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WASHINGTON

EEUU se pregunta qué hacía «un loco» con un arsenal en Las Vegas

Entre la conmoción por la matanza de Las Vegas, investigadores y medios en EEUU se preguntaban por las causas que llevaron a Stephen Paddock a disparar sobre la multitud y cómo se hizo con un gran arsenal de armas de fuego. Para Donald Trump se trata de «un loco», mientras los republicanos siguen rehusando debatir sobre el control de armas.

Estados Unidos se preguntaba aún ayer qué había ocurrido para que Stephen Paddock, un retirado de 64 años, cometiera la mayor masacre de las últimas décadas en el país, en la que mató a 59 personas e hirió a más de medio millar al disparar sobre los asistentes a un concierto de música country.

Jugador habitual de los hoteles-casinos donde apostaba importantes sumas de dinero y llegaba a vivir durante meses, se había convertido en millonario gracias a inversiones inmobiliarias, según su hermano Eric, y era propietario de varias viviendas. Sin referencias policiales, acumuló un arsenal de 43 fusiles y armas cortas, explosivos y gran cantidad de munición.

La Policía de Las Vegas lo calificó como «lobo solitario» y, al igual que el FBI, descartó cualquier vínculo con una organización a pesar de que el Estado Islámico se apresuró a asumir el ataque y a identificar a Paddock como uno de sus soldados

«Es un enfermo, un loco. Estamos tratando con un individuo muy, muy enfermo», explicó el presidente de EEUU, Donald Trump.

El tirador llegó el jueves al hotel Mandala Bay y reservó una habitación en el piso 32, a unos cientos de metros del festival Route 91 Harvest. En diez maletas, llevó allí 23 armas de fuego incluyendo fusiles de asalto, algunos probablemente automáticos, prohibidos excepto los vendidos antes de 1986.

Además, la Policía descubrió 19 armas más en su domicilio en Mesquite, así como explosivos y miles de balas. En su vehículo se halló nitrato de amonio, un material con el que puede fabricarse explosivos.

Como tras anteriores matanzas, volvieron las preguntas de cómo pudo adquirir decenas de armas de fuego y fusiles automáticos sometidos a estrictas regulaciones, pero los republicanos rechazaron reabrir el debate sobre la comercialización de armas y la Casa Blanca señaló que considera «prematuro» abordarlo.

Para el exagente del FBI Richar Frankel, profesor de estudios de seguridad en la St. John University, es inevitable poder acceder con armas a un hotel: «La gente lleva grandes maletas, no es un signo inquietante».

Y el presidente de la empresa Cass Global Security, Shawn Engbrecht, estima imposible establecer controles exhaustivos que, además de costosos, afectarían al reclamo de la «ciudad del pecado», que visitan 43 millones de personas al año.

 

El juego y la diversión continúa en los casinos tras la tragedia

Doce horas después de la masacre, el buen humor reinaba en el hotel Mandalay Bay. Los jugadores dejaron escapar un grito de alegría cuando el barman anunciaba la «happy hour» y no se redujo su entusiasmo para hacer girar la ruleta o jugar sus cartas. «Intento no pensar en lo ocurrido. Es terrible para los afectados, mis pensamientos y oraciones están con ellos y su familia. Pero hay que seguir adelante. Si le doy vueltas, tendré miedo el resto de mis días», decía Bill Cock, neoyorquino que admitía, en cambio, que un amigo, que vio el ataque, volvió a casa.GARA