Pablo GONZÁLEZ
Enviado especial

La tregua atraviesa su peor momento solo tres días después de empezar

Kiev ha ordenado a las fuerzas ucranianas destacadas en la zona de guerra en el este del país que se preparen para una posible ofensiva en los próximos días. Los ánimos entre los soldados ucranianos están en un momento bajo ante la sensación de derrota de los últimos meses. Los fracasos empiezan a pesar en la sociedad.

Las unidades ucranianas destacadas en la línea del frente del Donbass recibieron a las ocho de la mañana del lunes órdenes de ponerse en máxima alerta y prepararse para una posible ofensiva en los próximos días. El Estado Mayor ucraniano reaccionaba así ante los hechos de los últimos días, cuando la tensión en la zona de «Operación Antiterrorista», de facto guerra civil, no para de crecer.

Entre las unidades gubernamentales duele especialmente una más que posible nueva derrota del Ejército, la que se está dando estos días en la ciudad de Debaltsevo. Las continuas pérdidas de territorio registradas desde finales de agosto han hecho importante mella en la dirección del Ministerio de Defensa, encargado de dirigir las operaciones militares, y también en el presidente, Petro Poroshenko.

Las tropas ucranianas destacadas en primera línea, que llevan varios meses ya sin rotación en el frente, reciben así un nuevo golpe anímico después de solo tres días de alto el fuego en vigor. Los soldados no tenían gran esperanza en que este último intento supusiera, a la larga, el final del conflicto, la fragilidad de la tregua y su no aplicación en la zona de Debaltsevo ha supuesto un duro golpe en el sistema nervioso de los soldados.

A eso hay que sumar el rechazo de la población civil de la región del Donbass y de otras zonas del país, que considera enemigas a las fuerzas leales a Kiev. Járkov, al norte de Donetsk, Zaporozhie, Nikolaev, Jersón y Odessa, al oeste de la región rebelde, son zonas donde los sentimientos antigubernamentales y separatistas se van haciendo más fuertes. Si los combatientes rebeldes siguen avanzando hacia el norte y el oeste, parte de la población local en estas regiones los recibirá como liberadores.

Los soldados destacados en las áreas de combate emplean una parte importante de su tiempo en acciones contraguerrilla. Buscan posibles agentes enemigos entre la población local. No es una simple paranoia. En los municipios del frente, en las horas más oscuras no resultan extrañas las luces brillantes que permite a los habitantes dar visibilidad y señalar los objetivos ucranianos a bombardear.

Todo esto no ayuda a crear una verdadera confianza entre los residentes y los militares ucranianos, que cada vez se comportan más como simples fuerzas de ocupación y son considerados como tales. La situación se puede precipitar si las autoridades de Kiev no encuentran una solución para estabilizar los ánimos en el país. Ante todo necesitan normalizar la vida en estas regiones, abasteciendo a la población, haciendo que que reciba sus pensiones y ayudas sociales a tiempo y que los servicios comunales funcionen sin interrupciones.

Dos días seguidos, he sido testigo de cómo presuntos agentes eran rechazados por las fuerzas ucranianas que defienden parte del frente en la región de Lugansk. En uno de los casos, los militares impidieron, aunque sin detenerla, la presencia en zona de guerra de una supuesta voluntaria que quería tratar sicológicamente a los soldados. Según los militares, estos elementos vienen a desmoralizar a los soldados y les convencen para desertar.

El otro caso fue el de un hombre arrestado por los militares, al que hallaron varios elementos de orientación en terreno descubierto, una gran suma de dinero y diferentes identificaciones. Al registrale con más detalle, vieron heridas de bala que no fueron debidamente justificadas. Esta persona pasará a disposición de la Policía ucraniana, la cual, según los propios soldados, seguramente acabará liberándole por falta de pruebas o gracias a un soborno.

Casos así son continuos, y no hacen más que enfurecer a los militares, que en algunas ocasiones acaban pagando su desesperación con la población civil, a la que consiguen poner aún más en contra.

Estos problemas no acaban simplemente en el frente, ya que la información entre soldados y familiares no es censurada de ninguna manera. A diferencia de los medios de comunicación ucranianos, que son censurados continuamente por las autoridades, los soldados tienen libertad casi total para llamar a su familia en casi cualquier momento. En los momentos más duros, los soldados suelen llamar a sus allegados bien para pedir ayuda o bien para despedirse si ven que su vida corre un serio peligro.

Por eso no es de extrañar que los familiares de los soldados, algunos militares de permiso y ciudadanos simpatizantes, organicen manifestaciones cuando las operaciones militares van mal. Así, ayer fue cortada la carretera entre Kiev y el principal aeropuerto de la capital, Borispol. Aunque los medios de comunicación no recojan estos hechos, las redes sociales difunden las consignas de las protestas, que culpan a las autoridades de los fracasos militares.

Por su parte, el Estado Mayor y Poroshenko, no se atreven a intentar mejorar su situación en el frente para no romper la tregua que les imponen los acuerdos de Minsk. Mientras los rebeldes siguen utilizando artillería y equipamiento militar pesado, como en Debaltsevo, los ucranianos no pueden hacerlo ya que sería una violación directa de esos acuerdos.

Con todo ello, la tregua parece cerca de romperse, aunque ya se verá si oficial u oficiosamente. Pocos dudaban de que suceda, sorprende la velocidad con la que puede ocurrir. La nueva derrota va pesar en la sociedad y en las autoridades ucranianas.

Putin dice que no hay solución militar y apela a los acuerdos

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, afirmó ayer en Budapest que es «más optimista que pesimista» sobre una salida al conflicto en el este de Ucrania, subrayó que «no hay una solución militar» y llamó a respetar el alto el fuego en vigor desde el domingo.

En una rueda de prensa en Budapest con el primer ministro húngaro, Viktor Orban, a quien calificó de «un importante aliado dentro de la UE», en un momento en que tanto EEUU como el bloque comunitario han impuesto sanciones a Moscú por su papel en el conflicto ucraniano, Putin aseguró que se ha producido «una significativa reducción de la violencia» en ese país desde la firma de los acuerdos de Minsk.

Desde que llegó al poder en 2010, Orban promueve una política de «apertura hacia el este» y, entre otras cosas, ha criticado en repetidas ocasiones las sanciones impuestas por a Rusia por dañinas para la economía europea.

Los analistas húngaros señalan que para Putin el viaje a Budapest ha sido importante para mostrar su influencia en un país comunitario y demostrar que aún es recibido y alabado en un miembro de la UE.

Además, Orban abogó por restablecer los buenos lazos diplomáticos entre la UE y Moscú y declaró que la seguridad de Europa «no se puede construir contra Rusia».

Entre la opinión pública y la prensa se criticó la visita ayer de Putin al monumento en memoria a los soldados soviéticos que lucharon en Hungría, cuando el Ejército Rojo aplastó la revolución de octubre de 1956 en Budapest. GARA