Alex ROMAGUERA
barcelona

El éxito de la Diada acelera el proceso hacia la ruptura en Catalunya

El llamamiento de la ANC y Òminum Cultural a avanzar hacia la República lleva todo el soberanismo a hablar de la necesidad de no demorar la celebración del referéndum. Mientras el gobierno de Junts pel Sí se reafirma en su compromiso de culminar el proceso en 2017, la coalición de los «comunes» asume la necesidad de colaborar.

Había ciertas dudas sobre qué ocurriría en la Diada, porque ni el número de inscritos era el mismo que la pasada edición, ni el ambiente parecía el idóneo para que una multitud saliera a la calle en defensa de un Estado propio para Catalunya. Pero ante la enésima demostración de fuerza de la ANC y Òmnium Cultural, todo el soberanismo se ha apresurado a hacer su lectura con el fin de «estar a la altura de las circunstancias», como invocó Jordi Sànchez, presidente de la ANC, al final de la jornada.

Sin excepción alguna, el conjunto de fuerzas soberanistas ya hablan de que la Diada ha marcado un antes y un después que, con matices, ha de servir para encauzar el proceso acordado por la mayoría independentista en la famosa declaración del 9 de noviembre de 2015.

Aún con las imágenes del latido ciudadano en la retina, el mismo presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, aseguró que su gobierno está decidido a celebrar un referéndum vinculante durante los próximos meses de junio o julio, «pero que si no es factible, habrá otro sistema para verificar el anhelo que se expresó de forma rotunda en la calle», dijo Puigdemont.

En una declaraciones sin precedentes, el presidente de la Generalitat no descartó incluso la convocatoria de unas elecciones constituyentes que permitan extraer unos resultados concluyentes y que lleven a la cámara catalana, si así lo dictaminan las urnas, a proclamar la independencia del país. Una posibilidad compartida por el líder de ERC, Oriol Junqueras, quien interrogado por las declaraciones de Puigdemont, indicó que lo importante es conseguir el máximo consenso posible para que la población exprese su voluntad. «Siempre hemos dicho que el mecanismo más nítido es el referéndum, pero si hay otra vía prevista en la hoja de ruta que suscite más apoyo y garantías, como podrían ser unas elecciones constituyentes, habrá que contemplarla». «En todo caso –subrayó– el proceso ha empezado y acabará en las urnas».

Cambio de ciclo

En cuanto a las garantías para culminar el proceso, la CUP ha insistido en la necesidad de recurrir a la desobediencia civil en caso que el Estado persista en su estrategia de bloqueo. Según Mireia Boya, diputada de la formación en el Parlament, «si hay algún grado de fiabilidad en este momento es el nivel de desobediencia que hagamos para defender la legalidad catalana».

Así pues, y pese a la decisión de no entorpecer la moción de confianza a la que se someterá Puigdemont el día 27, la organización independentista ha reiterado su rechazo a acatar las decisiones del Tribunal Constitucional. En este sentido, la CUP ha propuesto la convocatoria de una huelga general «si el gobierno español mantiene su dinámica represiva e impide un referéndum unilateral», al que identifica como «el principal instrumento democrático para dirimir el proceso político hacia la República Catalana».

Pero si hay un espacio interpelado a raíz de la Diada, este es la coalición En Comú Podem, encabezada por Ada Colau, y Catalunya Sí Que es Pot, representada en el Parlament por Lluís Rabell. También estos sectores asumen el inicio de un nuevo ciclo, una vez se ha constatado el agotamiento del postautonomismo, y apoyan sin tapujos la celebración de un referéndum que tenga el máximo respaldo y el aval de la comunidad internacional. Un mensaje que se aleja de las últimas declaraciones vertidas por los «comunes», que unas semanas atrás calificaban a Junts pel Sí y la CUP de «irresponsables» por llevar a Catalunya al actual desideratum.

Ayer mismo, Rabell, que había declinado ir a la Diada por sentirse «excluido y rechazado», valoraba muy positivamente los actos celebrados, a la vez que, en un cambio de actitud, anunciaba la decisión de su grupo de ponerse al lado de Puigdemont «para reactivar a la sociedad civil con el fin que se realice el referéndum».

El portavoz de los «comunes» aseguró que apoyarán las protestas si persisten las amenazas a las instituciones catalanas y, a diferencia de hace unas semanas, no descartó que su formación de su voto favorable o se abstenga en la moción de confianza al president.

 

Bruselas calla sobre la Diada, no así la prensa internacional

La Comisión Europea se parapetó en la manida excusa de los «asuntos internos» para eludir valorar la Diada.

«Sobre preguntas relacionadas con el orden constitucional interno de España, no hacemos comentarios», respondió el portavoz comunitario Alexander Winterstein a preguntas de la prensa.

A Winterstein tampoco le «consta» que el president Puigdemont haya solicitado mantener un encuentro con el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, que ya en abril alegó «problemas de agenda». El portavoz de Bruselas se niega a «especular sobre potenciales reuniones».

La que no especuló sino que informó sobre la Diada fue, por cuarto año consecutivo, la prensa internacional, que en sus webs e incluso en sus ediciones impresas destacó la insistente capacidad movilizadora de la sociedad catalana.

Así, “The Guardian”, “Time”, “Le Monde”, BBC y “The New York Times” coincidían en destacar la masiva participación, de cientos de miles de personas, en las cinco marchas.

Más allá de cifras, Politico.eu ponía el acento en que «Los catalanes dan a España una lección de unidad». En la misma línea, “Le Figaro” destacaba que «En Catalunya, los secesionistas muestran su fuerza».

Hasta “The Financial Times”, un medio no precisamente famoso por su querencia a los cambios, venía a reconocer que «Los catalanes dejan a un lado sus dudas (sic) en su Diada nacional». Para dudas, las que evidencia ese titular.GARA