Arnaitz Gorriti

Agónica victoria de Bilbao Basket ante Valencia Basket y emotivo homenaje a Javi Salgado (83-79)

Después de una primera parte de ensueño, los hombres de negro han sabido sufrir ante un peligroso Valencia Basket. Tras la explosión de alegría, Javi Salgado ha sido homenajeado por un Bilbao Arena puesto en pie.

El banquillo de Bilbao Basket y el público, en pleno éxtasis. (A. ARRIZABALAGA / ACB PHOTO)
El banquillo de Bilbao Basket y el público, en pleno éxtasis. (A. ARRIZABALAGA / ACB PHOTO)

«No olviden supervitaminarse y mineralizarse», decía Super Ratón en aquellos añejos dibujos animados. No es que RETAbet Bilbao Basket haya mostrado una imagen añeja en su regreso a Miribilla en la Liga ACB, pero sí ciertamente «supervitaminada y mineralizada». Ya desde la presentación, con el público del Bilbao Arena en pie, el mediodía se ha presentado como una de aquellas que quizá se pudiera guardar en la memoria. Evidentemente, el entusiasmo sin juego se suele golpear de bruces contra la realidad, pero lo exhibido por los hombres de negro, al menos en los 20 primeros minutos, frente a todo un equipo de Euroliga como es este Valencia Basket, que se ha visto siempre un segundo por detrás, fue increíble. Increíble, por no soltar alguna hipérbole. Luego ha venido el cansancio, el sufrimiento, las protestas a los árbitros y la explosión de alegría. Y como corolario, un emotivo homenaje a Javi Salgado con el Bilbao Arena puesto en pie y en el que ha brotado alguna lágrima que otra.

El arranque, bajo la senda triplista del partido de Tenerife, no ha podido ser mejor: un 9-2 de parcial con un Rafa Martínez tan revolucionado como acertado frente a su exequipo. Pero es que el arranque ha sido preludio de un primer asalto absolutamente eléctrico, finalizado con 28-18, con un inverosímil triple de Sergio Rodríguez, ¡noveno! anotador de un Bilbao Basket menos dependiente del acierto de Jaylon Brown o Bouteille que en el Tenerife. En cambio, ya para el final del primer cuarto todo el quinteto titular ha conseguido una canasta en juego y cuatro reservas también, sumando un 11 de 16 en trios de campo –4 de 6 en triples–, 8 asistencias y un equilibrio reboteador bastante más asentado que en el estreno liguero, en buena medida porque jugadores como Kulboka e Iván Cruz, algo atolondrados en el primer partido, se han mostrado más entonados.

Sin embargo, lo verdaderamente increíble ha sido el desempeño de los hombres de negro en el segundo cuarto. Se podía esperar un bajón, y nada de eso, porque el juego de los entrenados por Alex Mumbrú ha seguido a tope de revoluciones. No han dudado los bilbainos en hacer personales llegado el caso, bien al contrario de un Valencia Basket mucho más pasivo en esas lides defensivas. La entrada de Guillem Vives le ha dado aire a la escuadra taronja, pero no ha conseguido frenar la inercia del juego bilbaino. El segundo parcial ha sido tan alucinante como el primero, 25-16, con hasta 15 asistencias repartidas y un envidiable equilibrio que Ben Lammers sigue dándole a la defensa bilbaina –incluyendo un taponazo sobre Labeyrie al filo del descanso–, mientras que el ataque seguía a un nivel imposible de sostener: 22 de 34, con 6 de 12 en triples. El 53-34 al descanso ha hecho que más de uno y más de dos se frotaran los ojos. ¿Llegaría el bajón tras el paso por los vestuarios? Mejor disfrutar de la vida, que son dos días.

Gestionar la ventaja

Salvo un triple de Bouteille y una colada de Kulboka para mate del lituano, el bajón se ha presentado diciendo buenas tardes, damas y caballeros. Por otro lado, Van Rossom y San Emeterio se han echado el juego taronja a la espalda y a Bilbao Basket se le han empezado a ver las costuras, sobre todo en el apartado físico, algo normal después del derroche físico de la primera mitad.

Ha sido un cuarto para gestionar la renta, y en ese sentido así los triples de Kulboka como la defensa de Lammers han sido providenciales para que la ventaja bilbaina se haya mantenido por encima de la decena, a pesar de que Valencia Basket ha dado un paso adelante a todos los niveles. Los taronja han conseguido arrimarse hasta el 61-50, provocando el tiempo muerto de Alex Mumbrú y el apuro entre la gente del Bilbao Arena. En todo caso, no perder los nervios y un nuevo tapón de Lammers sobre Labeyrie ha valido para llegar al último cuarto con un 71-57 en el marcador.

La falta de fuelle se ha ido haciendo cada vez más patente ya en el último cuarto, al punto de que por puro cansancio varias canastas fáciles no han podido entrar. La defensa, pese a empezar a pagar el precio de las personales, ha estado al quite para dificultar al máximo los puntos taronjas, pero con más de siete minutos por jugarse, Guillem vives ha cerrado un parcial de 0-7 para poner el marcador en un alarmante 71-64.

