Julien GIRAULT (AFP)
PEKÍN

El banco central chino acelera la devaluación de su moneda ante el dólar

La repentina caída del valor del yuan respecto al dólar provocada de forma regulada por las autoridades chinas ha sacudido las bolsas y los mercados de materias primas mundiales. En pleno periodo estival y con la crisis de la deuda griega relativamente encauzada, las miradas se dirigen hacia Pekín para observar cómo respira el gigante asiático.

Pekín volvió ayer a reducir notablemente la tasa de referencia del yuan respecto al dólar, acentuando la devaluación de la moneda china, que ha caído a su nivel más bajo respecto al dólar en cuatro años, y provocando que los mercados pierdan la calma.

El Banco Popular de China (PBOC, por sus siglas en inglés) redujo en un 1,62% la paridad central en la que el renminbi (el otro nombre por el que se conoce a la divisa china) está autorizado a fluctuar, fijándola en 6,3306 yuanes por dólar, contra los 6,2298 del martes.

La institución bancaria ya había reducido la víspera casi un 2% la tasa de referencia, por lo que el acumulado de las dos jornadas supone la caída más drástica desde 1994, cuando el Gobierno chino adoptó el actual sistema cambiario.

No obstante, el banco central intentó tranquilizar a los mercados: «Vista la situación económica y financiera en el mundo y en China, no hay ninguna base para una depreciación prolongada». Esfuerzo inútil ya que, como señalaba la agencia France-Presse, la moneda china se estrelló de nuevo en el parqué, llegando a cambiarse a 6,44 yuanes por dólar, su cotización más baja desde 2011.

Bajo el impacto de esta nueva devaluación de facto, las bolsas mundiales cayeron en picado, así como los mercados de materias primas de las que China es un gran consumidor.

Las decisiones del PBOC han sido percibidas por la mayoría de los analistas como un intento desesperado para revitalizar la actividad interior y el comercio exterior tras el colapso de las exportaciones registrado en julio, que reavivó las inquietudes sobre la salud económica del gigante asiático.

Ahora, el encarecimiento automático del coste de sus importaciones negociadas en otras divisas podría frenar la demanda. A ellos hay que sumar una serie de indicadores decepcionantes difundidos ayer mismo, incluyendo una fuerte caída en la producción industrial, ha confirmado el oscurecimiento de la situación en China a ojos de muchos observadores internacionales.

 

El dilema

Pese a todo, el PBOC se guarda de hablar de «devaluación», término que evoca los principios de una «guerra de divisas», por lo que se contentó con describir de forma general el mecanismo de cambios chino. El martes, afirmó que de esta manera el tipo central del día –en torno al cual el yuan está autorizado a fluctuar en una horquilla del 2% tanto hacia arriba como hacia abajo– podía reflejar mejor los movimientos del mercado, prometiendo que se trataba de «un ajuste único».

Lo dijo apenas 24 horas antes de volver a reajustar el cambio. Esta segunda bajada, presentada otra vez como una consecuencia del nuevo sistema, aceleró el descenso del valor de la moneda y, al mismo tiempo, reanimó al espectro de que otros países practiquen devaluaciones como represalia.

«El Banco Popular de China se enfrentaba a un dilema», explica Julian Evans-Pritchard, del gabinete Capital Economics. «Si no bajaba más su tipo central para asumir la caída del yuan registrada el martes, eso habría significado que desistía de su compromiso de tener en cuenta al mercado. Por otro lado, corría el riesgo de invalidar su promesa de que se trataba de un ajuste que se hacía ‘de una vez por todas’ y reforzar la idea de que esto no es más que el principio».

Y hay que tener en cuenta que, dada la lentitud con la que se mueve la economía china, cualquier relajación del mercado de divisas volverá a dar rienda suelta a fuertes presiones a la baja sobre el yuan.

 

Intervención a última hora

No obstante, en opinión de los analistas, al dar más flexibilidad al renminbi, el banco central estaría buscando reforzar sus posibilidades de entrar en el restringido club de las monedas de referencia mundial.

Pekín ambiciona que el yuan sea incluido en los Derechos Especiales de Giros (en inglés: Special Drawing Rights, SDR), la unidad de cuenta que utiliza el Fondo Monetario Internacional (FMI), actualmente compuesta por cuatro divisas: el dólar estadounidense, el euro, la libra esterlina y el yen japonés.

