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CHRISTOPHE VENTURA
INVESTIGADOR

«El G7 es, ante todo, un momento de comunicación, de la imagen que Francia quiere enviar al mundo»

Christophe Ventura, director de investigación del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS), es además periodista y especialista en América Latina. En esta entrevista desgrana algunos detalles sobre la cumbre del G7 que se celebrará el próximo mes de agosto en Biarritz.

¿Este G7 se presenta bajo el signo de la reducción de las desigualdades? ¿Debemos reír o llorar?

La agenda es la que formuló el presidente Macron en la Asamblea General de las Naciones Unidas el pasado mes de setiembre, anunciando los temas principales de la presidencia francesa del G7. Ahora, por supuesto, podemos encontrar rápidamente contradicciones entre los objetivos anunciados y los compromisos de Francia en muchos temas, como los acuerdos de libre comercio con Mercosur o CETA, que no son acuerdos en absoluto para combatir estas desigualdades. Podríamos poner múltiples ejemplos.

En la forma aparecen nuevos socios. ¿Esto es nuevo?

No, no es nuevo. Originalmente, Valéry Giscard d'Estaing quería una reunión informal para crear lazos personales entre los líderes de las principales potencias del mundo. Esta no es la primera vez en la que existe este tipo de apertura a los llamados países del sur en este tipo de eventos. Además, así es como nació el G20, en el que encontramos potencias emergentes. Después, es una puesta en escena política, en el sentido de que uno realiza la comunicación masiva con los medios de comunicación y la opinióm pública. Estamos invitando a estos países, que se supone que están en el centro de la agenda presidencial y, ciertamente, anunciaremos promesas de compromisos a nivel de cooperación internacional, pero todo eso no es nuevo.

En el fondo, ¿este G7 no es solo un escaparate?

Ya la cuestión importante en relación con el G7, el G8, el G20 u otras reuniones similares es, ante todo, su legitimidad y su función. La idea de tener un foro informal al principio, se ha convertido en un directorio de asuntos internacionales, que interfiere y parasita lo que debería ser el trabajo de las Naciones Unidas. Después, como tal, no da impulsos políticos internacionales de manera decisiva. Es principalmente un momento de comunicación, de la imagen que queremos enviar al mundo, pero la mayoría de lo que constituye las cuestiones internacionales se realiza diariamente a través de las herramientas tradicionales, o nuevas, de la diplomacia.

Además, desde la crisis de 2008, el G7 es un foro que se ha quedado en un segundo plano respecto al G20. Este último da una apariencia de respuesta a la cuestión de la legitimidad democrática con la presencia de países emergentes. A su vez, el G20 está atravesado por contradicciones, tensiones o el declive de algunos países como Brasil, que fue uno de los líderes, pero que hoy en día es mucho menos presentable.

Respecto a la protesta, parece que nos estamos moviendo hacia una administración muy policial y de seguridad ...

Sí, es un riesgo objetivo. En primer lugar, ha habido una tendencia durante varios años en estas cumbres internacionales a aumentar la tensión de seguridad. En Francia es seguro que hay una radicalización de la represión, especialmente social, como hemos visto con la gestión de los chalecos amarillos. Tenemos un Gobierno que usa las leyes estatales de poder y seguridad de una manera bastante maximalista. Para Macron también es un momento clave, porque jugó en este estatus de gran líder internacional en la presidencia francesa del G7, que, repito, tiene un valor más simbólico que lo que Francia hizo originalmente.