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Suu Kyi tacha de «desinformación» las denuncias de matanzas contra los rohinyás

La líder de facto del Gobierno birmano y premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, rompió ayer su silencio para denunciar un «iceberg de desinformación» que, según ella, está dando un a visión equivocada de la situación de los rohinyás durante el último estallido de violencia y que ha alarmado a la ONU.

Aung San Suu Kyi acusó a los «terroristas», en referencia a los insurgentes rohinyás, de difundir un «iceberg de desinformación» durante ola de violencia que vive esta minoría musulmana en el oeste del país desde hace casi dos semanas y que ha provocado decenas de miles de desplazados.

En su primer comentario desde el asalto perpetrado por los insurgentes del Ejército de Salvación Rohinyá de Arakan (ARSA), Suu Kyi acusó a los rebeldes, que ella al igual que el Ejército califica de «terroristas», de dividir a las comunidades del país.

En una conversación telefónica con el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, señaló que la «calculada» campaña de desinformación sirve «para promover los intereses» del grupo armado que combate al Ejército en el pobre y remoto estado Rakhine (antiguo Arakan), donde viven 1,1 millones de musulmanes de la etnia rohinyá, a quienes las autoridades niegan la ciudadanía.

Erdogan ha condenado varias veces la respuesta del Ejecutivo birmano a esta crisis, hablando de «genocidio», y Suu Kyi, que defiende al Ejército, negó la acusación y afirmó que su país hace «lo necesario para proteger los derechos humanos, sociales y políticos de todos los habitantes» del país, según su oficina.

Suu Kyi y el Gobierno birmano han sido criticados con dureza por países de mayoría musulmana, activistas pro derechos humanos y la ONU ante la falta de soluciones para situación de desamparo que viven los rohinyás. Su secretario general, Antonio Guterres, alertó del riesgo de «crisis humanitaria» provocada por, según la ONU, la operación de represión «generalizada y sistemática» del Ejército que desembocó en una «limpieza étnica» y «probables» crímenes contra la Humanidad.

Con machetes

El balance de este estallido de violencia es de 414 muertos, 370 de ellos insurgentes, según el Gobierno birmano.

Hasta ahora, los rohinyás no habían apenas recurrido a la lucha armada, lo que cambió en octubre del año pasado con los primeros ataques del ARSA.

Muchos jóvenes integrantes de la organización están huyendo mezclados entre quienes cruzan la frontera con Bangladesh. Dicen estar desesperados por tener que luchar con machetes contra un Ejército moderno.

«Los rebeldes tienen muy pocas armas», asegura un desertor que pide ser identificado con el seudónimo Ala Uddin, evocando las diferencias de equipamiento respecto a los soldados.

«Solo teníamos palos, machetes y dos pistolas para casi un centenar de reclutas», agrega otro desertor refugiado de 27 años y padre de cuatro hijos.

Sin embargo, equipados solo con machetes y cuchillos, los rebeldes rohinyás han conseguido coordinar los ataques contra varias decenas de puestos fronterizos desde el 25 de agosto para hacerse con el mayor número de armas de fuego.

El ARSA, experto en redes sociales, tomó las armas en octubre para defender los derechos vulnerados de esta minoría musulmana,discriminada en Myanmar, donde el 90% de la población es budista y ha aumentado el nacionalismo budista que ha atizado la hostilidad contra ellos. En los últimos meses, el ARSA se ha profesionalizado y mejorado considerablemente su capacidad para coor- dinar operaciones a gran escala y movilizar a un número mucho mayor de combatientes.