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Comienzan a evacuar enfermos de la asediada y rebelde Ghuta Oriental

Las evacuaciones médicas, autorizadas por el Gobierno de Siria, desde Ghuta Oriental, una zona rebelde y sitiada en la periferia de Damasco e inmersa en una grave crisis humanitaria, comenzaron después de meses de espera en los que al menos dieciséis personas han muerto, según la ONU. Los 29 pacientes que han sido o van a ser evacuados son una pequeña parte de los cientos de casos graves que necesitan salir con urgencia para recibir tratamiento.

Cuatro pacientes en estado crítico, incluidos tres menores, salieron el martes por la noche de Duma, la mayor ciudad de la región de Ghuta Oriental y se esperaba que próximamente otros 25 abandonaran la zona en varias tandas. La evacuación de pacientes médicos graves en el principal bastión opositor de las afueras de Damasco, comenzó después de una larga negociación de meses entre el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y las autoridades sirias.

En repetidas ocasiones la ONU había reclamado la evacuación inmediata por razones médicas de casi 500 personas –720, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos–. Según Naciones Unidas, 16 personas han muerto desde noviembre por falta de atención médica, incluido un bebé de nueve meses que falleció por desnutrición y complicaciones respiratorias.

Los primeros cuatro evacuados son Ingy, una niña hemofílica de 8 años; Mohammed, un niño de un año con síndrome Guillain-Barré (una enfermedad del sistema nervioso); otro niño con leucemia y un hombre que necesita un trasplante de riñón.

Estas evacuaciones no habrían sido posibles sin el acuerdo con Damasco, que prevé a cambio la liberación de prisioneros en manos de los rebeldes, anunció el poderoso grupo rebelde de Ghuta, Jaish al-Islam. «Aceptamos la salida de numerosos prisioneros (…) a cambio de la evacuación de los casos humanitarios más urgentes», precisó.

Tanto para las evacuaciones médicas como para la llegada de ayuda humanitaria, nada puede hacerse sin la autorización de Damasco. Estas últimas semanas varios convoyes de ayuda enviados por ONG o la ONU pudieron acceder a la región, donde aún siguen atrapadas unas 400.000 personas, 130.000 de ellas menores.

Pese al acuerdo, el régimen sirio intensificó desde mediados de noviembre sus ataques allí.

La región es una de las cuatro «zonas de distensión» definidas en mayo por Rusia e Irán, aliados de Al-Assad, y Turquía, que apoya a los rebeldes, con el objetivo de intentar alcanzar una tregua que allane el camino para poner fin a un conflicto que desde 2011 ha dejado al menos 340.000 muertos.

 

Los supervivientes de la guerra luchan por sobrevivir al frío

Jadija Allushe sobrevivió a los combates encarnizados contra el ISIS en Raqa, pero en el campo de desplazados de Ain Isa perdió a su hijo de siete años a causa del frío invernal. Bajo una carpa o en edificios en ruinas, miles de sirios expulsados de su hogar por la guerra tiritan de frío. Sin calefacción, mantas y ropa de abrigo y con una temperatura nocturna que cae hasta los cuatro grados. La falta de medicamentos agrava su calvario. Pero no se plantean regresar a casa, porque allí todo es desolación.

En el campo de Ain Isa, que acoge a 17.000 personas en 2.550 tiendas de campaña, faltan prendas de abrigo y muchas familias usan mantas para confeccionar ropa de invierno para sus hijos. Los niños recorren el campo, algunos descalzos pese al frío, otros con ropa demasiado grande. De cuclillas ante una carpa, Um Yusef, la abuela, calienta agua para bañarles y que entren en calor.

De los más de seis millones de sirios desplazados internos, 750.000 viven en campos de refugiados o en cobijos improvisados, según la ONU.GARA