Karine ALBERTAZZI (Afp)

«Nos necesitan», replican los trabajadores extranjeros

Los suizos no nos pueden expulsar de la noche a la mañana», señalan algunos trabajadores comunitarios tras la decisión de Suiza de limitar el número de inmigrantes europeos. En el referéndum celebrado el pasado domingo, la propuesta de la ultraderechista Unión Democrática de Centro de limitar la inmigración obtuvo el 50,3% de los votos.

Nathalie Halm, una alsaciana de 45, trabaja como camarera en un importante café en el centro de Bale. Con ella trabajan un serbio, un argelino y un turco. «Si expulsan de aquí a los trabajadores comunitarios, no podrán ni ir al banco, a una cafetería o ir de compras», sugiere mientras sujeta un plato-

«Llevo trabajando diez años en el mismo lugar. No nos pueden echar así sin más. Ellos también nos necesitan», añade Sabine Haefflinger, también camarera en una pizzería cercana. Según afirma, «los suizos no quieren trabajar en la hostelería porque son muchas horas y está mal remunerada».

Cerca de 150.000 trabajadores cruzan a diario la frontera entre el Estado francés y Suiza. Desde Suiza, donde participaba en una cumbre con sus homólogos europeos, el ministro francés para Asuntos Europeos, Thierry Repentin, trató de tranquilizar a los trabajadores franceses en Suiza afirmando que si finalmente el Gobierno suizo limita el flujo de inmigrantes, esta medida «no tendrá consecuencias inmediatas».

Aún así, Lauriane Schuller se muestra un tanto preocupado por su futuro. Encargado de la contratación en una empresa, considera que las autoridades «no pueden obligar a las empresas a despedir a la gente porque la economía suiza no se puede sostener sin los trabajadores extranjeros y fronterizos».

Este joven francés de 30 años, admite que existe «un problema de confianza. Con la crisis, los suizos necesita un chivo expiatorio». En algunas empresas como en la que trabaja Raphael Borne en el cantón de Vaud, «ya no dan trabajo a los franceses, sino que reservan los puestos para los suizos».

Un ingeniero informático francés que trabaja en Ginebra y prefiere mantenerse bajo anonimato afirma que no le sorprende el resultado de la consulta del domingo. El texto prevé el restablecimiento de cupos y contingentes para extranjeros, fronterizos y solicitantes de asilo en función de «los intereses económicos globales de Suiza y respetando la preferencia nacional». En 2013, los extranjeros representaban un 23,5% (1,88 millones de personas) de la población en Suiza. . De estos, 1.25 millones son ciudadanos de la UE o de la Asociación Europea de Libre Comercio.

«El trabajador fronterizo está muy mal visto en la región de Ginebra», incide. Pero, pese a esta percepción, el «no» se impuso al «sí» en esta región.

Otro ambiente bien diferente se respira en la empresa metalúrgica en la que trabaja desde hace 15 años Alain en Jura. «El voto nos ha sorprendido. Aquí la nacionalidad importa poco, lo que verdaderamente importa es que trabajes bien», remarca.

Las autoridades tienen tres años para limitar la inmigración. Entonces se verá cómo aplica cada cantón tales restricciones, comenta Marc Philippe, que a diario se desplaza desde Thonon les Bains, en la Alta Sajonia, para trabajar en el departamento de recursos humanos de CHU en Lausanna.

En su opinión, estas cuotas serán de «difícil aplicación» en sectores como la sanidad, habida cuenta de que «Francia proporciona enfermeras a Suiza. Este es un sector deficitario en términos de mano de obra, al igual que la informática o la ingeniería». En la clínica de Laussana donde Marc Beraud trabaja como quinesiólogo, el 80% de las enfermeras son francesas.

La cuestión de la inmigración también se ha impuesto como tema de debate en Holanda, Austria y Finlandia. Para el eurodiputado ecologista Daniel Cohn-Bendit, «si hubiéramos organizado en Francia un referéndum como el de Suiza, habría sido peor: un 60% a favor del sí». El exprimer ministro francés bajo la presidencia de Nicolas Sarkozy François Fillon consideró «perfectamente natural», que Suiza quiera reducir el número de extranjeros. Según él, la UE o Francia deberían retomar este modelo. «Este tipo de restricciones no forma parte de nuestra política», le respondió la portavoz de la Comisión Europea, Pia Ahrenkilde-Hansen.