Mikel GOÑI LARREA EDIMBURGO
Elkarrizketa
XAVIER SOLANO I BELLO
ASESOR DEL PARTIDO NACIONAL ESCOCÉS (SNP)

Solano: «Para Escocia, esta es la última oportunidad de encajar en el Reino Unido»

La mayoría de los escoceses decidió la semana pasada continuar formando parte del Reino Unido. A juicio de Xavier Solano, la sociedad escocesa ha salido ganando con este proceso a pesar de ese resultado. La discusión se ha basado en temas prácticos y ha centrado el debate sobre la soberanía en términos de modelo de país y bienestar. Ahora, el SNP espera a ver si el Gobierno de Londres cumple su palabra y efectúa una propuesta de autogobierno que cumpla con las expectativas creadas.

Xavier Solano (Barcelona, 1976) es asesor del Partido Nacional Escocés (SNP). En su opinión, ahora se abre un periodo en el que Londres deberá cumplir con las promesas efectuadas a la hora de pedir el voto negativo en el referéndum de la semana pasada. A pesar del resultado, la consulta ha tenido entre otras consecuencias «la activación política de la sociedad» y el aumento del independentismo. Desde el SNP observan con atención las próximas citas con las urnas: la elección del Parlamento británico en 2015, el de Escocia en 2016 y el referéndum sobre la continuidad del Reino Unido en la Unión Europea previsto para 2017.

¿Cómo está la situación en Escocia después del referéndum de independencia del día 18?

A primera vista, puede parecer que todo está perdido y que no va a haber ningún tipo de cambio, pero creo que pensar eso sería un error. Hay que tener en cuenta lo que ha pasado en otros sitios, sobre todo después de situaciones similares. No hablo de Quebec, sino de situaciones más cercanas, como la catalana. Allí, tras el referéndum del Estatut y la sentencia del Tribunal Constitucional español se creó una sensación de frustración entre quienes habían confiado en la opción de encaje en el Estado español. Eso ha desembocado en manifestaciones de millones de personas y en una sensación en la que la gente ve lo difícil que va a ser una relación entre Catalunya y España. Eso mismo podría acabar pasando en Escocia dependiendo de la reacción que Londres tenga respecto a sus promesas de autogobierno. Va a ser un proceso que afectará a todo el Reino Unido y se han comprometido a diseñarlo y a aprobarlo muy rápidamente. En mayo habrá elecciones al Parlamento británico y tenemos que ver qué tensiones hay entre los partidos británicos. Por ejemplo, el UKIP va apretando al Gobierno británico para que cree una «devolución» [autonomía] para Inglaterra. El Partido Laborista no tiene intención de ceder en este aspecto porque significaría perder los votos de sus diputados escoceses y galeses. La deuda pública del Gobierno británico impide una transferencia de competencias económicas claves para Escocia, tales como el impuesto de sociedades o el IRPF. Yo creo que vamos a entrar en una época de frustración política. Eso ya pasó en Euskadi, está pasando en Catalunya y va a llegar a Escocia. Pero lo interesante es que la alternativa no deja de ser la independencia. Para Escocia, esta es la última oportunidad de encajar en el Reino Unido. Si Londres hace un buen trabajo, eso podría cerrar este conflicto durante una generación pero, por lo que veo, creo que no va a ser posible.

¿Qué ha ganado Escocia con este proceso?

Ha ganado varias cosas. La primera es que se le tenga más en cuenta. Escocia nunca ha sido la prioridad de Londres, y, como mínimo, David Cameron sabe que, si no trata a Escocia con la debida atención, podría pasar a la historia como el primer ministro que perdió Escocia. Los políticos británicos ofrecieron, de una forma un tanto desesperada, más competencias para Escocia porque veían como una posibilidad real la independencia. Eso no quiere decir que la respuesta de Londres responda a las necesidades de Escocia.

Este proceso ha activado políticamente a muchos escoceses.

Escocia ha demostrado que la independencia interesa mucho. Nunca había habido una participación tan grande. Ha demostrado que la gente tiene ganas de involucrarse en procesos políticos. Eso rompe la dinámica que hemos visto en las sociedades occidentales en las últimas décadas. Y quiere decir que los referendos no solo unen, sino que activan. Es muy importante tener en cuenta los referendos como herramientas para permitir a la sociedad participar de la actividad política. No solo para temas mayores como la independencia, también se pueden usar para otros temas. Va a ser un reto mantener ese interés. El hecho de haber podido participar en la decisión sobre el futuro de su país llena de energía positiva tanto a los que han votado «no» como a los que han votado «sí».

El SNP y los otros partidos que han apoyado la independencia casi han doblado su afiliación tras el referéndum.

