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Madrid

Millo dibuja un escenario de violencia en Catalunya en las fechas previas al referéndum

El exdelegado del Gobierno español en Catalunya Enric Millo ha denunciado que desde tres semanas antes del referéndum del 1 de octubre de 2017 se produjeron numerosos actos de «hostigamiento, acoso, violencia e intimidación» a instituciones, cuarteles, agentes de Policía y Guardia Civil y comisiones judiciales.

Enric Millo, delegado del Gobierno español en catalunya durante el Gobierno de Mariano Rajoy.
Enric Millo, delegado del Gobierno español en catalunya durante el Gobierno de Mariano Rajoy.

A preguntas del fiscal Javier Zaragoza, ha hablado de lanzamiento de objetos incendiarios, acoso a policías y guardias civiles, hostigamiento en los hoteles donde estos se alojaban, acoso a comisiones judiciales y en las subdelegaciones del Gobierno en las cuatro provincias catalanas. «Se creó un clima de violencia tal que allí donde había una diligencia judicial había un grupo de personas para amenazar, hostigar e intimidar con el objetivo de impedir las acciones judiciales», ha explicado.

De todas las concentraciones de protesta, una de las más «preocupantes« a su juicio fue la del 20 y 21 de septiembre ante la Consejería de Economía, sobre todo por la cantidad de personas concentradas y las proclamas que iban lanzando, como «bo saldrán hasta que no queramos» o «vamos a defender nuestras instituciones».

«Si querían defender las instituciones es porque pensaban que les estaban atacando. Era el mundo al revés», ha remarcado. «Si todo eso no es violencia…», ha afirmado el exdelegado del Gobierno, quien ha añadido que «amenazar y señalar personalmente a agentes policiales que tienen su casa en Cataluña. Esto de pacífico no tiene mucho. Hubo una componente clara de violencia, de agresividad».

«La trampa del Fairy»

Millo ha denunciado que los policías que intervinieron para impedir el 1-O sufrieron la «trampa del Fairy», en la que los activistas independentistas que protegían los puntos de votación arrojaron este detergente en la puerta del centro para que, a la llegada de los agentes, éstos resbalaran y cayeran al suelo y luego les pudieran patear en la cabeza.

Ha relatado que tras el 1-O visitó a los agentes heridos en el dispositivo policial que le transmitieron testimonios «estremecedores», ya que vio dedos rotos, alguna fractura de pierna y un chaleco antibalas rajado de extremo a extremo por un objeto «punzante».

Millo ha destacado la capacidad de movilización –«en 20 minutos eran capaces de ubicar a 500 personas en un sitio y en 30 cambiarlas de sitio»– a través de redes sociales y mensajes de móvil que se vio durante esas semanas de septiembre y octubre de 2017, y ha destacado el papel de los CDR (Comités de Defensa de la República).

Según Millo, los CDR son «aparentemente células autónomas que funcionan de forma espontánea», pero ha remarcado que «un estudio detallado permite deducir que hay una estructura y organización» detrás de ellos, lo cual «de espontáneo tiene poco».

El exdelegado del Gobierno ha situado a los CDR en el último escalón de una estrategia en cuya cúspide ha situado al Govern, el Parlament y la «sociedad civil organizada» a través de organizaciones como la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural, alrededor de las cuales «gravitan otras entidades más pequeñas que tienen vinculación directa o indirecta con los CDR».

Las defensas ponen en duda su veracidad

Las defensas de los acusados han puesto en duda la veracidad de todo este relato de Millo, ya que le han preguntado en numerosas ocasiones si vio esos incidentes directamente –a lo que él ha constestado que no salvo la amenaza de la pintada–, quién le informaba de estos hechos y si leyó atestados policiales –a lo que también ha respondido que no–.

El fiscal Zaragoza ha querido saber cuál fue la actuación de los Mossos d'Esquadra. Millo ha lamentado que su apoyo «no siempre fue todo lo eficaz que pudo haber sido». A su juicio, la versión oficial que transmitía la Generalitat esos días es que las concentraciones eran «actos poco menos que festivos y folclóricos. Pero todos pudimos ver que la intención era otra; las llamadas eran a la defensa de las instituciones».

También ha indicado que durante el ejercicio de su cargo tuvo ocasión de hablar con el exvicepresidente Oriol Junqueras, quien le transmitió que «comprendía que todo esto podía crear una situación complicada» y que él no era «partidario de que todo fuera tan deprisa» en lo que respecta a la convocatoria del referéndum, pero que estaba «absolutamente comprometido» con los planes del Govern de Puigdemont.