Mumbrú ha optado entonces por juntar a Balvin y Lammers en la cancha, dando mayor empaque físico al cuadro bilbaino, pero restándole espacios y movilidad. El tiempo muerto posterior del técnico badalonés, con más de cinco minutos y medio por disputarse, ha llegado después de que Vanja Marinkovic se haya estrenado con un triple, elevando el parcial adverso a 0-10 y poniendo un 71-67 en el marcador que, definitivamente, ha puesto un nudo en la garganta de los 7.333 espectadores presentes en Miribilla. Después de varios triples errados por Kulboka –el experimentos de los dos pívots juntos no ha durado mucho–, Van Rossom ha puesto el 71-69, un 0-12 abierto que ha resuelto Balvin con una canasta que se ha celebrado como un gol, tras más se seis minutos de sequía.

Final ardiente

La temperatura ha subido por momentos. Sastre ha errado dos tiros libres, pero Motum se ha hecho con el rebote y ha elevado el 73-71, al tiempo que Rouselle ha contestado con un canastón heroico, para pasar al momento polémico: un robo de Balvin que los árbitros no han dejado continuar al estimar que había tiempo muerto previo por parte de Jaume Ponsarnau, un incidente que ha hecho a los aficionados tomarla con el trío arbitral y que el «Instant Replay» no ha corregido. Balvin, viendo la coyuntura, ha pedido un poco más de calor al público.

Y en ese calor, ha habido errores en el pase de Rouselle y Balvin, así como aciertos en el tio libre de Motum y Vives, o en el triple de Van Rossom, pero Bilbao Basket ha soportado el chaparrón con sendos triples de Kulboka y Bouteille, y un par de defensas al límite, en el que el trío arbitral, literalmente, ha decidido no pitar nada.

Con 81-77, ya dentro de los 16 segundos finales, Dubljevic ha estado firme para encestar sus dos tiros libres y poner el 81-79. Mumbrú ha pedido tiempo muerto, a sabiendas de que el partido estaba en su mano, de no hacer ninguna barbaridad. Pero claro, había que meter los tiros libres o mantener la posesión como mínimo. Después del tiempo muerto con un Miribilla en pie como en sus mejores días, Rafa Martínez ha conseguido arrancar una falta –y hasta una revisión por si era antideportiva– para irse a la «distancia de la caridad» y clavar los dos tiros libres, como le cuadra a un jugador de su experiencia: 83-79. Con 14 segundos, ha sido turno de Jaume Ponsarnau de pedir tiempo muerto y de los hombres de negro de no permitir ni una falta rápida ni un triple. Y aunque el triple de Vives lo ha reboteado Motum, los hombres de negro han aguantado.

La fiesta, con el posterior homenaje a Javi Salgado, al fin, ha sido completa, porque los de Alex Mumbrú han regresado a la Liga ACB por la puerta grande: ganando a un Euroliga y poniendo el 2-0 en su casillero después de tan difícil arranque en el calendario. El sábado que viene espera la complicada visita a Santiago contra el Obradoiro, un equipo «de la Liga de Bilbao Basket», para después recibir al Baskonia en el derbi. Habrá momentos muy difíciles para los hombres de negro, nadie lo puede dudar, pero el arranque es como para sonreír y decir, como decía Super Ratón, «no se vayan todavía. ¡Aún hay más!»

Vídeo, aurresku y peñas

Excompañeros como Banic, Weis, Marcelinho Huertas, Doblas, Juancho Hernangómez, Montañez, el propio Txus Vidorreta, el alcalde de Bilbo Juan Mari Aburto y otros más han estado presentes en mesajes grabados en vídeo en el sentido homenaje que Javi Salgado se ha llevado tras el partido. Ni una mosca se ha movido de sus asientos, contemplando en pie y en respuetuoso silencio –y prorrumpiendo en plausos– el aurresku que, además, ha recibido el técnico de Santutxu, en un pabellón a oscuras que ha tenido en Salgado su principal foco de luz. Salgado, sereno y firme como cuando jugaba, se ha enternecido un poco más durante entregado a las peñas que también se han sumado a este reconocimiento de quien hubiera sido su capitán en la élite. Representantes del Patronato, Estudiantes y Gipuzkoa Basket han obsequiado a quien fuera su exjugador con una camiseta conmemorativa cada cual, igual que los representantes de la Federación Vasca y de Bizkaia, que también han tenido a bien apuntarse a los fastos, con el colofón de la «makila de honor» recibido por parte de la vicepresidenta del club Isabel Iturbe, que ha anunciado que el número 14 de Javi Salgado volverá a pender del Bilbao Arena «como ejemplo para la cantera».

«Estoy un poco abrumado por todo este cariño. Jamás pensé cuando empecé a jugar que llegaría a estar aquí hoy. Ha sido un sueño esta carrera deportiva y ha sido un auténtico honor llevar los colores de Bilbao Basket con mucho orgullo», ha declarado ante la gente el propio Salgado que ha agradecido a todos los clubes y compañeros que ha tenido en esa dilatada carrera. «Una de las mejores cosas de este club es la afición que tiene, no solo porque llenéis Miribilla o animéis mucho, sino porque habéis demostrado que habéis estado ahí cuando las cosas iban mal, porque habñeis estado más cerca que nunca. eso es algo que mucha gente no olvidará y estaremos agradecidos», ha cerrado Salgado su alocución, dando gracias también a su familia a modo de corolario.