Idoia ERASO
DONIBANE LOHIZUNE
Elkarrizketa
MURIEL SALMONA
PSIQUIATRA Y PSICOTRAUMATÓLOGA

Muriel Salmona: «Las niñas son las principales víctimas de la violencia sexual»

Presidenta de la asociación Memoria traumática y victimologia, colabora también con la Asamblea Nacional, el Senado y el Consejo Supremo de igualdad entre las mujeres y los hombres del Estado francés. Además de en la legislación uno de sus grandes objetivos es la información y la formación de profesionales, para dar a conocer la conexión entre la violencia y los síntomas psiquicos y psiquiátricos.

Muriel Salmona fue invitada el pasado viernes a dar una conferencia en Donibane Lohizune sobre las consecuencias psicotraumáticas de la violencia en la salud. Con un discurso que difiere mucho del de la sociedad de Ipar Euskal Herria y del Estado francés, deja en evidencia los grandes pasos que tiene que dar todavía la sociedad para hacer frente a la violencia sexista y la sexual. Uno de ellos, hacer frente a la «negación social» que existe actualmente.

Usted es una experta reconocida sobre las consecuencias psicotraumáticas de la violencia en la salud ¿Cuáles son?

La violencia contra las mujeres es muy específica, al igual que la sexual, o la conyugal, y tienen consecuencias muy graves que pueden durar muchos años. Las consecuencias psicotraumáticas son la suma de las consecuencias en la salud mental, que son esencialmente una memoria traumática y de fenómenos de disociación que tienen múltiples repercusiones tanto en la salud mental como física.

Hay que tener en cuenta que tiene impactos neurológicos en los circuitos de la memoria y de las emociones, que hacen que haya consecuencias que conllevarán una memoria bloqueada que no se integra en el cerebro, y que hacen revivir de manera idéntica lo que se ha sufrido: la misma angustia, el mismo terror, el mismo dolor… Eso puede convertir en un terreno minado la vida de una persona, se puede convertir en algo parecido a la tortura, que incluso cuando se ha terminado puede continuar a colonizar a la víctima.

Hay que cuidar estos efectos, porque esta memoria traumática se trata, y sin ayuda la víctima se ve obligada a poner en práctica estrategias de supervivencia que van a tener influencia en la salud. Es un verdadero problema de salud pública.

Es un problema de salud pública, pero usted ha denunciado que los profesionales de la salud muchas veces no conocen dichas consecuencias.

No, desgraciadamente, tanto en lo que se refiere a las mujeres como a los niños. En los niños es un determinante principal en lo que se refiere a la salud 50 años después; puede llegar a conllevar 20 años menos de esperanza de vida. Las niñas son las principales víctimas de la violencia sexual, son más las niñas que las mujeres. Debería haber una oferta de cuidados con profesionales formados, pero no es así.

En Francia hay muy poca formación, y en muy pocos casos es continuada. También hay muy pocos centros de tratamiento, aunque dentro del marco de la Convención de Estambul una de las obligaciones es que las mujeres y los niños víctimas de violencias puedan acceder a centros con profesionales especializados.

¿Conoce usted la situación en los diferentes estados de la Unión Europea?

Cuando trabajamos con colegas de otros países todos se quejan de que no hay suficientes estructuras o personal, pero hay países como Alemania en el que hay muchos más profesionales formados en traumatología y centros en donde se ofrecen cuidados que están pagados por los servicios públicos, lo que no ocurre en Francia.

Usted colabora asiduamente con instancias gubernamentales como la Asamblea Nacional y el Senado.

Sí, realizo un trabajo legislativo, y también otro tipo de acciones. Acabamos de realizar el Quinto Plan de lucha contra la violencia contra las mujeres. Se trata de la legislación pero también de la protección, hacer campañas, recoger cifras fidedignas… Sobre todo a través de la Misión Interministerial de Mujeres Víctimas de Violencia, hemos trabajado mucho sobre la formación de profesionales, sobre todo de los médicos, pero también de abogados, jueces, policías, gendarmes, trabajadores sociales… Todos los profesionales que acompañan a las víctimas, y que se supone que las deben ayudar. Información para que se sientan implicados, y no toleren ese tipo de violencia.

¿Hoy en día cual es el mayor obstáculo para el trabajo que están llevando a cabo?

Yo creo que el obstáculo más importante es la negación de la sociedad. Hay todavía muchas representaciones estereotipadas que hay que romper sobre los hombres y las mujeres, hay que desmontar totalmente esa cultura de violencia. Proteger y tratar a la víctima supone evitar que vuelva a padecer violencia. También hay que hablar de la impunidad. En lo que se refiere a las violaciones hay un 10% de denuncias, y 1% de condenas, es una impunidad casi total.

¿De dónde cree que viene dicha negación?

Es un tema molesto, y además estamos en una sociedad en la que la dominación masculina está todavía presente, las desigualdades están ahí, y la violencia contra las mujeres es todavía un privilegio que se mantiene. Luchar contra la violencia y cuidar de las víctimas es también una elección social, porque si no se hace se transmite el mensaje de que esas víctimas no tienen valor, que nadie se preocupa.

