Joseba SALBADOR

«Con una pequeña inversión, esta planta puede ser rentable»

El invierno comienza a hacer acto de presencia también en el Alto Deba y un café caliente dentro de una caseta prefabricada es lo único que reconforta a los trabajadores que día tras día acuden a las puertas de la fábrica a hacer guardia para impedir que la dirección de Candy efectúe cualquier movimiento a sus espaldas.

Ha pasado un mes desde que la multinacional italiana Candy Hoover, propietaria de la fábrica de lavadoras de Bergara desde el año 1992, anunciase su cierre para trasladar la producción a China. Desde entonces, sus representantes en Gipuzkoa, Sergio Talamazzi (director industrial) y Aitziber Herrero (recursos humanos), no se han movido un milímetro y siguen defendiendo el cierre de la planta, lo que conllevará 149 despidos y trece traslados.

La noticia causó un fuerte impacto entre los empleados, a pesar de que hace tiempo venían escuchando rumores sobre el cierre. Además, en los últimos años la plantilla se ha reducido de forma notable. «En Candy llevábamos ya seis años de reducción de plantilla y de sucesivos ERE de suspensión. De ser 416 trabajadores en 2009, hemos pasado a ser 174 este año», explica Ane Irizar, representante de ELA en el comité.

Pese al adelgazamiento de la plantilla, la producción se mantuvo igual e incluso aumentó, tal y como quedó recogido en el convenio que suscribieron los trabajadores con el fin de contribuir al mantenimiento de la actividad. Según señala Jesús Markez, representante de LAB, «en 2011 firmamos un convenio para cuatro años en el que se congelaba la antigüedad, se recortaban los tiempos de descanso y se aumentaban los ritmos de producción. Y la respuesta a este esfuerzo ha sido un ERE de extinción, antes incluso de acabar la vigencia del convenio».

Jon Gaztelu, representante también de LAB, no pasa por alto el detalle de que la firma del convenio, en 2012, coincidió con la inauguración de la planta en China, lo que demostraría que el plan de cierre estaba diseñado hace tiempo. «Aquí está claro que nos han tomado el pelo desde el principio, porque tú no abres una planta en China sin saber cuáles van a ser tus planes», afirma. Ane Irizar añade que «el pasado mes de febrero, ante los continuos rumores, pedimos a la empresa que diera una explicación y sacó una nota diciendo que en ese momento no contemplaba el cierre». Además, hasta setiembre, la planta ha estado trabajando a pleno rendimiento, tal y como justificaba la empresa, «porque estábamos cogiendo la cuota de mercado de Fagor».

Por ello, todos los miembros del comité coinciden en que lo que ha sucedido es un caso claro de deslocalización. «Aquí lo que está claro es que nos han mantenido en ERE todos estos años hasta montar la planta de China, y cuando ya tienen capacidad de producir allí, se van a China y se acabó».

Junto a ello, denuncian que desde hace diez años apenas se han hecho inversiones en la fábrica, pese a ser una planta muy competitiva. «Con el último incremento de producción, se fabricaba entre un 15 y un 17% más, y eso que estamos la mitad de la plantilla», señalan.

Por ello, insisten en que «si se hubiesen hecho unas pequeñas inversiones, sería totalmente viable y tendría futuro, pero lo que ha faltado es voluntad, porque lo que querían era llevarse la producción a China, eso sí, después de saquear aquí todo lo que han podido».

Los números de la empresa

Es por eso que el comité cree que se han ocultado los beneficios, y en todas las reuniones del periodo de consultas del ERE -que se prolongará hasta el día 12-, exigen que se les faciliten las cuentas sobre el entramado de empresas que conforman el grupo, ya que Candy de Bergara mantiene transacciones económicas con otras 28 sociedades, alguna con sede en Luxemburgo.

Sin embargo, denuncian que la empresa lo único que está haciendo es alargar el proceso lo que, a juicio de los trabajadores, demuestra «que lo único que quieren es que pase el tiempo y cumplir el guión que tienen establecido para el cierre».

Pese a la dureza de la situación, los trabajadores no se ven solos en su lucha y son innumerables las muestras de solidaridad que están recibiendo. Tanto los ciudadanos, a través de las multitudinarias manifestaciones realizadas, como las instituciones (Ayuntamiento, Diputación de Gipuzkoa y Gobierno de Gasteiz), han expresado ya su opinión favorable al mantenimiento de la actividad de esta empresa. Ahora solo esperan que la dirección reconsidere su postura y presente un plan de viabilidad, que ellos ven factible, «sin ningún género de duda».