Pello Guerra
Elkarrizketa
Joseba Asiron
Alcalde de Iruñea

«Me gustaría que se reconociera Iruñea como una ciudad más sostenible, social y feminista»

Un Ayuntamiento que escucha a la ciudadanía y comparte con ella sus proyectos es la forma de trabajar que está poniendo en práctica el equipo municipal dirigido por Joseba Asiron, que afronta lo que resta de legislatura con el firme propósito de «hacer muchas cosas con mucha imaginación y poco dinero». Estas y otras cuestiones de futuro las analiza el alcalde en esta segunda entrega de su entrevista con Iruindarra Naiz.

Tres años pueden parecer mucho tiempo, pero cuando se rige una institución a la que se quiere dar un aire fresco y nuevo, se convierten en una auténtica contrareloj. Muchos proyectos ocupan la mente del alcalde para el tiempo que resta de legislatura con el objetivo de que cuando llegue 2019, Iruñea sea reconocida como una ciudad más sostenible, solidaria, social y feminista.

UPN le acusa de imponer su modelo de ciudad al conjunto de la ciudadanía. ¿Qué le respondería?
En euskara se dice «Sosoak beleari ipurbeltz» y el refranero español recoge eso de «Ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio». Si algo ha caracterizado a los gobiernos de UPN a lo largo de las diferentes legislaturas ha sido el modelo autoritario, de imposición, de ningunear a la oposición y al amplísimo sector social que representa. Podríamos sacar montones de fotografías de sectores sociales de Pamplona en el ámbito del euskara, de la enseñanza pública, del respeto por el patrimonio propio, como la movilización en torno a la plaza del Castillo y la destrucción de los restos arqueológicos; el desalojo violento del Euskal Jai, los colectivos que proponían otro modelo de fiesta más participativo..., todos ellos el trato que han recibido durante décadas por parte de UPN bien asistido por el PSN. En consecuencia, antes de tomar en consideración este tipo de críticas, que yo lo hago, hay que pensar en la legitimidad que tienen.

Mientras estuvo en el poder, UPN se quejó del carácter obstruccionista de la oposición, con la que no consiguió acordar ni siguiera un presupuesto en la pasada legislatura. ¿Le parece que ahora, desde el otro lado de la barrera, están siendo tan constructivos como entonces reclamaban a los demás grupos?
Es la crítica por la crítica. Desde mi punto de vista, se han instalado en una oposición periférica. El otro día, en el Pleno, hablaba el concejal Abaurrea, muy lúcidamente, sobre la sequía de temas de la oposición. Porque mirando lo que está haciendo el gobierno municipal con ojos justos, la oposición debería reconocer que se están haciendo muchas cosas y muy bien. Pero en lugar de eso, se instala en la crítica gratuita y olvida que la ciudadanía tiene memoria. Nosotros vamos a seguir adelante con nuestros proyectos. Tenemos muchísimos proyectos en todas las áreas para transformar esta ciudad, para modernizarla y sacarla del páramo cultural y de relaciones al que UPN la ha sometido durante mucho tiempo. Estamos en relación abierta con todas las ciudades de nuestro entorno, con las otras tres capitales vascas por supuesto, Jaca, Hondarribia, Izura al norte del Pirineo, Zaragoza para impulsar profundización en las relaciones. Son los deberes que tendrían que haber hecho.

Entre los socios de gobierno tampoco han faltado los roces, especialmente con Izquierda-Ezkerra. ¿Cómo ha llevado esas diferencias entre aliados?
Ahí tengo que intentar situarme en una posición de alcalde, en el sentido de estar por encima de las diferencias que hay entre los partidos. Yo les he dicho muchas veces a los concejales y las concejales que la crítica del alcalde es para con quien considere que debilita el trabajo del gobierno de cambio. Y creo que esa debe ser mi labor, porque la ciudadanía debe percibir quiénes se esfuerzan realmente por conseguir el cambio. Yo estoy satisfecho, porque todas las fuerzas, con sus diferencias y viniendo de culturas políticas muy distintas, están trabajando mucho y de manera honrada por el cambio y se está haciendo bien. Eso no quiere decir que no haya diferencias. Cuando nos juntamos en la sala adyacente a este despacho del alcalde y nos ponemos a hablar de cualquier tema, reñimos, discutimos, gritamos... todavía no nos hemos tirado del pelo (risas). Pero lo realmente importante es que cuando salgamos por la puerta, la decisión que hayamos tomado sea la de todos y todas. La ciudadanía no entendería que alguien de nosotros, sea alcalde o concejal, pretenda ser gobierno lunes, miércoles y viernes, y oposición, martes, jueves y sábado. Como alcalde, ahí tengo que intentar elevarme y estar muy atento. Y si ocurre que alguien tiene intención de remar con la oposición y hacer daño al gobierno municipal, sancionarlo. Pero tengo que decir que, a día de hoy, eso no ocurre.

