Beñat ZALDUA
BARCELONA

La CUP evita centrar el debate en Mas y plantea un liderazgo compartido

Tras varios días de asedio sobre la CUP para que acepte a Mas como president, la formación independentista trató ayer de sacudirse la presión dando a conocer un boceto de su propuesta de acuerdo y subrayando que lo importante es blindar «el punto de no-retorno». Junts pel Sí se mantuvo en silencio para favorecer las negociaciones.

No fue más que un globo sonda lanzado en una entrevista radiofónica matutina, pero da alguna pista sobre los términos que la CUP puede poner encima de la mesa para superar el debate sobre la investidura o no de Artur Mas y seguir con el proceso hacia la independencia: «Pensemos en una presidencia del gobierno más coral, pensemos en tres o cuatro nombres, abandonemos un modelo presidencialista». Fueron las palabras de la número dos de la lista de la CUP por Barcelona, Anna Gabriel, ante las preguntas de la periodista Mónica Terribas sobre si harán o no president a Mas.

Y es que, superado el debate sobre el triunfo o derrota del independentismo el pasado 27S (triunfo, pero no completo), la actualidad catalana viene marcada por el tira y afloja de Junts pel Sí y la CUP a cuenta de la reelección de Artur Mas. Los 62 diputados logrados por CDC y ERC resultan insuficientes para investirlo, ya que el resto de partidos (sin contar la CUP) suman 63. Esto hace que el actual president en funciones necesite al menos dos votos de la Esquerra Independentista para ser reelegido. Y como a estas alturas ya todo el mundo sabe, la CUP repitió por activa y pasiva durante la campaña que no lo haría.

Es, en apariencia, un callejón sin salida y sin opción intermedia: o Junts pel Sí cede y retira a Mas como candidato a la presidencia, o la CUP se desdice y lo vota en el Parlament. O nadie cede, caso en el que Catalunya tendría que volver a las urnas en febrero o marzo.

La inventiva de la que ha dado pruebas sobradas el proceso catalán, sin embargo, ha llevado a muchos a imaginar opciones alternativas como la que ayer Anna Gabriel anticipó de forma, evidentemente, algo inconcreta. Las negociaciones entre ambos grupos están en marcha y la discreción siempre ayuda.

Gabriel hizo además un llamamiento a la calma al asegurar que cree que «habrá acuerdo» y al explicar que «la negociación será muy sensata». «No pondremos condiciones imposibles para la investidura. Somos conscientes de que tenemos 10 diputados de 135», añadió la nueva diputada independentista, que criticó la presión «acosadora» del entorno convergente hacia su formación: «No se puede decir que el proceso peligre por una sola persona. No pensamos enterrar a nadie, no pedimos la muerte política de Mas. Nos sentimos poco escuchados, poco respetados».

En este sentido, aunque luego matizó sus palabras, ayer el exdiputado de la CUP Quim Arrufat señaló que si CDC y Junts pel Sí «se cierran en banda y hacen presión hasta al final», la Esquerra independentista, «antes que hacer descarrilar el proceso», podría investir a Mas. Eso sí, advirtió de que un chantaje así generaría «efectos negativos».

Frente a la caricatura que en muchos medios se ha pretendido hacer en los últimos días sobre la CUP y sus aspiraciones, Gabriel reiteró que no ponen como condiciones para el acuerdo la salida del euro y de la Unión Europea, ni el impago de la deuda: «Esto lo dejamos para la fase del proceso constituyente».

La diputada independentista aprovechó para remarcar la auténtica línea roja de la negociación, que no es sino el blindaje del «punto de no-retorno» hacia la independencia. Es decir, pasos concretos y efectivos hacia la secesión. Y es que desde la CUP insisten en que el Parlament debe aprobar «señales» de desconexión del Estado español antes de las elecciones estatales de diciembre. El peligro de que una oferta intermedia del Estado español pudiera frenar el proceso catalán es uno de los elementos clave que quieren tener bajo control.

Por parte de Junts pel Sí, sin embargo, ayer reinó el silencio. Aunque sus 62 diputados, incluido Mas, se dieron cita en el Parlament de forma pública, la consigna fue clara y acatada por el que será el principal grupo parlamentario: ni una sola palabra sobre la investidura. Las negociaciones están en marcha y la discreción es uno de sus mejores alimentos.

 

Las incidencias con el voto exterior, a la UE

Los eurodiputados de ERC, CDC, UDC e ICV pidieron ayer una entrevista con la Defensora del Pueblo Europeo, Emily O’Reilly, a la que expondrán los impedimentos del Estado español al voto extranjero. «Decenas de miles de ciudadanos catalanes que viven en la UE no pudieron votar en las elecciones. La razón es, muy probablemente, la mala práctica de la Administración española y la reconocida falta de esfuerzo del Gobierno español para resolver este problema», explicaron los eurodiputados en una carta enviada ayer mismo a O’Reilly.

Según se conoció el miércoles, de los 196.062 catalanes censados en el extranjero, solo 21.771 solicitaron la documentación necesaria para votar. Finalmente, sin embargo, fueron 14.781 los que emitieron el voto (mayoritariamente a favor de la independencia). Han sido muchos los catalanes que, en los últimos días, han denunciado que la documentación no les llegó a tiempo, entre otros impedimentos por parte de las autoridades españolas.

Los cinco eurodiputados catalanes (que también han llevado la imputación de Mas a la UE) preguntarán además a O’Reilly sobre las dos versiones de una respuesta de la Comisión Europea a un eurodiputado del PP. La versión en castellano tenía un párrafo en contra de la independencia de Catalunya que en la versión en inglés, que es la oficial, simplemente no existía.B.Z.