Arnaitz GORRITI

Del Águilas a la Final Four de Gasteiz, un hilo a 3,05 metros

La importancia de convertir la final de la Euroliga en un proyecto de país urge en una disciplina que ha tenido en los personalismosuno de los defectos en estos casi 70 años de historia. Y aunque Gasteiz es hoy la capital, no conviene abandonar a las otras ciudades.

Sábado 19 de mayo, a las 13.25. Un numeroso grupo de gentes veteranas se junta en el polideportivo La Casilla. Personas que se ven una vez cada año, o han tardado décadas en volver a verse. Es el encuentro anual de los antiguos miembros del Águilas, club de baloncesto que subsistió en la capital vizcaina entre 1950 y 1989. Sabida es su historia, nacida gracias a los Padres Escolapios en Manila, y el sábado, en el 40º aniversario de la muerte de Paco Díez, uno de sus grandes valedores, se terminaba de tejer un hilo en el tiempo, colgado siempre a 3,05 metros.

Un hilo que empieza con el Águilas y su posterior rivalidad con el Kas, que abandonó Gasteiz para irse a Bilbo, dejando abandonada una ciudad que, 50 años después, celebra que organizará la Final Four de la Euroliga 2019, y que se felicita porque uno de sus hijos, Pablo Laso, conquista otro cetro continental. Mucha casualidad para que todo sea aleatorio, sobre todo porque el padre de Pablo, Pepe, también anduvo en el Águilas.

Y si no, que se lo digan a uno de los presentes en La Casilla el pasado sábado: don Xabier Añua, histórico del Baskonia, del Kas, del Águilas y de lo que concierne al basket en Euskal Herria. «La Final Four es un proyecto no solo de deporte, sino de ciudad, porque no tiene la capacidad de acoger eventos como pueden tener Donostia o Bilbo, y tiene que aprovecharse para mostrar lo que es nuestra ciudad: que muestre nuestros valores y presuma de ellos», afirmaba este gasteiztarra de pro.

«Este logro llega por la suma de pequeñas cositas. Yo entrené muy poco al Baskonia; 'Santxon' –Jose Luis Sánchez Erauskin– es clave para madurar el proyecto y Josean –Kerejeta– llega cuando la fruta está madura. Apuesta con Eduardo Portela desde el primer día por la ACB y por la Euroliga con Bertomeu, y es el que da el impulso final. Pero tampoco es cosa solo de Gasteiz», añadía.

«¿Está, pues, en desacuerdo con lo que dice Jordi Bertomeu, cuando afirma que la Final Four de Gasteiz debe ser un acontecimiento en todo el País Vasco?», le preguntamos, pero Xabier Añua es tajante. «Hace falta que haya baloncesto de élite tanto en Bilbo como en Donostia. De hecho, en Bilbo se juega a baloncesto de élite desde mucho antes que en Gasteiz, y de hecho, el año que entrené al Águilas, la temporada 1972/73, fue el que más disfruté de mi carrera».

«En Donostia, con mi ‘eterno enemigo’ Josean Gasca, andará a la par. Con las muertes de Paco Díez y Josean Gasca Bilbo y Donostia pierden el paso. Hay un cierto problema de personalismo que afecta a nuestros clubes. Me consta que Josean Kerejeta está formando a gente para cuando él no esté y por eso espero que el Baskonia, sin Josean, seguirá bien. La clave, en mi opinión, es el lema del Baskonia para este año: One Country, One Team. Sin que eso suponga excluir al resto de equipos o supeditarlos en este caso al Baskonia, pero sí hacer de lo que va a ser la Euroliga un espejo de lo que somos», concluía Añua.

La diferencia, la financiación

«En la implantación del baloncesto en Euskadi, el Águilas fue fundamental», afirmaba otro exbaskonista de pro como Txema Capetillo. Ex de ambos equipos, Capetillo incidía en la diferencia entre ambos clubes. «La gestión económica».

«La Final Four de Gasteiz no deja de ser un bombazo mediático y, no solo para Gasteiz sino para toda Euskadi, es un punto para lanzarse al mundo, porque le otorga una visibilidad y una incidencia que de otro modo, costaría más. En su día, para el Kas fue un salto importante venir de Gasteiz a Bilbo, y el motivo era tener una mayor proyección económica. Eso costó digerirlo en Gasteiz», evocaba.

Pero Bilbo es una plaza con una historia de encuentros y desencuentros con el baloncesto. «Es difícil conseguir que alguien ponga el dinero en un club de baloncesto en esta ciudad. Existe la afición, existe el empuje, pero no es fácil ponerlo en marcha y darle continuidad», recordaba el año pasado uno de los «padres fundadores» de Bilbao Basket, «Txatxo» Payás.

«Piru» Azua, otro de los fundadores y directivos de Bilbao Basket defendía que «lo mejor es lo que se ha hecho: relanzar el proyecto, pero que no esté cojo, porque cojeando no ganas ninguna carrera. Espero que hayamos aprendido que un proyecto si solo lo coge una persona, al final acaba fallando, y que hace falta cogerlo entre más gente. En ese sentido, de Gasteiz siento sana envidia, sobre todo de sus gestores económicos».

Capetillo, por su parte, le daba la razón. «El Baskonia ha funcionado muy bien a nivel institucional, porque el auténtico sponsor del Baskonia es la diputación, y creo que esa es la mayor diferencia existente a día de hoy entre Baskonia y Bilbao Basket. No me hace gracia esa forma de gestionar, pero se ha llegado a donde nadie esperaba».

En este proyecto de país, Gipuzkoa Basket supo reflotarse, mientras que Javi Salgado, pedía por Bilbao Basket. «Los dirigentes se tienen que plantear si quieren baloncesto de máximo nivel en Bilbo o quieren dejar morir un proyecto que está superafianzado entre la ciudadanía, más ahora que el club está iniciando una transformación hacia trabajar mucho más con la base. No lo es que lo exija yo, lo exige la afición, demanda que haya baloncesto. Solo hace falta que las partes implicadas intenten hacer algo por mantener al equipo en ACB, en LEB o donde sea», declaraba, a modo de SOS.

Xabier Añua, desde la distancia, corroboraba sus palabras. «Ahora que ha perdido la categoría, el proyecto de Bilbo hay que apoyarlo siempre, igual que a GBC, por el bien del basket y de nuestro propio país».

El camino en femenino

Águilas también fue pionero en el proyecto del basket femenino, una idea que duró cuatro años entre 1969 y 1973. «En aquel entonces se le daba aún menos importancia al baloncesto, en general al deporte, femenino», reconocía su antiguo entrenador, Pepe Elorriaga, «pero estuvimos peleando entre las mejores de la élite de la Liga», recordaba.

«No éramos profesionales. Teníamos nuestros estudios, trabajo... pero fue el inicio para que algunas lo fueran», recordaba Begoña Ochoa, miembro de la primera plantilla del Águilas. Después de 40 años, el camino en femenino aún está lejos de la cima, pero transita por el mismo hilo de 3,05 metros.