Dabid Lazkanoiturburu

Operación tejida en Europa con apoyo de EEUU para «suicidar» a Salvini

Tenemos la sana tentación de no creer una palabra a personajes como Matteo Salvini, lo que nos puede llevar a error. Pocos le hicieron caso cuando denunció un complot urdido contra él en el reciente G7 de Biarritz

Pues las últimas filtraciones apuntan a que no le faltaba algo de razón. Salvini no dinamitó la coalición de Gobierno envalentonado por las encuestas sino forzado tras las crecientes sospechas de que M5S y PD ultimaban un pacto de Gobierno para descabalgarle del poder.

Bautizada como «Operación Úrsula», por el nombre de la nueva presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, contaba con el apoyo de la UE, alarmada por la victoria rotunda de la Lega en las europeas de mayo.

Ni todo el M5S ni todo el PD estaban en el centro de la operación. Sí lo estaba el primer ministro saliente y aspirante, Giuseppe Conte, junto con otros ministros y el presidente de la República, Sergio Matarella. La premura con la que Matteo Renzi apostó por la nueva coalición apunta a un papel en la operación.

Consciente del alto riesgo electoral de romper un Ejecutivo, Salvini dio el salto al vacío tras la filtración del encuentro de uno de sus asesores con sus aliados en el Kremlin para intercambiar compra de gas ruso por comisiones para la Lega.

Pese a que tanto Zingaretti (líder del PD) como Di Maio (líder del M5S) le desmintieron la posibilidad de pacto alguno (quizás porque no lo negociaban ellos), el aval de Donald Trump a un Gobierno de Conte fue la estocada.

EEUU se cobraba cumplida cuenta por la «osadía» de Salvini de negociar con Rusia y de apoyar el flirteo de su Ejecutivo con la Ruta de la Seda china.

Rodeado de enemigos –incluido el Vaticano, indignado por su xenofobia y su ostentación obscena de crucifijos–, Salvini se quedó solo y sin novio.

No es la primera vez que las potencias europeas impulsan con éxito operaciones de semejante calado en Italia. Silvio Berlusconi fue destituido y condenado al ostracismo en noviembre de 2011 en una operación perfectamente orquestada por Berlín, que temía el desplome político y económico del país alpino.

Pocos lo recuerdan. Unos por vergüenza o discreción. Y otros porque nos la trae al pairo el destino de personajes como Il Cavaliere e Il Capitano.

Pero bueno es saberlo. Y recordarlo. Más que nada como aviso a navegantes. Y no solo en el Mediterráneo.