Ingo NIEBEL

Alemania gira a la derecha

Alemania profesa la fe en la democracia representativa. Por lo tanto, la entrada de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) en el Bundestag supone que sus 87 diputados representarán a todos aquellos votantes conservadores, antieuropeos, pangermanos, racistas, neonazis y airados que siempre han constatado los sondeos especializados pero a los que la «casta» ha ignorado hasta ahora porque no tenían a nadie que les representara en la instituciones.

Alemania profesa la fe en la democracia representativa. Por lo tanto, la entrada de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) en el Bundestag supone que sus 87 diputados representarán a todos aquellos votantes conservadores, antieuropeos, pangermanos, racistas, neonazis y airados que siempre han constatado los sondeos especializados pero a los que la «casta» ha ignorado hasta ahora porque no tenían a nadie que les representara en la instituciones.

Que la AfD haya llegado a ser la tercera fuerza política tiene que ver con el giro de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la canciller Angela Merkel hacia el centro político. Pero todos los partidos con representación en el Parlamento alemán, con la excepción del socialista Die Linke (La Izquierda), han contribuido a la hora de crear la imagen de una mega-gran-coalición en las cuestiones cruciales, como el supuesto rescate de Grecia y el rescate fáctico de la Banca, por ejemplo.

Pese a que ahora el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) de Martin Schulz anuncia que pasará a la oposición, arguyendo que «no hemos recibido el encargo de gobernar», en realidad se mantiene abierta una puerta para regresar al Ejecutivo. Pues la clave de la política interior alemana se llama «gobernabilidad» y la de la política exterior, «continuidad».

Basta con que una de las actuales crisis internacionales vaya a más para que la CDU pida al SPD que acceda a otra Gran Coalición. Según las encuestas, muchos alemanes apuestan por ello. Esa opción seguirá sobre la mesa aunque Merkel pueda iniciar negociaciones con el Partido Liberal Democrático (FDP) y los ecologistas Verdes. Que por los colores negro (CDU), amarillo (FDP) y verde lo denominen la coalición Jamaica le da un aire progre que no es tal porque el denominador común puede ser el regreso a cierto (neo)liberalismo económico. Este tripartito sería algo novedoso a nivel federal, pero viable, y de todas formas un giro «light» hacia la derecha, menos burdo que la reconquista de «nuestro pueblo y de nuestro país» anunciada a bombo y platillo por la AfD.