Mertxe AIZPURUA

SI EL TECHO ES DE CRISTAL, EL TEJADO ES DE ACERO

Los datos lo certifican. Solo un 23,3% de los escaños de los parlamentos del mundo está ocupado por mujeres. Gobiernan 16 estados del planeta y la paridad está lejos de alcanzarse. Son cifras de la UIP, organismo de la ONU, y aunque se dan avances, son lentos.

Las fotos de las grandes cumbres políticas internacionales siguen dejando para la historia imágenes masculinas. Tan solo una quincena de mujeres gobiernan actualmente en un contexto que se abre progresivamente a la igualdad de género, aunque, si hablamos de representación en las altas esferas del poder político, esa progresión queda todavía muy limitada a los niveles intermedios. En política, si el techo es de cristal, los datos también indican que sobre él se suporpone una cubierta de acero.

La cifra de mujeres en los parlamentos de todo el mundo ha pasado del 11,3% en el año 1995 al 23,3% en la actualidad. La evolución indica una mejora en la situación, pero el ritmo de crecimiento no es en absoluto positivo. Para la Unión Interparlamentaria (UIP), el 2015 fue un año «decepcionante», ya que, por segundo año consecutivo, el número de parlamentarias en todo el mundo aumentó solo 0,5 puntos porcentuales, lo que constituyó un retroceso con respecto a los 1,5 puntos que se habían alcanzado en 2013. Aquel buen dato generó la esperanza de que, de mantenerse el ritmo, la paridad de género podría conseguirse en el plazo de una generación y, sin embargo, según el informe “Women in Parliaments”, de no incrementarse el ritmo tardaremos nada menos que casi medio siglo en alcanzar la paridad en la representación política.

A escala mundial, en 2016 eran 38 los estados donde las mujeres representan menos del 10% del total de escaños y cinco estados no tenían ninguna representante. El ligero aumento en la cifra de parlamentarias en 2016 contrasta, en positivo, con el ritmo de avance en el caso de las mujeres que presiden una cámara legislativa, lo cual, sin embargo, solo supone que un 19% de los parlamentos del mundo están presididos por ellas.

Ruanda, Bolivia y Cuba, a la cabeza

El ranking de mujeres parlamentarias en el mundo deja datos que pueden sorprender desde la óptica europea. Contra lo que pudiera pensarse, no es un país nórdico el que proporcionalmente más mujeres tiene en su hemiciclo. Los tres primeros puestos de la tabla los ostentan Ruanda, Bolivia y Cuba, por este orden. Y son nueve los países africanos que se sitúan entre los veinticinco primeros de la lista. A tenor de los datos, África es el continente que ha experimentado algunos de los avances más espectaculares de los últimos veinte años, con frecuencia en contextos posteriores a conflictos.

La pauta no se cumple siempre, pero es significativo que cuatro de los países en los que las mujeres han asumido el poder de forma más visible sean precisamente naciones que están saliendo de auténticos traumas. Quizá el ejemplo más claro de ello es Ruanda, el país del mundo con más alta presencia de parlamentarias (un 63,8%), y destaca también Sudáfrica, que todavía se cura de las heridas del apartheid, o Mozambique, país que vivió una brutal guerra civil.

América Latina ofrece la media más alta de mujeres parlamentarias: el 28,1%, según el informe la UIP, y es ahí donde la evolución se ha dado de forma más acentuada, seguida por el África subsahariana y Europa, con un punto de partida mejor que los anteriores. Los resultados obtenidos en los países árabes, Asia y el Pacífico se consideran todavía exiguos.

Los cargos de mayor peso

No solo es que el techo de cristal persista, sino que cuanta más responsabilidad implique el puesto resulta ser más resistente, de tal forma que, aunque se perciben avances en niveles de mando medio, los cargos de mayor peso siguen estando reservados por aplastante mayoría a los hombres. El informe sobre Desarrollo Humano de la ONU señala que la probabilidad de que las mujeres ocupen cargos directivos en la administración política es menor en relación con los hombres, y la realidad muestra que su participación en cargos ministeriales es del 18%.

Han pasado casi seis décadas desde que en 1960 Sirimavo Bandaranaike se convirtiera en la primera mujer elegida en votación jefa de un gobierno en el mundo al ser nombrada primera ministra de Ceylán (hoy Sri Lanka). En la actualidad, son solo 16 las mujeres que llevan las riendas de sus países, bien sea como jefas de gobierno o de estado, tal y como se observa en el cuadro adjunto.

Salvo excepciones, que las hay, el reto no es ya reconocer el derecho y la capacidad de las mujeres para ejercer puestos de alta responsabilidad política, sino el sesgo de lo que se ha dado en llamar la «masculinización del liderazgo». La figura de la mujer en el poder parece que aún necesita ser entendida a través del cliché impresionado en la segunda mitad del siglo XX con Indira Gandhi, Golda Meir y Margaret Tatcher, tres ejemplos que desafiaron la noción de que las mujeres eran menos belicistas que los hombres. Ninguna de ellas, por otro lado, promovió políticas orientadas a los derechos de las mujeres. El informe de 2016 hace referencia a «los comportamientos misóginos y sexistas» que atraviesan esferas públicas y privadas cuando las mujeres reivindican su espacio político y que, por otro lado, adquieren carácter violento en determinadas zonas. La participación en los parlamentos no deja de ser un indicador sobre la situación de la mujer, pero es solo eso: un indicador más. Junto al posicionamiento de Ruanda en el primer lugar de esta clasificación, otra serie de factores dan la fotografía completa de una sociedad en la que la situación de la mujer dista mucho de estar en plano de igualdad.

 

Una Fotografía irregular

En lo que respecta a Euskal Herria, el mayor porcentaje de mujeres se da en el Parlamento de Gasteiz. Por primera vez en la historia, y tras las elecciones autonómicas de 2016, en la actualidad hay más parlamentarias que parlamentarios en la Cámara. Son 40 diputadas de un total de 75 representantes –un 53,3%– en un Parlamento presidido por una mujer, Bakartxo Tejeria. En Nafarroa, los escaños están ocupados por 26 hombres y 24 mujeres. Estas suponen el 45% en una institución que tiene a Ainhoa Aznarez como representante máxima, y es también mujer, Uxue Barkos, quien lleva las riendas del Gobierno foral. En Ipar Euskal Herria tomamos la referencia de la recién creada Mancomunidad al ser el único órgano representativo de la totalidad de los tres herrialdes. El déficit es acusado. De 233 representantes, solo 50 son mujeres, un 21,4%.