En el informe del 2015 sobre “Impacto de la violencia sexual de la infancia a la edad adulta” se muestra que el 96% de las personas que han sufrido violencia sexual dicen que ha tenido un efecto grande o muy grande en su salud mental, más del 40% en la salud física. Y si se trata de niños, de un 70%. Una de cada dos víctimas trata de suicidarse, tiene conductas adictivas, fases depresivas, tiene problemas de inserción social con periodos de marginalidad… Son consecuencias médicas, sociales o de calidad de vida muy importantes.

Se trata del informe realizado por la asociación Memoria traumática y victimología

Sí, lo realizamos con el apoyo de UNICEF. Un trabajo que permitió ver que los niños son las principales víctimas. En lo que se refiere a la violencia sexual el 80% tiene lugar antes de los 18 años, 51% antes de los 11 y el 21% antes de los 6. Es importante para tomar conciencia. Hay que saber que el 70% de las víctimas van a continuar sufriendo violencia. Empieza en la infancia, continua con trastornos psicotraumáticos, y están expuestas a seguir siendo víctimas.

Las conferencias que doy, como la de San Juan de Luz, son una manera de dar instrumentos sobre los comportamientos psicotraumaticos, para poder ver la víctima de otra manera, y de desechar estereotipos e ideas falsas que cuestionan a la víctima sobre su comportamiento. Como, por qué no ha gritado; por qué no se marchó antes; por qué ha presentado la denuncia tan tarde; por qué se ha quedado tanto tiempo con el agresor; por qué está siempre con hombres violentos…

Todos esos elementos se explican a través del comportamiento psicotraumático, son mecanismos de supervivencia, que conllevan fenómenos de disociación emocional que convierte a las víctimas en vulnerables ante los agresores, que a su vez crean anestesia emocional.

¿Podría poner un ejemplo?

Cuando la víctima se va y luego decide volver. Paradójicamente cuando está con el agresor, como está en peligro, el cerebro la pone en situación de supervivencia con anestesia emocional, y no siente las agresiones a la altura del impacto. En cambio, cuando se va, la memoria traumática toma el relevo, y se siente peor, tiene ataques de pánico. Si nadie le explica que es normal y que tan solo hay que tratarlo, vuelve una vez más a donde el agresor, que va a anes- tesiarla una vez más.

Ser una víctima es una trampa, destroza la vida. Por eso nosotros tenemos que dar otra visión, y que se entiendan mejor los mecanismos. En el caso de la violencia sexual, el 83% de las víctimas no han sido nunca reconocidas. En Francia únicamente el 14% de las víctimas de violencia conyugal presentan denuncia; en lo que se refiere a la violencia sexual, es menos del 10%; las violaciones conyugales, el 2%. Es decir, la gran mayoría de las víctimas no ha sido identificadas, protegidas, tratadas, y eso es intolerable.

Esta falta de acompañamiento está ligada al desconocimiento del impacto de la violencia, al final se cree que esas víctimas quieren vivir así. Cuestionar a la víctima es una injusticia suplementaria, que da impunidad al agresor, lo que hace que la violencia no se pare nunca.

Una vez que se comprenden las consecuencias es más difícil culpabilizar a la víctima.

Exactamente, cuando se conocen todos esos elementos sobre los mecanismos no se puede mantener el mismo discurso. Y para las víctimas es muy importante conocerlos, porque si no ellas mismas se ponen en duda, se avergüenzan. Un elemento muy importante de los trastornos psicotraumáticos es que son consecuencias normales de ser víctima, y que no es la persona y su personalidad, no se trata de sus capacidades, o lo que era antes de sufrir la violencia, sino de consecuencias universales.

Durante mucho tiempo se ha considerado como debilidad o fragilidad, y como en la sociedad en general, había muchas más mujeres con trastornos psicotraumáticos. La primera explicación que se dio es que ocurre porque son mujeres, y las mujeres son más frágiles. Pero no es así, es simplemente que las mujeres sufren más violencia, con mayor número de consecuencias psicotraumáticas.

Respecto a los términos, en el Estado francés se define como violencia contra las mujeres y en el Estado español de violencia sexista o machista.

Sí, se progresa pero es verdad que la violencia conyugal se pone en duda por la realidad sexista que representa la violencia masculina. En lo que se refieren a las muertes y asesinatos, está el término feminicidio que no hemos adoptado en Francia, es un debate.

A veces se define incluso como crimen pasional.

Sí, vestido de amor. Es como en las violaciones que se describen como pulsión, deseo sexual, alguien que no puede contenerse. Pero no es nada de eso, es una persona que tiene un problema. Es como la persona que no soporta la separación de su familia por lo que mata a su mujer y a sus hijos, con el sobreentendido de que ha matado a la mujer porque se fue.

En Francia hay una iniciativa que ha recogido el protocolo español para los periodistas con ciertas recomendaciones. Se trata de un colectivo de periodistas que se llama "Prenons la une" (Tomemos la portada) para nombrar mejor, y evitar los términos que pueden minimizar, vanalizar o darle la vuelta totalmente a la situación. El hecho de hablar de drama familiar cuando se trata de una masacre de toda la familia, estamos todavía muy lejos de lo que tendríamos que decir para que la realidad esté representada.