Alberto PRADILLA
Atenas

Una «balsa de papel» para los «sintecho» de Atenas

La revista «Shedia (Balsa)», similar a «La Farola» en el Estado español, se ha convertido en un colchón para cientos de «sintecho» en Atenas. Fundada en medio de la brutal crisis permite visibilizar a las víctimas y ofrece un modo de ganar algunos euros.

Despina Mercouri, de 45 años, es una de esas personas que, antes de comenzar la crisis, ni se planteaba que podía acabar en la misera. Trabajaba como supervisora en una multinacional, cobraba 900 euros mensuales y los bonus le permitían vivir holgadamente. Llegó la crisis y en 2011 se quedó en la calle, como tantos otros. «Si tienes 40 años es difícil que te vuelvan a contratar. Cuando eres joven te dicen que no tienes experiencia, pero cuando eres mayor ya no te quieren», afirma. Al despido se le sumó la desgracia de que a su marido le detectaron una grave enfermedad neurológica. Pudo ser tratado con el seguro médico privado hasta que los fondos se acabaron. Únicamente tenía un techo, el pequeño piso que le dejó su padre en herencia cuando murió. Podía cobijarse, pero no calentarse, ya que no le alcanzaba ni para pagar la luz.

«Mi situación ha sido relativamente mejor porque no tengo hijos. Si estás sola puedes no comer durante una semana, pero un niño no puede estar así», asegura desde la sede de “Shedia” (que se traduce por «balsa»), una publicación que venden personas sin hogar y que se ha convertido en el único sustento para decenas de víctimas de la crisis. Las oficinas están en los alrededores de la plaza Omonia, una zona degradada, con decenas de persianas bajadas y cubiertas de grafittis en la que no es difícil encontrarse a toxicómanos consumiendo en plena calle «sisa», la droga de los pobres. Es metanfetamina, la misma que cocina Walter White, el físico protagonista de la serie «Breaking Bad». Cuesta euro y medio. Es decir, menos que un «souvlaki», el bocadillo de pita típico de Grecia. Sale más barato colocarse que comer. «En la desesperación te puedes dejar llevar, aunque yo nunca he utilizado drogas. Pero he visto a mucha gente convertirse en alcohólica», explica Mercouri.

El origen en un equipo de fútbol

«Creía que me iba a sentir abrumada al exponerme en la calle y demostrar mi situación económica. Pero no», indica. Para ella, ponerse en contacto con la revista que dirige Chris Alefantis fue un modo de mantenerse a flote. No tanto por lo económico (de cada ejemplar, que cuesta 3 euros, se quedan euro y medio, el resto va para pagar impuestos, gastos y otros proyectos) sino por el reconocimiento. Por conocer a otras personas en su misma situación y tejer lazos de solidaridad. Alefantis, el director, confirma esta tesis: «Quienes han quedado fuera de la sociedad por el impacto de la crisis y la austeridad necesitan sentirse visibilizados». «Si no quieres comprar la revista no lo hagas, pero cuando veas a una de estas personas con chaleco rojo dale los buenos días», señala.

El origen de “Shedia” está en un campeonato de fútbol. En 2006, antes de que la crisis impusiese una emergencia social, el periodista y otros colegas fundaron un equipo para los «sintecho». Jugaron el campeonato mundial y perdieron todos los partidos, pero construyeron una base que ahora ha servido para dar protección allí donde el Estado es inexistente. Tardaron seis años en poner en marcha la revista, que se publica mensualmente y donde colaboran de forma gratuita decenas de informadores. Para entonces la situación griega era ya gravísima, con el número de personas que carecían de una vivienda disparado y los servicios sociales en proceso de desmantelación. En este contexto, la revista ha servido como colchón económico y buque insignia del empoderamiento de las víctimas del saqueo griego. Además de los campeonatos de fútbol (la oficina está llena de copas que lucen orgullosas) organizan «tours» por las zonas más degradadas de Atenas.

«No habrá ‘Grexit’, creo que llegarán a un acuerdo. Sin embargo, considero que lo pagaremos muy caro», considera Mercouri. Cuando se habla de las grandes reuniones en Bruselas, muchas veces quedan invisibilizadas las graves consecuencias de unas decisiones que se toman tan lejos. Sobre el terreno, iniciativas como “Shedia” sirven para sacar a flote a los grandes olvidados. Ellos deberían ser la verdadera urgencia.