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GURS

Urkullu y Barkos reconocen la lucha por la libertad de los internados en el campo de Gurs

El lehendakari de Lakua, Iñigo Urkullu, y la jefa del Ejecutivo navarro, Uxue Barkos, han reconocido la lucha por la libertad y la democracia de los 6.500 vascos que estuvieron recluidos en el campo de concentración de Gurs, en el Estado francés, tras huir de la Guerra del 36.

Rousset, Barkos y Urkullu, en el homenaje de Gurs. (IREKIA)
Rousset, Barkos y Urkullu, en el homenaje de Gurs. (IREKIA)

Urkullu y Barkos han presidido un acto institucional que se ha desarrollado en el mismo lugar de esa localidad del suroeste francés donde se encontraba el campo de concentración que fue destino entre 1939 y 1945 de alrededor de 60.000 personas.

El recinto de Gurs fue construido en 1939 por las autoridades francesas con el fin de acoger a combatientes republicanos de la Guerra del 36, pero a partir de 1940, durante la Segunda Guerra Mundial, fue empleado como campo de concentración desde donde fueron deportadas 3.907 personas a Auschwitz.

A la ceremonia, que ha incluido ofrendas florales, han asistido también el presidente de la región de Nueva Aquitania, Alain Rousset, junto con consejeros de los gobiernos de Lakua y Nafarroa, entre otros representantes institucionales, políticos y sociales.

Durante su intervención, Urkullu ha incidido en que este reconocimiento «tiene un profundo significado de presente» ya que el «padecimiento» de los que estuvieron en Gurs «no difiere del sufrimiento injusto de los refugiados que huyen de la guerra y de la injusticia y que se encuentran en las fronteras europeas».

Urkullu ha recordado que entre junio de 1939 y principios de 1940 más de 18.000 refugiados de la Guerra del 36 fueron confinados en Gurs, un tercio de los cuales provenía de Hego Euskal Herria.

Estas personas «abatidas por la derrota», «apesadumbradas por lo que dejaban atrás» y «preocupadas por su separación familiar» atravesaron los Pirineos «con la esperanza de una tierra de acogida en la Francia republicana», ha señalado Urkullu.

«Nada presagiaba lo que les esperaba: malas condiciones de vida, barracones, alimentación insuficiente, encerradas entre alambres de espino. Un campo de concentración en lugar de un campo de acogida», ha agregado.

El destino de la mayoría de ellos fue el exilio, «algunos nunca volvieron a Euskadi y otros lo hicieron después de cuarenta años».

«Recuperar su memoria y honrarles es un deber ético, social, político e institucional» que ambos ejecutivos «asumen con este reconocimiento y homenaje», ha destacado.

«Aquellas personas y sus familias, víctimas del exilio, deben saber que este país recuerda y reconoce su sufrimiento injusto y también su contribución a la causa de la libertad, la justicia y la democracia», ha concluido Urkullu.

El campo de Gurs se cerró el 31 de diciembre de 1945, tras lo cual sus barracones fueron destruidos y en las 80 hectáreas que ocupaba se plantaron árboles.