Karlos ZURUTUZA
Elkarrizketa
Salih Muslim
Copresidente del P. de la Unión Democrática

«La solución en Siria está sobre el terreno, y no en Ginebra»

El líder más prominente de los kurdos de Siria responde a las preguntas de GARA en la que es su primera visita a Euskal Herria. Ayer estuvo en Donostia en el marco del ciclo -Una alternativa al caos en Siria-, organizado por el Ayuntamiento.

Sendas recepciones en los parlamentos vasco y navarro y reuniones con agentes políticos y sociales copan la agenda de Salih Muslim (Kobani,1951) durante esta semana. El prominente líder kurdo valoraba así la invitación de Tigris Elkartea: «Es una oportunidad única ya que además de reunirme con representantes políticos lo hago también con el pueblo. Además, kurdos y vascos podemos aprender mucho unos de otros».

Ustedes insisten en ser la «tercer vía» en el conflicto sirio, pero que no han sido invitados a las conversaciones de paz en Ginebra. ¿Por qué?

La razón principal es la mentalidad que rechazó la existencia del pueblo kurdo en el siglo XX y lo sigue haciendo en el XXI. Cualquier cambio en el estatus de los kurdos afectará a todo Oriente Medio, lo que supone un obstáculo para los intereses de potencias regionales e internacionales. Por desgracia, no es nuevo para nosotros.

Pese a su ausencia, ¿qué opciones hay de que Ginebra consiga desbloquear un conflicto que ha entrado en su tercer año?

Nada cambiará mientras los kurdos, y el pueblo sirio en su conjunto, no estén representados en Ginebra. Tenemos al régimen, respaldado por Irán y Rusia, frente a un conjunto de individuos, que sólo luchan por su propio interés o por el de Qatar, Arabia Saudí, Turquía, EEUU, Francia, Reino Unido...

Han declarado recientemente su propia autonomía y han firmado una Constitución. ¿Podría dibujar las líneas principales de ambas?

Tras liberar nuestro territorio de las fuerzas del régimen en junio de 2012 fuimos atacados por grupos salafistas. Las prioridades han sido la protección así como atender a las demandas de nuestro pueblo, por lo que hemos creado un comité de 35 organizaciones, la mayoría de ellas partidos políticos, y un grupo de 28 personas que se encargan de la toma de decisiones. Una ha sido dividir nuestro territorio en tres cantones: Afrin, Kobani y Yazira; y otra, conducir las primeras elecciones generales dentro de cuatro meses. Además, somos muy conscientes de la diversidad de Rojava (Kurdistán Occidental), por lo que hemos reconocido las lenguas kurda, árabe y asiria como cooficiales en Yazira. Asimismo, tenemos cuotas de representación para las diferentes nacionalidades así como para la participación equitativa de hombres y mujeres en toda la Administración kurda de Siria. El nuestro es un proyecto integrador a favor del pueblo y no va dirigido contra nadie. La nuestra es la prueba más evidente de que la solución en Siria está sobre el terreno, y no en Ginebra o en cualquier otro lugar.

¿Sería su proyecto extensible al el resto de Siria?

Somos únicamente el 15% de la población por lo que no podemos decidir por el otro 85%. En cualquier caso, sería sin duda beneficioso para el resto del país, así como para todo Oriente Medio, pero haría falta un cambio radical de mentalidad dado que nuestra Constitución es, con mucho, la más progresista y avanzada de toda la región.

Qamishlo, capital de Rojava, sigue parcialmente bajo control de Damasco. ¿Es eso un obstáculo para sus aspiraciones?

El control total es posible, pero hace falta tiempo. El aeropuerto y el centro de la ciudad siguen estando controlados por el régimen por lo que estamos transfiriendo nuestra Administración a la vecina ciudad de Amuda, que será la capital provisional del cantón de Yazira hasta que consigamos el control total de Qamishlo.

Para muchos es precisamente ese aparente poder compartido en Qamishlo la prueba más clara de su supuesta alianza con Damasco.

Es una situación muy delicada y tratamos de evitar una guerra árabo-kurda. Quiero subrayar que el YPG (siglas kurdas para Comités de Defensa Populares) no ha disparado una sola bala fuera de Rojava, porque está en una posición de autodefensa. En segundo lugar, no buscamos romper con Siria sino que intentamos vivir todos juntos. El régimen no nos ataca porque sabe que no estamos luchando respaldados por Qatar, Arabia Saudí o Turquía, sino que, precisamente, combatimos contra los salafistas, y sin ninguna ayuda desde el exterior. Por último, quiero recordar que nosotros nos levantamos contra el régimen ya en el año 2004, y en Qamishlo. Así que 2011 no es el principio de un levantamiento sino más bien una continuación de nuestra lucha por un sistema democrático.

Sin embargo, varios agentes kurdos en Siria aseguran sentirse apartados de ese proyecto que usted define como «común». Algunos incluso han denunciado a este medio haber sido rechazados en la YPG por sus ideas políticas.

En Rojava contamos con tres entidades que calificamos de «organizaciones nacionales»: el YPG, la Policía o Asayish y el sistema judicial, y todo el mundo puede unirse a cualquiera de ellas. En las filas de la YPG hay incluso árabes, kurdos y asirios. Por supuesto, todos ellos tienen que ser físicamente capaces de desempeñar su labor. Además, nadie daría a un ladrón la oportunidad de unirse a la Policía, o a un criminal la de ser miembro de un tribunal.

Hace unos meses, las fuerzas kurdas se hicieron con un puesto fronterizo con Irak, cerca de la zona de Mosul. ¿Ayuda esto a sobrellevar el embargo al que les somete el Gobierno regional kurdo de Irak?

Una delegación del cantón de Yazira viajó a Bagdad y se reunió con funcionarios locales. Bagdad se mostró dispuesto a abrir el tráfico, pero recibe presiones desde Damasco, que exige desplegar sus tropas en la zona y enarbolar su bandera en dicho puesto, algo a lo que nos negamos. Por el momento, el puesto fronterizo de Til Kocer está abierto para la ayuda humanitaria y algunos de los nuestros pueden cruzar gracias a nuestro acuerdo con Bagdad.

Una solución entre Ankara y los kurdos en Turquía sería beneficiosa para ustedes. ¿Cómo ve el supuesto proceso de paz entre ambas partes?

Ankara apenas ha dado ningún paso significativo hacia la paz y el Gobierno atraviesa una fuerte fractura política interna. Erdogan (primer ministro turco) se retrasa sin darse cuenta de que una solución a la cuestión kurda es, en realidad, su única alternativa para rescatarse a sí mismo.