Claudia SERNA
Elkarrizketa
MARTÍN BATALLA
EXGUERRILLERO DE LAS FARC-EP EN PROCESO DE REINCORPORACIÓN

«Con el anuncio gana el uribismo, que está interesado en hacer trizas la paz»

Martín Batalla cree que el anuncio de Iván Márquez y un grupo de excombatientes de retomar las armas responde a los incumplimientos por parte del Estado de los acuerdos de La Habana y al goteo de muertos, pero insiste en solo beneficia al uribismo y reitera la apuesta por la paz al tiempo que destaca que el 90% de los exguerrilleros siguen en los ETCR a pesar de todo.

Más allá de haber logrado el desarme de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP), el proceso de paz en Colombia no ha alcanzado la implementación de lo acordado. El Gobierno actual ha sido renuente a cumplirlo con el argumento de que el pacto no vincula al Estado colombiano y que solo fue un acuerdo del Ejecutivo anterior, y a esto se suma que diferentes hechos en torno a este proceso nublan lo que se veía como las bases para una paz estable y duradera.

Entre ellos, la persecución de los comandantes que participaron de las negociaciones en La Habana como es el caso de Jesús Santrich; la ejecución de excombatientes –en torno a 150 desde la firma del acuerdo–, familiares y líderes sociales que apoyan el proceso de paz; el plebiscito de 2016 en el que la sociedad colombiana votó mayoritariamente no a la paz, y el último que ha llamado la atención, el anuncio de rearme realizado el pasado 29 de agosto por un grupo de guerrilleros de las FARC, entre ellos, dos comandantes que participaron en la mesa de La Habana, entre ellos, el jefe negociador de la delegación guerrillera, Iván Márquez, y el propio Santrich, negociador plenipotenciario.

Pero ¿qué fue lo que sucedió para que tomaran esa decisión? Con el propósito de responder a esta pregunta, GARA ha conversado con Martín Batalla, exguerrillero de las FARC en proceso de reincorporación, quien aporta algunas ideas para comprender qué está pasando con la implementación de los acuerdos de paz y en qué contexto se produce este anuncio de rearme.

Aunque Colombia ya ha vivido otros acuerdos de paz, ¿cómo valora este proceso? ¿En qué cree que se ha avanzado como colombianos?

Este proceso de paz, a mi modo de ver, ha tenido algo muy importante y es que hemos podido conversar con otros sectores de la población con los que nunca nos habíamos mirado a los ojos y, frente a frente, decirnos lo que pasó durante el conflicto armado interno. Como cuando nos hemos mirado guerrilleros y soldados para reconocer que somos los mismos, porque llevamos años de guerra civil matándonos entre hermanos y mientras tanto, tranquilos, estás Santos allá en la oficina y Uribe que no manda a sus hijos al Ejército.

Se derribó un muro en la población. La gente ha podido llegar a los espacios territoriales, conocer a los guerrilleros, ver de primera mano que más del 90% fueron víctimas del conflicto antes de ingresar a las FARC-EP, que fueron desplazados, sus familiares asesinados, exiliados, perseguidos... Y he percibido que la gente, cuando conoce al guerrillero de base, lo ve trabajando con sus necesidades, sus fortalezas y habla con él como con cualquier campesino, se le cae esa etiqueta de los medios de comunicación, que siempre nos han tildado de narcotraficantes, terroristas y enemigos de Colombia.

¿Cómo valora el proceso de implementación de los Acuerdos de Paz de La Habana?

Hay muchas dificultades debido a los incumplimientos por parte del Estado, si hubiera cumplido por lo menos lo acordado, no estaríamos viviendo este reciclaje de la violencia tan palpable.

Los excombatientes no tenemos unas condiciones de vida dignas, seguimos viviendo en espacios pensados para ser transitorios, no están acondicionados y ya no existe la movilidad, porque muchos tienen ya sus esposas, esposos e hijos. Y, por otra parte, porque en el acuerdo no se contempló el acceso a la tierra para los excombatientes y, con ello, todo lo que implica, si no hay tierra, no hay vivienda, no hay proyecto productivo, no hay confianza para la permanencia, no hay comida, no hay cómo sembrar.

Este ha sido un proceso en el que el Estado colombiano no se ha preocupado en aportar. Realmente, los pocos proyectos para la reintegración económica que han funcionado han sido gracias a la voluntad de los excombatientes y a la comunidad internacional. Como excomba- tientes nos hemos quedado muy solos en el territorio, porque no se ha logrado tomar ese acuerdo de paz como una herramienta y porque nos ha tocado resistir a un plan que busca desarticularlo.