La campaña ha sido liderada por el SNP, acompañado de otros partidos. Hace muchos años que estamos tratando de convencer a la gente de que la independencia es una opción válida. En pocos años, hemos pasado de un apoyo a la independencia menor del 30% a casi el 45%. Hay mucha gente que se ha informado mucho, ha madurado esas ideas y por eso se han decidido a militar.

Aunque no generalizadas, ha habido denuncias de fraude.

Si la Policía cree que hay bases suficientes, trabajará y lo investigará. Es importante que estos procesos sean impolutos. Por eso, si hay algo, habrá que identificar a los responsables para que no ocurra de nuevo.

El mismo día que se conoció el resultado, los militantes de base del SNP hablaban de reagruparse y comenzar de nuevo.

El SNP y sus militantes están convencidos de que la independencia es la mejor solución para muchos de los problemas de Escocia. Es verdad que la gente de Escocia ha dicho que no a la independencia, y eso hay que respetarlo, pero es importante que se entienda que el SNP tiene que continuar trabajando para convencer al máximo número de personas posible de que la independencia es el futuro. Creo que vamos a contar con un aliado en ese sentido, es decir, con Londres. Estoy convencido de que Londres no va a ser capaz de transferir los poderes que Escocia necesita para poder seguir creando trabajo y sobre todo proteger el Estado de Bienestar.

¿Pedirá el SNP pronto un nuevo referéndum de independencia?

El acuerdo para el referéndum es un acuerdo político. Por tanto, las fuerzas políticas tienen que ver antes que hay una necesidad. Es muy importante que sea la gente la que apoye a una opción política que pida eso. Es importante que el SNP siempre mantenga esa puerta abierta, pero que sea la gente la que decida si quiere tener un referéndum. No veo a Londres aceptando peticiones de referéndum por parte de políticos. Lo que sí veo es a Londres aceptando propuestas de referéndum si la gente de Escocia lo pide.

Para 2017 hay previsto un referéndum en todo el Reino Unido sobre la continuidad o la salida de la Unión Europea. La sociedad escocesa es altamente europeista. ¿Un resultado diferenciado en Escocia supondría un motivo para otro referéndum?

Eso tiene mucho sentido. En contra de su voluntad, podría darse el hecho de que Escocia se encontrara fuera de la Unión Europea porque Inglaterra lo quiera así. Esa sería una consecuencia muy grave del voto del «no» en el pasado referéndum. Por eso, nosotros intentaremos que eso no pase. Escocia solo presenta un 9% de la población británica y el impacto de ese voto es muy limitado.

¿Qué influencia puede tener el proceso escocés en otras situaciones como la catalana o la vasca?

El referéndum escocés tiene una serie de características que lo hacen interesante desde las perspectivas de Catalunya y de Euskal Herria. Por ejemplo, el hecho de que el referéndum ha sido un proyecto político. No ha sido un proyecto jurídico ni legal. Otro factor importante ha sido articular los argumentos a favor desde una perspectiva práctica y no solo desde una perspectiva emocional o ideológica. Aunque en el caso escocés no se ha conseguido la independencia, el avance que se ha conseguido es espectacular. Recordemos que Escocia recuperó su parlamento hace tan solo quince años y en este tiempo hemos pasado por la creación del parlamento, una ampliación de competencias en 2004-2005; una segunda posibilidad de ampliación de competencias en 2011; y celebrar un referéndum de independencia en 2014. Ha sido un esprint al que mucha gente se ha apuntando. Hace quince años el independentismo estaba visto como una causa residual.

En este caso no se pone en duda que Escocia es un sujeto político. La campaña se ha centrado en cómo organizarlo.

A veces, las cosas se dan por asumidas, pero no hay que subestimar las preocupaciones de la gente. En el Reino Unido no hay un problema identitario porque se reconoce como una unión de cuatro naciones. Por ello, la campaña no se ha centrado en los aspectos identitarios. La gente que ha votado que no, no lo ha hecho porque sean antiescoceses, sino porque creen que lo mejor para Escocia es que continúe dentro del Reino Unido, y no por ello son menos patriotas o menos escoceses. El elemento identitario no ha sido determinante. De hecho, ha habido muchos ingleses que viven en Escocia que han votado por la independencia.

¿Cómo ha sido posible eso?

Por una sencilla razón: estamos hablando de un modelo social y económico para los habitantes de una nación. No se trata solo de si Escocia es independiente, sino de cómo utilizar esos poderes. Desde una perspectiva positiva, pedíamos todos los poderes, excepto los que residen en Bruselas, para construir un estado mejor: mayor bienestar, con mejores infraestructuras, sanidad pública...