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Montevideo
Elkarrizketa
Camilo Collazo y Martín Jauge
Miembros ‘Regulación Responsable’

«La regulación toca grandes problemas como la corrupción, la violencia y la distribución»

Camilo Collazo y Martín Jauge son miembros de Proderechos, una de las organizaciones más activas dentro de la campaña ‘Regulación Responsable’, que durante los últimos años ha preparado el terreno para que Uruguay se haya convertido en el primer país latinoamericano en legalizar la marihuana.

Collazo y Jauge
Collazo y Jauge

¿Cómo ha sido el proceso hasta llegar a la legalización de la marihuana?
Camilo Collazo (C.C.): La reclamación de pequeños grupos viene de lejos, pero es en los 90 cuando empieza a articularse, tanto dentro de las juventudes de algunos partidos como dentro del movimiento social. Con los años se ve la necesidad de jerarquizar el debate y sacarlo de la banalización de los que decían que la marihuana lo salva todo y de los que achacaban todos los males al cannabis. De ahí nació el primer Debate Nacional sobre Drogas, que fue una gran base para nosotros, ya que sirvió para que varios sectores del Frente Amplio, que lo veían como una demanda pequeño-burguesa, y otros espacios empezaran a entrar en el tema. Nosotros seguimos el trabajo de sensibilización y el trabajo con políticos, hasta que con la llegada del Frente Amplio al Gobierno y, sobre todo, con Mujica de presidente, todo se acelera.

Como movimiento a favor de la regulación, ¿quedaron satisfechos con la ley?
Martín Jauge (M.J.): En líneas generales, por supuesto, porque además vemos que la iniciativa se inserta dentro de un proceso de cambio de la política de drogas dentro de Latinoamérica. Es necesario que los países de la región empiecen a hacer esto. Sin embargo, hay cosas puntuales que no nos convencen, como el registro. En primer lugar, porque creemos difícil practicarlo, y segundo, si no te exigen tener un registro para otras sustancias, ¿por qué pedirlo con el cannabis? Podría llegar el caso en el que las cámaras empresariales tuviesen acceso al registro, por ejemplo...

¿Y cómo ven el modelo de producción, con el autocultivo por un lado y las licencias a grandes productores por otro?
C.C.: Si el cultivo es tan rentable económicamente como dicen y si la situación de los pequeños productores rurales es tan crítica, creemos que se puede haber perdido una opción para avanzar en la distribución del trabajo y la riqueza. Es decir, nosotros defendimos que, en vez de unas pocas grandes licencias, se repartieran muchas pequeñas licencias entre pequeños productores, para hacer una producción de pequeña escala y paliar uno de los problemas del sistema capitalista, que es la concentración de la producción en unas pocas manos. Seguiremos trabajando en el tema.

¿Cómo se convence a un prohibicionista recalcitrante de las bondades de la regulación?
C.C.: Hay maneras, aunque a veces es imposible. Lo que decimos es que el consumo de la marihuana ha venido aumentado en los últimos 20 años, por lo que es obvio que la estrategia hasta ahora ha fracasado. La represión y la violencia no limitan ni controlan los comportamientos, son la educación y la información los medios para tratar de conducir un comportamiento humano. Nosotros esperamos que, más allá de un ligero aumento del consumo al inicio, a medio plazo se consiga una estabilización, que es lo que ocurrió en Holanda.

¿Creen que la ley servirá para frenar el narcotráfico?
M.J.: Sí, porque le quitas el mercado y así le haces perder capacidad económica. Pero hay otra cosa bien importante, de la que no se habla tanto, que es la separación del mercado. Ahora cuando vas a una ‘boca’, al lado de la marihuana tienes otras drogas y si falla la maría, pues te ofrecen otra. Hay que tener en cuenta que la marihuana era hasta ahora la sustancia ilícita más consumida en Uruguay, por lo que las ‘bocas’ perderán potenciales usuarios de otras drogas.

¿Creen que la regulación es trasladable a otras sustancias y a otros países?
C.C.: Por supuesto, eso de combatir al narcotráfico y sacarle recursos económicos para limitar su capacidad hay que aplicarlo a todas las drogas. Creo que en Uruguay, el año que viene ya tenemos que estar reclamando la legalización de la cocaína o el LSD.

M.J.: Sobre lo de otros países, es verdad que en algunos países es más complicado que en otros, pero la idea es que sea aplicable en otros países de la región. La idea es construir una posición desde el Sur, para dar la batalla donde haya que darla, en la ONU y con los EEUU. Han sido demasiados años trasladando el problema de la droga a nosotros.

C.C.: Así es, para mí Latinoamérica tiene tres grandes problemas, que son la corrupción de las instituciones, la violencia que se genera en nuestros países y la distribución de la riqueza. El tema de la regulación de las drogas ofrece la oportunidad de tocar transversalmente los tres problemas.