Se aproximan sus segundos sanfermines como alcalde. ¿Son muy diferentes los que ha diseñado el nuevo equipo de los que en su día organizaba UPN?
Quiero destacar que va a haber cambios en la programación cultural, en los conciertos, en las actuaciones... Se está intentando ser innovador, sacar a la palestra los criterios del actual gobierno municipal. Pero más allá de los cambios puntuales que pueda haber en una u otra plaza, yo destacaría que van a ser unos sanfermines mucho más participados. El gran problema que tenían los sanfermines últimamente era el encorsetamiento, la excesiva institucionalización, la excesiva presencia de la clase política, que en algunos casos andaba buscando un protagonismo que no debe tener. Por ejemplo, en el caso del cartel, el hecho de que este año no hayan participado políticos en la elección es una manera de marcar estilo. Se ha convocado la Mesa de los Sanfermines con una participación enorme de colectivos que representan a toda la sociedad en toda su variedad, desde la Casa de Misericordia, hasta los colectivos feministas, pasando por corredores del encierro, pastores... De esa mesa cuelgan mesas como la del txupinazo, la del encierro, la de programación..., que están empezando a carburar. Están pasando de ser unos órganos meramente decorativos, en mi opinión, a ser realmente órganos de gestión, donde la ciudadanía tiene un acceso, porque no se cierra la puerta a nadie. Incluso se va a cerrar el diseño de quién va a tirar el txupinazo, que va a ser algo que también lo va a decidir la ciudadanía. Los cambios van en ese sentido, en recuperar el sabor popular que tuvieron los sanfermines y que nunca debieron perder.

Estamos ante un Ayuntamiento más comunicativo, ya que todas las semanas anuncia públicamente algunas de las medidas que está tomando, y que además busca el contacto con la ciudadanía a través de figuras como el concejal de barrio para que exista un feed-back entre la institución y la sociedad.
Esa es la otra vertiente de la transparencia a la hora de dejar participar a la gente y de comunicar, y que se vea el trabajo que se está haciendo. Los concejales estamos yendo todos los martes a los barrios. Se están realizando foros de barrio en los que hay una interrelación, donde explicamos qué queremos para la zona. Por ejemplo, presentamos el proyecto Erdigune para San Jorge, que lo necesita. Otro barrio muy necesitado es el de Milagrosa-Arrosadia, para el que diseñamos el plan integral DUSI. Por nuestra parte, sería muy fácil y muy injusto tan solo decirle a la gente cuáles son los planes. Tenemos que recoger sensibilidades, ideas, porque es la gente que vive en el barrio la que mejor conoce los problemas de la zona y qué soluciones quiere. Tiene que haber una interrelación. No es que sea un mérito especial de este equipo de gobierno escuchar a la ciudadanía, es lo normal y lo extraño es que no haya sido así antes.    



Por delante tiene otros tres años de legislatura. ¿Qué proyectos quiere sacar adelante en ese tiempo?
Hay proyectos encima de la mesa, como los ya apuntados del plan para Arrosadia y el de San jorge, como también en Etxabakoitz, que ha tenido durante décadas un PSIS sobre su cabeza como si fuera una espada de Damocles. En otro orden de cosas, está la peatonalización del centro de la ciudad. En aras a la movilidad, queremos crear un eje sostenible que desde el Casco Antiguo, a través de un paseo de Sarasate peatonalizado y de una calle Taconera que se va a convertir en un boulevard, pueda llegar hasta Antoniutti, vuelta del Castillo y universidades. Va a ser todo un pulmón de movilidad sostenible que va a atravesar la ciudad de este a oeste. Hay multitud de proyectos que queremos poner en marcha a todos los niveles. La edad de los proyectos faraónicos ya pasó, ahora tenemos que demostrar que somos capaces de hacer muchas cosas con mucha imaginación y poco dinero.

¿Cómo le gustaría al alcalde que fuera Iruñea al finalizar la legislatura, en 2019?
Ese año llega rápido. Pero sí que me gustaría que quedaran reflejadas dos ideas. La primera, que existe alternativas, que no es una cuestión de alternancia en el poder entre UPN y PSN, sino de alternativas reales a una forma de gobernar la ciudad que no nos ha gustado. Me gustaría que en 2019 la ciudadanía percibiera eso y luego que cada cual vote a quien considere oportuno, faltaría más, pero que sea consciente de que hay verdaderas alternativas, otras maneras de hacer las cosas. Y entrando en adjetivos, me gustaría que dentro de tres años, la ciudadanía reconociera Iruñea como una ciudad más sostenible, solidaria, social y feminista.