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Turquía rechaza abrir su frontera para la defensa de Kobane

Turquía dejó claro ayer que no piensa abrir la frontera para que combatientes kurdos acudan a la defensa de Kobane frente a los yihadistas del Estado Islámico, como le piden los propios kurdos, la ONU y potencias occidentales. Lo hizo cuando concluía el plazo dado por el líder kurdo Abdulah Oçalan para que actúe y evite una masacre si no quiere dar por acabado el proceso de paz con el PKK.

El primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, insistió ayer en que solo los «sirios» están autorizados a pasar la frontera para combatir en Kobane frente a los yihadistas del Estado Islámico, rechazando así las demandas de los kurdos, la ONU, o incluso el Estado francés para que deje pasar combatientes y armas.

«Los que vienen de Siria pueden volver a sumarse a la lucha», declaró Davutoglu, subrayando que el Gobierno turco rechazará el paso de ciudadanos de otras nacionalidades, en referencia a los kurdos bajo administración turca.

El presidente francés, François Hollande, afirmó al víspera que Ankara debe «abrir absolutamente su frontera» para impedir la caída de Kobane.

«No es aceptable pedirnos abrir nuestras fronteras sin precisar qué significa eso exactamente. (...) No dejamos a los ciudadanos turcos entrar en Siria porque no queremos que tomen parte en el conflicto sirio. E intentamos bloquear a los que intentan pasar ilegalmente», subrayó Davutoglu.

Obviando la realidad de un pueblo kurdo a ambos lados de la frontera -que en el caso de Kobane separa incluso a miembros de las mismas familias- Ankara impide a los combatientes del PKK que se unan a sus compañeros de las YPG.

También rechaza intervenir contra el Estado Islámico y mantiene su prioridad en la caída del Gobierno sirio y en impedir la consolidación de un poder autónomo kurdo. Ankara mantuvo su postura ayer, el día en que concluía el plazo dado por el líder kurdo Abdulah Oçalan para que impidiera una masacre en Kobane. De lo contrario, Oçalan advertía de que el proceso de paz con el PKK habría acabado. El lunes el Ejército turco bombardeó posiciones del PKK, que consideró la agresión una violación del alto el fuego.

Lo que sí hizo el Gobierno turco fue aprobar una ley para reforzar los poderes de la Policía frente a las protestas de los kurdos, en las que la semana pasada murieron 34 personas.

«A partir de ahora, la Policía no se va a contentar con utilizar sus escudos, sino que también empleará armas de fuego. Va a hacer lo que quiera, como si hubiera impuesto la ley marcial», denunció el diputado del HDP Idris Baluken.

Freno al avance del EI

Los combatientes kurdos consiguieron frenar ayer el avance del EI en Kobane, después de los avances que los yihadistas habían conseguido tanto en Siria como en Irak, y pese a los bombardeos de la coalición liderada por Estados Unidos. Desde el martes los bombardeos en Kobane han aumentado y, sobre todo se han coordinado mejor con los combatientes kurdos en tierra, consiguiendo frenar la progresión de los yihadistas que ya controlaban la mitad de la ciudad

Se produjeron al menos 18 ataques aéreos y las Unidades de Protección del Pueblo (YPG) lograron tomar dos posiciones al norte de la ciudad. Las YPG dieron a la coalición la posición de miembros de EI, lo que ha garantizado un mayor éxito de la ofensiva militar.

La batalla por Kobane supone para los kurdos la lucha por un modelo de organización que llevan desarrollando hace dos años, con la participación de todas las minorías, con un papel relevante para la mujer y que choca frontalmente con el proyecto yihadista del califato, donde las decapitaciones y lapidaciones a los disidentes son habituales.

Su caída haría imposible un Rojava unido, el territorio kurdo en Siria compuesto por tres cantones y del que Kobane ocupa el espacio central.

Para los yihadistas tomar Kobane supone extender el control sobre un vasto territorio y moverse libremente de oeste a este -actualmente controla el tercio de la frontera con Turquía--. Además sería una victoria simbólica frente a la resistencia kurda y frente la coalición liderada por EEUU.

Obama trata de defender una estrategia sin resultados

El presidente de EEUU, Barack Obama, se reunió ayer con varios dirigentes europeos a través de videoconferencia, entre ellos el británico David Cameron, el francés François Hollande y la alemana Angela Merkel, apara abordar la campaña militar contra el Estado Islámico (EI) en Siria e Irak, en un momento de críticas dentro de Estados Unidos por la eficacia de esta operación, a la que ayer bautizó con el nombre de «Resolución Inherente».

Obama se mostró el martes preocupado por la situación en la ciudad kurda de Kobane, aunque su gobierno ha indicado que no considera prioritario evitar que el EI se haga con el control de la misma.

Frente al cuestionamiento de la estrategia, aseguró que será«larga» e incluirá «retrocesos», en una reunión con jefes militares de 22 países que se han sumado a la coalición formada por Washington. El senador conservador John McCain aseguró el domingo que los yihadistas «están ganando y EEUU no», y que Obama debe hacer una revisión fundamental de su táctica.

El portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, trató de salir al paso de esa crítica al afirmar que las primeras evidencias indican que la estrategia estadounidense «está teniendo éxito».

Pero ayer el Pentágono reconoció que los bombardeos no estaban produciendo «vencedores ni vencidos» y que en Irak los yihadistas han conseguido avances importantes. Además, EEUU no ha conseguido aclarar el rol de Turquía, fronteriza con los dos países afectados, y la Casa Blanca se vio obligada a admitir que aún no está cerrado un acuerdo con Ankara para usar bases militares de ese país, en particular la de Incirlik. GARA