Isidro ESNAOLA

Cuba, potencia mundial en la producción de miel orgánica

Cuba se ha convertido en un paraíso para las abejas al tener una agricultura que no usa ni herbicidas ni pesticidas. El beneficio se extiende a toda la economía, ya que la miel se ha convertido en el cuarto producto agrícola que más divisas aporta, por encima del café o el azúcar.

Un colmenar en Cuba. (Yamil LAGE/AFP)
Un colmenar en Cuba. (Yamil LAGE/AFP)

Cuba cerró el año 2018 con una producción de miel de 8.834 toneladas, más de mil toneladas por encima del objetivo previsto por la empresa estatal Apicuba. A pesar de ello, todavía sigue muy por detrás de Argentina, el mayor productor de América Latina con 78.000 toneladas anuales.

A la cantidad de miel, se une también la calidad. Más del 20% (alrededor de 1.900 toneladas) de la producción total ha sido certificada como miel orgánica. Desde que en 2001 se certificó por primera vez miel ecológica en la isla, el volumen visado no ha dejado de crecer. Especialmente importante es la producción en las provincias de Holguín, Granma, Guantánamo y Santiago de Cuba.

Casi toda la producción de miel de Cuba, el 95% aproximadamente, se exporta. El principal destino es Europa, aunque también está intentando entrar en otros mercados como el chino o el de Arabia Saudí. En 2017 la facturación alcanzó los 18 millones de dólares.

De la importancia de la miel en Cuba deja constancia el hecho de que se ha convertido en el cuarto producto de origen agrícola que mayor beneficio da, por detrás del pescado, el tabaco y las bebidas, pero por delante del café y del azúcar, dos productos tradicionales de la isla caribeña.

Las abejas gozan de buena salud

Mientras en todo el mundo las abejas están desapareciendo no parece que en Cuba estén en peligro. La causa del bienestar está en que la isla mantiene el entorno natural relativamente limpio. Con la caída de la Unión Soviética terminó la llegada de abonos, pesticidas y herbicidas. Además, la falta de divisas y el bloqueo norteamericano impidieron entonces buscar suministradores alternativos.

Haciendo de la necesidad virtud, el Gobierno de Cuba decidió girar hacia la agricultura orgánica, algo que a largo plazo está resultando muy beneficioso tanto para las abejas como para la economía de la isla caribeña.

Gracias a este entorno limpio, en Cuba hay censadas en la actualidad alrededor de 180.000 colmenas que producen de media de 40 a 45 kilogramos de miel al año. Las abejas están gestionadas por unos 2.000 apicultores organizados en diferentes tipos de asociaciones.

Una política integral

Para que la miel pueda ser certificada y cumplir con los estrictos requisitos toda la cadena de producción se controla periódicamente. Cuba cuenta con dos plantas para el procesamiento de miel: una en Santiago de Cuba, para las provincias orientales, y otra en Sancti Spiritus. En 2018, ambas plantas recibieron la visita de una comisión de auditores europeos.

Además de los aspectos productivos, Cuba cuida la investigación. Cuenta con el Centro de Investigaciones Apícolas (Ciapi) que se dedica a la mejora genética de las abejas, a certificar la calidad de la miel y también la de los propóleos y el polen. Este centro edita manuales de buenas prácticas, forma a especialistas y realiza investigaciones.

Por otra parte, Cuba ha abierto una vía de cooperación con Alemania para analizar y testar las mieles y formar a sus investigadores. También buscan independizarse de los laboratorios extranjeros, ya que prácticamente todos los análisis de las muestras se realizan en la actualidad en Estados Unidos o Alemania.

Tampoco descuida otros aspectos como la reforestación con especies mielíferas que proporcionen un complemento a la floración silvestre. Así, por ejemplo, se está haciendo un esfuerzo en las zonas costeras por recuperar el mangle, que además de proteger de la erosión sus flores proporcionan la materia prima para una miel de alta calidad.

En el resto del mundo continúan muriendo

La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) publicó hace dos años un estudio en el que señalaba que los insecticidas usados en el cultivo del algodón y en los huertos de cítricos estaban dañando a las poblaciones de abejas.

Norman Carreck, director científico de la Asociación Internacional de Investigaciones sobre Abejas (IBRA), en unas declaraciones a Reuters enumeraba hace poco los factores que a su juicio están matando a las abejas: el cambio climático, la falta de espacios para que las abejas silvestres construyan  colmenas, los cambios en los usos de los suelos, las enfermedades y los pesticidas.

Contra el uso de pesticidas se han movilizado los mayas de la península de Yucatan, en México, y exigen prohibir el cultivo de soja transgénica ya que los plaguicidas que se utilizan con esos cultivos están terminando también con las abejas.

En el Estado español, el Ministerio de Transición Ecológica ha lanzado un Plan de Acción Nacional para revertir el alarmante declive de las abejas y otros polinizadores. En el borrador que ha estado en información pública se apuntaba al uso de insecticidas, herbicidas y fertilizantes como los causantes de la muerte de las abejas.