Aitor AGIRREZABAL
Edimburgo

La independencia gana enteros como motor económico de Escocia

Mientras la campaña unionista ha centrado sus esfuerzos en amedrentar los deseos de soberanía de Escocia, la campaña independentista se ha marcado el objetivo de demostrar que no solo es viable, sino que supondría el mayor empuje para su economía.

El referéndum de Escocia se encuentra cada vez más cerca y las respectivas campañas están poniendo toda la carne en el asador. A los argumentos sociales que presentan los soberanistas, se añade la defensa de una economía de garantías para la Escocia independiente, que ha sido reforzada por un informe realizado por el grupo de empresarios independentistas «Business for Scotland».

Según el colectivo financiero de la campaña favorable al «sí», «la prosperidad requiere independencia». Y es que esta le otorgaría a Escocia la posibilidad de utilizar sus recursos de la forma más conveniente. «Una Escocia independiente tendrá una combinación única de activos económicos para construir una sociedad próspera y rica», sostiene.

Desde Edimburgo quieren alejarse de las políticas antisociales provenientes de Londres y para ello miran hacia el norte, hacia países como Noruega, Suecia o Dinamarca como modelos a imitar. Consideran que Escocia comparte características con esos estados y que el camino a emprender debe ser similar.

Cambio mediante independencia

El analista económico Dominic Frisby ha realizado un resumen de los valores económicos que tiene Escocia y que considera cruciales para el desarrollo de un país en el siglo XXI. Del mismo modo, estima que solo con la independencia se «pueden trabajar estas facultades y mejorar la situación de un país».

En palabras de Frisby «la prosperidad requiere recursos naturales» y en el norte de la isla cuentan con ellos. En el ámbito energético, Escocia tiene niveles muy altos de mareas, viento y de energía de las olas, así como con los recursos del mar del Norte. Mención especial merece las reservas de petróleo que acumula, del que la campaña independentista ha asegurado que todavía puede ofrecer más de 200.000 millones de euros de beneficios.

El unionismo también ha querido atacar los fondos petrolíferos, asegurando que apenas quedan reservas. Sin embargo, en una contradicción más entre los discursos que el Gobierno británico realiza mirando a la población escocesa y los que realiza de cara a la población inglesa, ha afirmado que con la unión se sacaría un mayor provecho a esos fondos.

El economista escocés fija su segundo punto en la formación del pueblo escocés, ya que cuenta con cinco universidades de las consideradas entre las 200 mejores del mundo. Esto supone grandes avances en investigación y una masa de extranjeros que ronda los 400.000 al año que viajan hasta Escocia para realizar sus estudios y a los que se ofrecen ayudas para establecerse en el país del Alba después de su eventual independencia.

Del mismo modo, el comercio debe jugar un papel fundamental en el futuro. La campaña independentista defiende que es necesario estar dentro de la Unión Europea para contar con más puertas de mercado. Y, de hecho, afirma que solo la independencia les aseguraría mantenerse dentro del bloque comunitario europeo, ya que Gran Bretaña parece dispuesta a realizar un referéndum en 2017 sobre si permanecer o salirse de la Unión Europea. A nivel de mercado, Escocia cuenta con alimentos y bebidas cuyas exportaciones a todo el mundo suponen unos ingresos de alrededor de 100 millones de libras anuales.

A pesar de los problemas con elementos de la banca en la sombra, otros servicios financieros, tales como la gestión de las pensiones, los fondos de inversión y las sociedades de construcción permanecen en el centro del sistema económico escocés y con la independencia se pretende dar un vuelco a las políticas derivadas de esta economía.

A las propuestas de cambio que ha ofrecido la campaña soberanista se ha sumado la falta de alternativas del unionismo hacia un cambio que se antoja necesario. El mantenimiento del statu quo y la campaña del miedo a la que ha recurrido Londres no están dando sus frutos. Ante las afirmaciones del Gobierno de Westminster, que asegura que Escocia no puede caminar por su cuenta, la población escocesa ha mostrado una respuesta rebelde. La falta de propuestas de la campaña del «no» está siendo uno de los mejores aliados de quien apuesta por una Escocia independiente.

«Escocia es casi única en el mundo desarrollado en tener todos los ingredientes que contribuyen a la creación de riqueza y valor», asegura Frisby. «Sin embargo, Escocia aún carece el factor final para el éxito económico: el autogobierno», concluye el experto económico.

Empuje a Euskal Herria y Catalunya

La independencia significará que el pueblo de Escocia tendrá su futuro en sus manos y podrá tomar sus propias decisiones sobre impuestos, derechos laborales, migración, política industrial, comercio e inversión y la seguridad social según sus propios intereses.

Más allá del debate nacional, que parece aparcado en este referéndum, su resultado se refiere a la viabilidad y la prosperidad de una Escocia independiente. El próximo 18 de setiembre, la población escocesa no votará su ser escocés o británico, un debate superado hace ya tiempo. Los votantes acudirán a las urnas apostando por un cambio en las políticas sociales y económicas o por el mantenimiento del sistema actual.

De hecho, este el valor más importante que pueden extraer en Euskal Herria o el Principat de Catalunya. En palabras de Cat Boyd, sindicalista y miembro de Radical Independence Canpaign, ver que una Escocia independiente funciona «debe dar alas a los procesos abiertos en el Estado español».