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José Sanjurjo, el iruindarra golpista que hacía sombra a Franco

El iruindarra José Sanjurjo estaba llamado a ser el líder de la sublevación militar de 1936, pero un accidente de aviación puso fin a la vida de un general que había sido ennoblecido por el rey español por su papel en la Guerra de Cuba de 1898 y especialmente de Marruecos de comienzos del siglo XX, y que ya había protagonizado un primer golpe de Estado contra la Segunda República española en 1932.

Retrato de José Sanjurjo.
Retrato de José Sanjurjo.

Sanjurjo nació en Iruñea el 28 de marzo de 1872 en el seno de una familia carlista, ya que era hijo de un coronel fallecido combatiendo por el aspirante al trono español. Adquirió su experiencia militar en dos contiendas, en la guerra de Cuba de 1898 y en la de Marruecos. En 1921 fue nombrado general por méritos de guerra y nombrado gobernador militar de Zaragoza. Durante la dictadura de Primo de Rivera fue escalando puestos en el escalafón, alcanzando la Alta Comisaría de Marruecos en 1926. Por su papel en la lucha del Ejército español contra los marroquíes, el soberano Alfonso XIII creó para Sanjurjo el marquesado del Rif.

Al proclamarse la Segunda República española era director general de la Guardia Civil, pero sus excesos en la represión de movimientos obreros como el de Arnedo le generaron tensiones con Manuel Azaña que terminaron provocando su cese y que fuera colocado al frente del cuerpo de Carabineros.

Entonces emergió el espíritu más militar de Sanjurjo, que decidió actuar como era habitual en el Ejército español desde el siglo XIX cada vez que existían diferencias con el gobierno de turno: sublevarse. El 10 de agosto de 1932 se alzó en armas en Sevilla, ciudad que llegó a controlar durante todo el día, pero el Gobierno republicano español no tuvo problemas para sofocar la rebelión, que pasó a ser conocida como ‘la Sanjurjada’.

En la asonada tuvo un papel ese mismo carlismo con el que le unían lazos familiares y que posteriormente se implicaría sin restricciones con el golpe diseñado por Mola. Por su participación en los preparativos de la sublevación de Sanjurjo fueron detenidos varios miembros del Requeté navarro y suspendidos periódicos como ‘El Pensamiento’ y ‘Diario de Navarra’.

El 25 de agosto, el general era condenado a muerte, pero la pena le fue conmutada. A continuación fue encerrado en el penal del Dueso en Santoña, aunque dos años más tarde, en 1934, fue indultado por el gobierno de derechas emanado de las elecciones de 1933. Entonces, Sanjurjo decidió exiliarse voluntariamente en Estoril.

Estando en la ciudad portuguesa, fue recibiendo ofertas de los militares que querían acabar con la República española. Por afinidad, los carlistas también le veían como su principal referente contra el Gobierno del Frente Popular y le llegaron a proponer como presidente de un gobierno provisional de restauración monárquica.

El general debía de ver con buenos ojos los planes que seguían la senda ya emprendida por él mismo en 1932, ya que el mismo año de la sublevación pergeñada por el ‘Director’, viajó a la Alemania nazi.

Una vez iniciada la asonada, Sanjurjo debía reunirse con Franco en Burgos para tomar las riendas de la sublevación como principal líder de los militares rebeldes, pero el 20 de julio, su avión se estrelló al salir de Lisboa. Este accidente y el de similares características que sufrió Mola un año más tarde favorecieron enormemente a Franco, que sin esas dos sombras tan alargadas, especialmente la del iruindarra, se convertía en jefe supremo de los militares sublevados.