoño de 2010 Elkar-Oihuka apostaron por la reedición de unos cuantos vinilos de obras convertidas en clásicas por la historia. Volvieron a encontrarse en vinilo discos de Barricada («Noche de rock and roll»), La Polla Records («Salve» más extras: su primer ep), Kortatu («Kortatu» más dos canciones del primer disco compartido por cuatro bandas: «Manolo Rastaman» y «Mierda de ciudad», Cicatriz («Inadaptados» más extras: «Escupe y «Enemigo Público Número 1), Mikel Laboa («Bat-Hiru») y Ruper Ordorika («Hautsi da amphora»).

Todos esos vinilos vuelven a la presente Azoka con el añadido de dos referencias más, otros dos títulos clavados en la memoria: «Revolución», de La Polla Records, al que se le añaden «Ángeles caídos» y «Kamarraden» como extras, y «El estado de las cosas», de Kortatu. Otro de los imprescindibles de la leyenda rockera del país.

En cuanto a novedades Elkar ha editado en vinilo «Azukre koxkorrak», tributo de Ordorika a doce cantantes y grupos que rondaron lo más emocional de su vida. Gari se metió el 4 de julio de este año al estudio de Elkar y junto a Miguel Moyano, Txarli Solano y Karlos Aranzegi grabaron ocho canciones en directo «Elkar studio sessions. Live analogic recording», bajo la dirección técnica de Jean Phocas, lo que nos recuerda los primeros años de este profesional en los estudios que Xoxoa tenía en Galdakao a finales de los setenta y donde el músico y técnico grababa en analógico para soporte vinilo.Quién le iba a decir que treinta y cinco años después regresaría a ese estadio de tiempo y a trabajar con una bobina de 2 pulgadas y donde las equivocaciones se salvan, en muchos casos, con corte y pega de cinta.

Más delicadezas

Otro de los sellos más dados a las ediciones en vinilo es Gaztelupeko Hotsak. En su stand se podrá encontrar el vinilo, con cedé interior, de Norman y su álbum «Perkins». Disco que está pasando inadvertido a pesar de su calidad y valiente propuesta. Sugerente resultará asimismo el 10 pulgadas, más coqueto aún que el elepé con sus 12, del nuevo trabajo de Joseba B. Lenoir. El músico de Bera presenta «Tenpesta». Incluye cómic, con él como protagonista, portada doble, y cuatro temas cantados, a diferencia de «Instruak Vol. II», que era instrumental. La unión de Xabi eta Petti en cedé de hace tiempo, regresa en vinilo, pero se le añaden cuatro temas más. Capsula aporta cinco discos en vinilo, tres reediciones, la revisión de Bowie y el último álbum, «Solar secret». Sin obviar las referencias en clave de jazz de la Big Band de Gasteiz, en cuatro preciosos 10 pulgadas, qué capricho. Gaztelupeko Hotsak posee además un amplio catálogo en vinilo de años anteriores.

Tras la disolución de Zuloak una de sus componentes, Ursula Strong (batería), y uno de los colaboradores del grupo, Koldo Soret (guitarra, octavador y voz), se unen para crear una intensa obra rockera de profundos ambientes. Autoproducción en vinilo que se puede hallar en el puesto de Talka.

Bidehuts es otro de los sellos que desde su inicio más ha cuidado las ediciones en vinilo. Algunas referencias son joyas. Al catálogo de años atrás hay que añadirle para esta Azoka el nuevo disco de Audience («Big affair»), el álbum de Mursego («Hiru») y un single recién salido de Los Separatistas, con músicos de diferente linaje: Atom Rhumba, Bizardunak, Cubical, Willis Drummond, Joseba Irazoki y Mikel Abrego.

Musikazuzenean aporta cerca de una veintena de bandas autoproducidas, una excelente idea, pero solo PAM ofrece vinilo, un single. Y dudas sobre si estará el vinilo de Mobydick, el cedé sí.

En cuanto a la Azoka alternativa hay cerca de una docena de puestos, DDT/Gatazka es uno de los implicados y en vinilo tendrá el nuevo álbum de Crickbat, el elepé de Los Huevos de Kinder y los singles compartidos de Asfixia/Anunake Revenge, Titadine/Himura más el completo de Beruna. Todo en la calle Azoka y con un programa de actuaciones en directo.