¿Cuál es la situación que se está viviendo en las zonas de reincorporación?

Los denominados Espacios Territoriales para la Capacitación y Reincorporación (ETCR) son veinticinco. Quince de ellos van a ser integrados en los planes de ordenamiento territorial de los municipios, por lo que, en teoría, el Estado debería asignar presupuesto para su desarrollo. En los restantes diez, los excombatientes están negociando con el Gobierno para que estos espacios sean trasladados, ya que no hay condiciones para mantenerlos en esas zonas.

La situación de cada territorio es disímil. Por ejemplo, en Tierra Grata, Valledupar, no hay agua potable, ni una forma fácil de adquirirla y los muchachos tiene que hacer una colecta de dinero para que semanalmente llegue un carro cisterna para llenar los tanques. En Anorí, Antioquia, tenemos un sistema a través de una bomba con la que sacamos agua de un río, pero que tampoco es potable, pues no cumple con las condiciones. Hay territorios que tienen agua, otros que no, a otros les llega la energía eléctrica unas cuantas horas al día, y hay otros que la tienen permanentemente.

¿Cómo reciben el anuncio del pasado jueves? ¿Qué impacto cree que puede tener entre los excombatientes el llamamiento a retomar las armas?

La noticia del jueves puede entenderse desde el punto de vista personal y humano, porque se tiene el derecho a proteger la vida, la libertad, pero por supuesto que el alzamiento de armas en Colombia no le hace bien a nadie. Es un momento muy complejo, como otros que ha vivido la paz, como cuando pasó lo del plebiscito.

Y es una noticia dura, pero es importante decir, en primer lugar, que la culpa es del Estado por no cumplir con el Acuerdo de Paz. Iván Márquez es uno de los negociadores de La Habana, que hizo importantes aportaciones a la paz. En segundo lugar, quienes hicieron la declaración son una minoría; de 12.000 combatientes que dejamos las armas, más de 10.000 estamos en los ETCR. Es decir, más del 90% están ahí, a pesar de las dificultades, a pesar de los muertos, a pesar de que se ha matado a la gente mientras insistimos en que se cumpla con lo acordado y que la vía para Colombia no puede ser la de la confrontación ni la guerra.

Por otra parte, con el anuncio gana mucho la derecha y especialmente el uribismo en época electoral, que sabe como aprovecharse de esto y que está interesado en hacer trizas la paz. Además, justifica una razón de Estado y, particularmente, del Estado colombiano, para que empiece a golpear no solo a los excombatientes sino a las organizaciones sociales que vienen apoyando el proceso. Sin embargo, nosotros, desde los territorios, seguimos insistiendo en que la salida es la implementación del Acuerdo de Paz, la sustitución de cultivos ilícitos, la protección de los líderes sociales, el tema de la adjudicación de tierras para los campesinos. Hay que acabar con las causas que generaron el conflicto armado en Colombia: la desigualdad, la falta de tierra, el hambre, y eso es la paz.

A pesar de este panorama, ¿qué pasos deben dar los excombatientes en el proceso de paz?

Desarrollar condiciones de vida en los territorios y para ello se requieren apoyos y recursos. Que los movimientos sociales y políticos conozcan lo que está pasando en Colombia, para organizarnos y denunciar el exterminio que se está llevando a cabo. Estamos viviendo un nuevo ciclo de violencia que ya conocemos en Colombia, pues se afecta a la gente de la organización que pacte y en ese contexto debe ser fundamental apoyar el proceso de paz.

Y como seguimos en el proceso, nosotros estamos apostándole a la conservación de la naturaleza y al fortalecimiento de proyectos productivos. El café del Cauca, por ejemplo, producido por excombatientes, se está exportando a Italia; buscamos ahora abrir el mercado a ciertos productos, como la miel de Anorí y a confecciones “La Montaña”, prendas textiles que son equipos de montaña: chalecos, sudaderas, bolsos, mochilas, morrales y riñoneras. En Antioquia también se está produciendo pescado y se propone sacarlo por el Pacífico. Todo lo que estamos haciendo lo hacemos para sostener los territorios como espacios de construcción de paz.

Antes había territorios a los cuales las personas no podrían ir por la guerra, y ahora pueden ir para preguntarnos qué fue lo que pasó, trabajar la memoria histórica, conocer a los exguerrilleros y que ellos relaten sus historias, lo que están haciendo y las dificultades que encuentran. Y también para conocer las maravillas que tenemos, los ríos, las cascadas, los pájaros, los mamíferos, la vegetación...