Aurélia END (AFP)
DAVOS

Las mujeres que tapan el bosque de «machos alfa» en el Foro de Davos

Con esta muy simbólica imagen, la de las «copresidentas» de la cumbre que aparecen en la fotografía que acompaña a estas líneas, se abrió el martes la gran ceremonia anual de la élite económica y mundial en la coqueta estación de esquí suiza. Por primera vez, siete mujeres tienen la función, honorífica, de dar el tono a una semana repleta de mesas redondas, discursos y encuentros oficiosos entre líderes políticos, empresarios, ONG y científicos.

Siete mujeres sobre el escenario, mesas redondas sobre el acoso o la igualdad salarial... pero solo son el 21% del total de participantes, por lo que el Foro Económico Mundial (FEM) continúa siendo un mundo de hombres.

Son Sharan Burrow, secretaria general de la Confederación Sindical Internacional; Fabiola Gianotti, directora general de la Organización Europea para la Investigación Nuclear; Isabelle Kocher, patrona del grupo energético Engie; Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI); Virginia “Ginni” Rometty, patrona de IMB; la activista india Chetna Sinha; y la primera ministra de Noruega, Erna Solberg.

Sin testosterona

«Espero que podamos probar colectivamente que, incluso sin testosterona, es posible (...) encontrar soluciones» a los problemas del mundo, indicó la jefa del FMI. No hay escasez de testosterona en Davos. La proporción de participantes progresa muy lentamente hacia la igualdad: 18% en 2016, 20% en 2017, 21% este año.

Para Saadia Zahidi, del comité ejecutivo del FEM (WEF por sus siglas en inglés), esta infrarrepresentación tiene diversas causas. En algunos sectores de actividad, «no hay bastantes mujeres»; en otros, «no están en pie de igualdad», explica a AFP.

Pat Milligan, de la consultora de recursos humanos Mercer, asegura que muchas empresas están haciendo «enormes esfuerzos» para romper ese techo de cristal. Ella insta a las propias mujeres a ser más conquistadoras a la hora de elaborar sus currículos (CV). Por ejemplo: Yo escribía «He colaborado en esto o en aquello» o «He contribuido...». En cambio, un hombre escribe: «Vine, vi y vencí».

217 antes de... la igualdad

Según un estudio publicado recientemente por los organizadores del Foro de Davos, las desigualdades entre hombres y mujeres se han acentuado en 2017, y lo ha hecho por primera vez después de diez años.

A este ritmo, «harán falta 217 años para rellenar la fosa salarial». ¿Cómo podrá el mundo esperar durante tanto tiempo?», se pregunta, indignada, Winnie Byanyima, directora de la ONG Oxfam, al ser consultada por France-Presse. Durante una de las mesas redondas, en plena discusión sobre el liderazgo de las mujeres, la activista ugandesa recuerda a la élite económica el destino de quienes están colocadas «al final de la cadena de producción», en los puestos de trabajo o en las tareas domésticas, que son las primeras víctimas del acoso y de la violencia.

Sharan Burrows, por su parte, no se priva de hacer una clara alusión a la próxima llegada a Davos del presidente Donald Trump, acusado por algunas mujeres de comportamientos sexualmente inapropiados. «La llegada al poder de ‘machos alfas’ ha desatado una ola de misoginia», lamenta en declaraciones a AFP, en el contexto de la campaña #metoo (yo también) contra el acoso sexual.

Katja Iversen, directora de Women Deliver, que milita en particular por un mejor acceso a la contracepción, subraya que para convencer al “Davos man” hace falta hablarle en su idioma.

Este concepto inventado por el politólogo estadounidense Samuel Huntington parece captar el perfil medio de los participantes en esta gran ceremonia del liberalismo: mayoritariamente hombres, a menudo ricos, generalmente políglotas y siempre defensores de las virtudes de la globalización.

«Hay todo un argumentario económico a desarrollar», explica, aludiendo a un estudio del gabinete MacKinsey, que estima que el Producto Interior Global podría aumentar un 26% si las mujeres trabajaran en las mismas condiciones que los hombres. «¡Es mucho dinero!», comenta Katja Iversen, quien asegura que el acceso igualitario al mundo laboral solo puede lograrse si «las mujeres pueden decidir cuándo quedarse embarazadas y cuándo no quedarse embarazadas».