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Piketty desplanta a Hollande al renunciar a la Legión de Honor

Uno de los personajes que más relevancia ha alcanzado en los ámbitos económicos durante 2014, Thomas Piketty, dio ayer la gran campanada del año recién estrenado al rechazar la Legión de Honor, la más alta distinción institucional que otorga la República francesa. El economista, autor de «El capital en el siglo XXI», arremetió contra François Hollande, a quien ha criticado repetidamente por no cumplir su promesa de implantar una fiscalidad más progresiva.

Después de que en 2014 se convirtiera en una de las personas más influyentes del mundo para muchos medios especializados -la agencia AFP le ha colocado en el noveno puesto de su ránking-, la notoriedad mediática de Thomas Piketty no va a decaer en los albores del nuevo año. Y es muy probable que, con la polémica decisión que hizo pública ayer, haya logrado subir su nota en ese tipo de listas.

La noticia saltaba a media tarde, cuando la propia AFP adelantaba como exclusiva, en una escueta frase, que el prestigioso economista rechazaba la Legión de Honor, «la más alta distinción del país»; en la ampliación posterior, la agencia añadía en su titular «...y critica al poder socialista», en referencia al actual Gobierno francés.

Su nombre figura en «la promoción del 1 de enero» de la Legión de Honor, publicada ayer mismo en el Boletín Oficial, junto a otro de sus destacados colegas, Jean Tirole, premio Nobel de Economía en 2014.

Piketty, cuya obra «El capital en el siglo XXI» ha obtenido un indudable éxito mundial desde el punto de vista editorial -lleva vendidos un millón y medio de ejemplares en el mundo-, ha renunciado a ser galardonado por un motivo fácil de entender y que él mismo explicó: «Acabo de enterarme de que estaba propuesto para la Legión de Honor. Rechazo esta nominación porque no creo que el papel de un gobierno sea decidir quién es honorable». Y por si no estaba claro hacia quién dirigía sus pullas, añadió: «Harían bien en centrarse en la reactivación del crecimiento en Francia y en Europa».

Olvidada promesa electoral

Aunque no esté ligado al Partido Socialista (PS), en el Estado francés Piketty es considerado próximo a este partido y, tanto aquí como en el ámbito internacional, se le califica como economista de izquierdas, siendo enmarcado por muchos analistas en el ecléctico campo de la socialdemocracia. Por eso, esa reflexión será difícil de digerir para el PS y, particularmente, para el presidente de la República, François Hollande.

No obstante, también es notorio que no comparte la estrategia económica que, en los últimos tiempos, emana del Palacio del Elíseo y que complementa el Gabinete de Manuel Valls. AFP recordaba ayer que Piketty critica regularmente la política de Hollande, a quien reprocha especialmente el haber enterrado, tras llegar a la Presidencia en 2012, la promesa que realizó durante la campaña electoral para llevar a cabo una profunda reforma fiscal, en el sentido de establecer una mayor progresividad fiscal de los impuestos, un proyecto defendido ardientemente por este economista.

Precisamente, el éxito de «El capital en el siglo XXI» reside en buena medida en que, en esta época marcada en los países occidentales por la crisis y por los recortes impuestos en base a los principios económicos del neoliberalismo, Piketty establece que está creciendo la brecha entre las personas más ricas y las más pobres, por lo que considera que imprescindible redirigir el flujo de una parte mayor de los beneficios hacia las clases más desfavorecidas.

Ilustres precedentes

Las primeras reacciones en el Estado francés a la decisión de Piketty llegaron divididas entre quienes aplauden su «valentía» y quienes critican el «desplante». Como indicó la agencia Efe, su rechazo a ser designado caballero de la Legión de Honor le une a otros nombres ilustres que en el pasado también se abstuvieron de ser condecorados, como el escritor Jean-Paul Sartre o los químicos Marie y Pierre Curie.

El general Jean-Louis Georgelin, gran canciller de la Legión de Honor, lamentó la decisión del economista, si bien asumió, en declaraciones a la cadena de televisión BFM que «no es el primero ni será el último en rechazarla». La orden fue establecida por Napoleón Bonaparte en 1802 y en última instancia es el presidente de la República quien tiene que dar su visto bueno a los condecorados.