Una de las condiciones que ha puesto el FMI para que el yuan pase la criba es, precisamente, que debe someterse a las fluctuaciones del mercado. Ayer, saludó las nuevas medidas del PBOC como una «etapa positiva» en ese recorrido, aunque puntualizó que no tendrán una «implicación directa» sobre la decisión que debe tomar al respecto, que se espera para noviembre.

Por su parte, Estados Unidos ha comentado prudentemente una devaluación que puede frenar sus exportaciones pero que, en cierta medida, también responde a sus exigencias sobre la convertibilidad del yuan.

Pekín debe moverse con mucho cuidado para evitar un deslizamiento del renminbi muy prolongado y pronunciado, ya que podría esconder un doble filo. El riesgo consiste en una que se produzca una aceleración de los flujos de capitales fuera de China por parte de inversores preocupados al ver hundirse el valor de sus activos, mientras que aumentarían las deudas en dólares de las empresas chinas.

«Las autoridades podrían intervenir entre bastidores» para dejar claro que no se debe esperar que el yuan vaya a caer indefinidamente, estima Evans-Pritchard. Precisamente, durante la sesión de ayer, poco antes del cierre la moneda china registró una repentina y fuerte remontada, hasta los 6,3870 yuanes por dólar. Según indicó la compañía estadounidense de servicios financieros Bloomberg, este sobresalto fue provocado por las importantes compras de dólares que habría realizado en el mercado el Banco Popular de China para atemperar la caída de su moneda nacional.

En definitiva, como comentaba Angélina Boulesteix para AFP desde París, la devaluación de la divisa china sacudió ayer de forma importante los mercados financieros de todo el planeta, preocupados al observar a uno de los motores de la economía mundial ofrecer serios signos de que se está quedando sin aliento. Y esto sucede en una semana que se anunciaba como una de las más tranquilas del año.

 

Venezuela plantea una reunión especial de la OPEP y Rusia

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, reveló ayer que está trabajando para que se convoque una «reunión especial» de los integrantes de la OPEP y Rusia para hacer frente a la bajada de los precios del crudo.

Señaló que, junto con el presidente ruso, Vladimir Putin, espera que en esa reunión los integrantes de la OPEP puedan «avanzar en la toma de acciones para defender el mercado petrolero frente a esta nueva caída, frente a la nueva situación histórica estructural del mercado petrolero».

El oro negro proporciona nueve de cada diez dólares que recibe el país, que exporta alrededor de 2,5 millones de barriles de petróleo por día. GARA

 

La AIE augura un mayor consumo de petróleo

La producción petrolífera continuará al alza en lo que resta de año. Así lo anunciaba ayer la Agencia Internacional de la Energía (AIE), que hizo público su último informe mensual mientras los precios del crudo registraban un nuevo descenso, en esta ocasión motivado por la preocupación que ha suscitado en los mercados la devaluación de la moneda china, ya que podría ser un indicador de que la economía de la segunda potencia mundial está ralentizándose, aunque se mantiene en torno al 7% en índices interanuales.

La AIE considera que el crecimiento del consumo se va a acelerar estimulado por los precios bajos y por el crecimiento económico global. El impulso es debido tanto a «un crecimiento económico que se consolida» como al descenso del precio del oro negro, lo que «conduce a los consumidores a utilizar más combustible», tal como señalaba Carole Guirado para AFP.

Concretamente, la AIE espera que este año la demanda mundial aumentará en 1,6 millones de barriles diarios (mbd) hasta alcanzar los 94,2 mbd. Esto supone elevar en 200.000 barriles las previsiones que había hecho en julio. Esta es «la ola de crecimiento más fuerte en los últimos cinco años», resalta la agencia, que basa su revisión, sobre todo, en el aumento de la demanda estimada en Estados Unidos, China, Rusia y Brasil.

Más prudente en sus previsiones, el martes la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) calculó el alza de la demanda en 1,38 millones de barriles diarios. También contempla una aceleración en 2016, del orden de 1,34 mbd, ligada a un repunte del crecimiento mundial de un 3,5% frente al 3,2% de este año.

Además, la AIE no observa ningún signo de «desaceleración» por parte del cartel exportador desde que, en noviembre, decidió no reducir el bombeo para contrarrestar la expansión del petróleo de esquisto, extraído por medio del fracking. GARA