Maitane ALDANONDO

Un ventajoso dispositivo a la espera de una oportunidad

Ismael Matute ha desarrollado un badén inteligente que convierte la energía de frenada de los vehículos en electricidad y también contribuye a la gestión del tráfico. A pesar de despertar el interés de sus posibles clientes, aún no han logrado su implementación.

I-bump es un badén inteligente ideado por Ismael Matute ante la necesidad de alternativas energéticas sostenibles. A este emprendedor de Mendavia (Nafarroa) se le ocurrió un dispositivo para recuperar la energía generada por los vehículos. Adquirió una patente similar en Inglaterra y decidió crearlo él mismo. Al no contar con formación en ese campo, se apoyó en varias ingenierías, en especial Prodising, para el desarrollo físico y mecánico de la solución. Tras ver que su proyecto podía ser viable, en 2013 creó I-bump Road Technologies y patentó el dispositivo a nivel europeo y mundial. Necesitaron dos años para crear este dispositivo que se adapta al peso y a la velocidad del vehículo, y tras tres prototipos comenzaron su comercialización. Los materiales utilizados en su fabricación preceden de proveedores locales. «Nosotros somos incapaces de desarrollar todas las piezas de la máquina. Los generadores los desarrolló una empresa de Alsasua, las gomas, una de Bilbo...».

Matute es un emprendedor vocacional que ha llegado a tener siete empresas. De joven abrió bares, posteriormente se dedicó a la promoción de viviendas, también inició una empresa informática, hasta que se decidió por las energías renovables. Ahora intenta sacar adelante este proyecto y no esconde las dificultades a las que tiene que hacer frente. «Nos reciben muy bien y con expectación, pero...», de momento no han tenido suerte a la hora de implementar y comercializar su dispositivo. En 2013 fueron seleccionados como uno de las diez mejores ideas por Madrid Smart Lab, un proyecto pilotado por Ferrovial y el Ayuntamiento de Madrid donde buscaban soluciones para ciudades. I-bump fue uno de los diez escogidos entre los más de 70 proyectos presentados. El reconocimiento traía consigo, entre otros, el compromiso a realizar una prueba piloto. Sin embargo, con el cambio en el gobierno municipal, la iniciativa se suspendió. Tampoco pudieron llevar a cabo un proyecto con el Grupo Volskwagen. «En 2015 estuvimos seis meses trabajando con la Seat de Martorell y estaba todo decidido para su implantación cuando en estalló el tema de la contaminación. Automáticamente bloquearon todas las inversiones hasta ver la repercusión de la sanción de Estados Unidos. Y ahí estamos, sin noticias a día de hoy». Recientemente una multinacional acerera de Santander se ha interesado en el sistema para aplicarlo en sus instalaciones. Con el año nuevo volverán a tocar puertas, ya que su reto es conseguir instalarlo para que los clientes potenciales puedan ver su valor.

energía sostenible y gestión

I-bump es una pieza única que se instala en un hueco realizado en la calzada y se conecta a la red de alumbrado. El dispositivo tiene cuatro placas que suben y bajan con el paso de las ruedas, contribuyendo a reducir la velocidad del vehículo y captando la energía de la pisada. Un generador convierte ese movimiento en electricidad que se devuelve al sistema eléctrico o se almacena en baterías. El paso de un coche supone la iluminación de 100 vatios durante 30 segundos. Al contribuir en la frenada disminuyendo el desgaste del sistema de frenos y de los neumáticos. Matute señala que «castiga al que infringe. Si vas a mayor velocidad de lo que indicado, te pega el salto, que es menor que el de los badenes de hormigón, pero molesta. En cambio, si vas a la velocidad adecuada, pasas sin más».

La seguridad vial es otro aspecto al que han prestado atención. I-bump se instala antes de un paso de cebra, ceda el paso o punto donde el conductor debe reducir la velocidad. Se adapta una señalización lumínica y acústica de modo que al pisar el badén, la señal se ilumina avisando al conductor de esa incidencia y al viandante de que un vehículo se acerca.

Sus clientes potenciales son ayuntamientos, autopistas, peajes, centros comerciales, puertos, aeropuertos… «donde hay un flujo de vehículos alto y no quieres poner algo que dañe a los vehículos». El dispositivo se gestiona mediante telemetría, es decir, mide magnitudes físicas y envía esa información al operador del sistema. Entre los datos que genera se encuentran el número de vehículos, el peso, la velocidad, la contaminación acústica o de CO2. Matute afirma que esto posibilita a los ayuntamientos la gestión casi inmediata del tráfico en la vía, ya que permite recibir la información casi al momento y con una periodicidad establecida –por ejemplo, cada cinco minutos–. Dependiendo de la situación, el gestor puede «aumentar la velocidad de paso inhibiéndolo o reducirla fijándolo». Asimismo, podría evitarse su funcionamiento al pasar vehículos de emergencia como ambulancias o bomberos.

Su precio se sitúa entre los 20.000 y los 25.000 euros con obra civil, aunque se abarataría al aumentar la cantidad fabricada. Pero queda lejos de los entre 6.000 y 10.000 euros que cuestan los de hormigón, lo que frena a sus clientes. «Pueden recuperar la inversión a través de la energía, si es un paso frecuente de coches se genera una cantidad importante que ayuda a amortizarlo». Asimismo, apunta que supondría la creación de trabajo cualificado, ya que el mantenimiento es similar al de los molinos y las placas eléctricas.