@albertopradilla

Los golpes serán entre el PSOE y Podemos

Lo único que ha cambiado respecto a la investidura fallida de agosto es el golpe de Estado en Ferraz, que ha permitido que el PSOE entregue el Gobierno a Mariano Rajoy. Lo reconoció el propio aspirante de modo cruel, remitiéndonos a su discurso de hace dos meses sin pestañear. Lo comentaba ayer Iñigo Errejón: el sistema político español ha entrado en tal crisis que para que gobierne el PP ha sido necesario destrozar a quien hasta ahora ejercía el papel de oposición. Ahí está la pugna.

Asumido que el partido de la corrupción y los recortes gana por agotamiento, lo más previsible es que la lucha más encarnizada se desarrolle entre quienes aspiran a hacerle la contra. Por un lado, ejem, el PSOE, que suficiente tiene con explicar cómo está tan en contra del PP que le entrega el Gobierno. Por la otra, Unidos Podemos, que se presenta como alternativa, pero del que últimamente solo nos enteramos de sus duelos tuiteros e intrigas palaciegas.

En realidad, lo del partido de Pablo Iglesias es peccata minuta ante el tremendo papelón que tendrá que asumir hoy Antonio Hernando, portavoz del PSOE. A ver con qué cara mira a Rajoy, se pone solemne y le explica lo perjudiciales que son sus políticas sabiendo que dos días después levantará la mano para dejarle gobernar. Más aún cuando anteayer era uno de los que defendía el «no es no», codo a codo con Sánchez. Solo los supervivientes de la política, los marxistas de Groucho, los corchos profesionales, los que siempre salen en la foto, son capaces de tal transformismo. Sí, es sonrojante, pero no tanto como para que el partido se desintegre, aunque esté más tocado que nunca y sus perspectivas solo sean decadentes.

Mientras, Rajoy, maestro en el proverbio árabe de «sentarse en el porche de casa y ver pasar el cadáver del enemigo», busca por la vía de los hechos un logro mayor que coronarse: convertir sus bases ideológicas en «sentido común» y único marco de debate. Eso sí que es hegemonía en España.