Maite UBIRIA

Controles en la muga y retorno vacacional bajo tensión

El retorno vacacional ha provocado retenciones kilométricas en los pasos entre Gipuzkoa y Lapurdi durante el fin de semana, aunque para la llamada «economía transfronteriza» la prueba de fuego llegará mañana.

Colas de vehículos en el puente de Santiago, entre Irun y Hendaia.
Colas de vehículos en el puente de Santiago, entre Irun y Hendaia.

Y es que el retorno al trabajo este lunes –cerca de 3.500 desplazamientos diarios- pondrá a prueba la «cintura» del dispositivo abrumador desplegado en los pasos sobre el Bidasoa y en buena parte del territorio de Ipar Euskal Herria, justificadas oficialmente en la cumbre del G7.

El sábado fue una jornada especialmente compleja en el paso de Biriatu, coincidiendo con el cambio de quincena y el regreso vacacional. Aunque el domingo ha sido algo más tranquilo, la preocupación, especialmente para los habitantes de Txingudi -Hendaia, Irun, Hondarribia-, se centra en el arranque de la semana que llevará a la cumbre del G7.

La jornada laboral rima con un intenso movimiento de idas y venidas en la muga, donde se producen a diario unos 3.500 desplazamientos laborales, en su mayor parte de norte a sur.

A la vista de la fuerte presencia de patrullas conjuntas de Policía española o Guardia Civil y Gendarmeria francesa en los pasos de Santiago y Pausu, los más utilizados, los controles pueden complicar un gesto cotidiano para los habitantes de la zona.

Sin olvidar que, en pleno mes fuerte vacacional –en que las localidades de la costa multiplican hasta por cinco su población– las idas y venidas de vehículos, caravanas y autobuses con una constante en la saturada red diaria labortana.

¿Abrir o cerrar?

En los comercios de Hendaia e Irun, particularmente los más cercanos a la muga, la duda se ha instalado, azuzada por la exhibición policial y los mensajes apocalípticos que emanan de las autoridades estatales francesas.

Un vendedor de la zona comercial próxima al puente de Santiago confesaba esta mañana que «nos van a poner difícil trabajar». Preguntado sobre si echarán o no la persiana, evitaba expresarse con claridad y se limitaba a encogerse de hombros.

Por su parte, una vendedora de un ultramarinos del barrio de Harri-Xabaleta de Hendaia anunciaba a su clientela con un pequeño cartel escrito a mano que el establecimiento cerrará el 24 y 25 de agosto. «Buena parte de nuestros proveedores son del sur y no van a pasar la muga», explicaba la dependienta.

Sólo a unos metros, la panadería Eskuz tenía echada la persiana hoy domingo por descanso semanal pero su responsable, de paso por el barrio, comentaba que su idea es abrir con normalidad.

Cerrar, alimentando el paisaje de ciudad muerta que los responsables del Estado con su dispositivo de seguridad han impuesto ya en Biarritz, o abrir, atendiendo a los mensajes de tranquilidad que ayuntamiento y organizadores de la contra cumbre, que arrancará el miércoles en Ficoba (Irun) y Hendaia, han trasmitido a los comerciantes. El dilema está sobre la mesa y ninguna opción es sencilla.

Muchas dudas no se disiparán hasta el último momento, y otras decisiones se modularán según cómo transcurran las cosas. El «sobre la marcha» se ha instalado a ambos lados del Bidasoa como una de las expresiones más socorridas.

El Topo no pasa, los turistas sí

Con todo, el despliegue policial en Hendaia es desde días antes de que arranque el G7 (24 a 26 de agosto) del todo abrumador.

El tren de cercanías entre Donostia y Hendaia o Topo detiene su camino en Ficoba-Irun, y la estación hendaiarra tiene su persiana bajada, una imagen inédita para un servicio que ha unido a los ciudadanos de Gipuzkoa y Lapurdi desde 1913 de forma prácticamente ininterrumpida… hasta que ha llegado la cumbre del G7. Todo un símbolo de lo que une y lo que divide a un pueblo con demasiadas heridas ligadas a su quiebra territorial.

Los turistas, tras apearse en Ficoba, arrastraban este domingo sus maletas por el puente de Santiago y miraban con extrañeza el alarde de uniformes y vehículos policiales de camino a Hendaia. Mientras, en la mediana de la carretera, un par de cicloturistas se tomaban con calma el control de identidad a cargo de un policía para el que las dos ruedas resultaban sospechosamente alternativas.

Nada más superar el paso, un cordón policial rodeaba la comisaría y el centro de retención de migrantes y las barreras móviles en las calles adyacentes dejaban claro que allí ha quedado establecida, por orden prefectoral, otra zona de exclusión.

Zona de exclusión

A primera vista, esa zona no parecía tan hermética como las que se anuncian en Baiona -zona del juzgado- y sobre todo en Biarritz, pero es evidente que cuando las barreras se cierren los habitantes del entorno urbano cercano a la estación de tren de Hendaia tendrán que identificarse para poder entrar o salir de sus casas.

El ambiente es pesado en las localidades que comparten la bahía de Txingudi, aunque la presencia extra de uniformados se deja sentir prácticamente en toda Ipar Euskal Herria, por mucho que ésta sea más intensa en las localidades y cruces de caminos que conducen a alguno de los pasos de muga, ya sea en Dantxarinea, en Ibardin, en Lizarrieta, en Luzaide...

Avanzadilla alternativa

En ese mar de restricciones al movimiento y a las acciones más cotidianas, la avanzadilla de los activistas que acudirán a la contracumbre (21-25 agosto) llegarán este lunes para establecerse en la antigua colonia de Nestlé, en la carretera de la costa.

Desde allí deberán sortear, en transporte público, la distancia que separa a ese campamento de la muga, que deberán atravesar a pie, para acudir a los debates y talleres organizados por la plataforma contra el G7.