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BANGKOK-TOKIO

El gran mercado de Asia-Pacífico busca unas reglas compartidas

Después de que Donald Trump decidiera retirar a EEUU del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), se han abierto las puertas a otros acuerdos de libre comercio entre países de esta amplia región, que a corto plazo mantiene unas previsiones de crecimiento relativamente altas. China aparece como la potencia más interesada.

Tira y afloja sobre un paco comercial de Asia.
Tira y afloja sobre un paco comercial de Asia.

Naciones Unidas considera que el auge del proteccionismo pone en riesgo el crecimiento económico en Asia-Pacífico, al tiempo que urge a los países de la región a mejorar la gobernanza y la gestión de la fiscalidad para apuntalar su desarrollo. En la presentación de su informe anual, ayer en Bangkok, la Comisión Económica y Social de la ONU para Asia y el Pacífico (ESCAP) destacó la mejora de las perspectivas de crecimiento para los dos próximos años.

Según el estudio, la zona –que incluye a potencias económicas como China, India, Rusia, Japón y Corea del Sur– tendrá un crecimiento de entre un 5 y 5,1 por ciento en 2017 y 2018. ESCAP calificó el resultado como «moderado» en relación a la tendencia histórica reciente, pero incidió en que se sitúa por encima del 4,9 por ciento de 2016.

«El riesgo más significativo para la, en general, positiva perspectiva económica es el creciente proteccionismo comercial», indica el informe, que identifica como fuentes de incertidumbre el cambio de políticas de la nueva Administración de EEUU o el Brexit. Estima que, en el peor de los casos, el aumento de las barreras al libre comercio podría llegar a ralentizar 1,2 puntos porcentuales la tasa de crecimiento estimada en los países en desarrollo.

Constata también la creciente influencia económica en la región que ejerce China, cuya previsión de crecimiento situó en un 6,5% para 2017, frente al 6,7% del año pasado. Además, resalta la estabilidad de las condiciones económicas en China a medida que introduce reformas para favorecer la implantación de sectores de mayor valor añadido.

El análisis prevé que el consumo interno se mantenga como el principal motor de la economía de la región, tal como lo ha sido en los últimos años, debido a la caída de las exportaciones y de la inversión privada provocada por la crisis de 2008.

Diferentes intereses

En este contexto se están desarrollando las negociaciones para dar luz verde a un pacto comercial que representará el 30% del producto interior bruto mundial, ya que sus posibles socios engloban a más de 3.000 millones de personas –el 45% de la población mundial–, con un PIB combinado de unos 22.5 billones de dólares. Es la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, siglas en inglés), cuya extensión geográfica se puede observar en el gráfico anexo.

Las fechas propuestas para concluir el acuerdo han ido moviéndose en el calendario desde que se iniciaron las primeras negociaciones en 2012, pero ahora China está presionando para una rápida conclusión, incluso para el próximo año. Pekín quiere un acuerdo rápido, centrado principalmente en la reducción de los aranceles entre los dieciséis países de la RCEP. En cambio, Australia y Japón quieren un acuerdo que abarque un mayor acceso al mercado de bienes, servicios e inversiones financieras, la protección de los derechos de propiedad intelectual, las telecomunicaciones y las normas aduaneras.

La India, por su parte, ha utilizado frecuentemente aranceles antidumping para proteger a sus fabricantes de la competencia china. Aún así, India importó mercancías por valor de 61.700 millones de dólares de China en 2015-16, mientras que envió productos a China por solo 9.050 millones de dólares, según su Departamento de Comercio.

AFP no descarta una salida intermedia, como la que planteó en “The Diplomat” Lurong Chen, experto del Instituto de Investigación Económica para la ASEAN y Asia Oriental: que en lugar de concluir un acuerdo más ambicioso, que sería muy largo de completar, ahora se apruebe una versión básica con la idea de actualizarlo más tarde.

Un proteccionismo arraigado

Este tipo de acuerdos tienen que enfrentarse a tradiciones proteccionistas fuertemente arraigadas. Un ejemplo claro es el que ha llevado a la crisis de escasez de patatas fritas en Japón, que ha disparado su precio y vaciado los estantes de los supermercados. Tal como recogía Efe, una bolsa de patatas sabor pizza del principal productor nipón, Calbee, se ofertaba ayer a 3.000 yenes (25 euros) en el sitio de subastas de Yahoo Japan, cuando su precio habitual es inferior a 200 yenes (1,70 euros).

La compañía anunció el 10 de abril una suspensión de la producción de esta y otras 14 variedades por la escasa cosecha de otoño en el norte del archipiélago, golpeado por numerosos tifones. A ello se añade la reticencia de los agricultores a cultivar el tubérculo específico para la elaboración de patatas fritas, diferente al de la patata de mesa.

Las compañías que producen patatas fritas tienen muchas dificultades a la hora de importar patatas frescas debido al sistema de inspección vegetal y de cuarentena dependiente del Servicio de Sanidad Vegetal. Tokio argumenta que la suciedad de las patatas frescas podría introducir plagas y representa un riesgo para sus granjas. Japón no comenzó a importar patatas hasta 2006 ante la insistencia de EEUU, uno de los principales exportadores de este tubérculo.